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Cementos Argos anunció la semana pasada lo que puede considerarse el negocio más grande que ha hecho una empresa colombiana en el exterior en toda la historia. Argos combinará sus operaciones en Estados Unidos con Summit Material, dando como resultado una empresa que será la cuarta cementera de mayor capacidad en la economía más grande del mundo.
Ya se han dado a conocer los números gruesos: Cementos Argos recibirá un 31% de participación en la nueva sociedad (se convierte en su principal accionista), 1.200 millones de dólares en efectivo para pagar su deuda, y como resultado de esta movida las operaciones de la cementera en ese país se valoran en 3.200 millones de dólares.
Al momento de hacer ese anuncio, el valor total de las acciones de Cementos Argos en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) era de 975 millones de dólares. Es decir, gracias a esta jugada, Argos logró valorar solo sus operaciones gringas en más del triple de lo que está valorada toda la compañía en la Bolsa de Colombia. Con decir que únicamente lo que recibe Cementos Argos en efectivo producto de esta operación vale más que la compañía entera en la BVC.
¿Cómo es posible que haya una desconexión tan grande entre el valor que le asignan a la compañía los expertos de la industria en una transacción de tal magnitud y el precio al que se transan las acciones en la BVC? Lamentablemente, la BVC pasa por uno de sus peores momentos. Si bien la última década ha sido retadora para casi todos los mercados de capitales de América Latina, el que ha exhibido un peor desempeño es el mercado colombiano.
Mientras que entre 2010 y 2022 el volumen anual de negociación en la Bolsa de Valores de Nueva York aumentó aproximadamente un 70%, en contraste, en la Bolsa de Santiago disminuyó un 30%, se redujo a la mitad en la Bolsa de Lima y experimentó la mayor caída en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), donde el volumen de negociación es ahora solo una cuarta parte de lo que era hace una década.
Mientras que los principales índices bursátiles de otros países de la región han experimentado un aumento en su valor durante el presente año, el MSCI Colcap, que refleja las variaciones de precios de las principales acciones en Colombia, ha disminuido en torno al 15%. Desde el inicio del año, acciones de empresas como El Cóndor, Bancolombia, Banco de Bogotá, ISA, Enka y Davivienda han perdido el 20% o más de su valor. El problema adicional es que según un informe del JP Morgan las valoraciones del mercado colombiano, en función de múltiplos P/E, son las más bajas entre todos los mercados emergentes del mundo, y a pesar de esto, estas no parecen “encontrar piso”.
El mismo informe también advierte sobre la posibilidad de que Colombia sea reclasificado de mercado “emergente” a “frontera”, lo que podría llevar a que más inversionistas abandonen el mercado colombiano. En el transcurso de este año, varios de ellos ya se han visto obligados a liquidar sus posiciones debido al incumplimiento de los requisitos mínimos de liquidez de las acciones. En los últimos 10 años, más de 30 emisores han dejado de cotizar en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), y prácticamente no ha habido nuevos listamientos: las empresas colombianas, lamentablemente, cada vez ven menos beneficios en mantener sus acciones cotizadas en bolsa.
Parece un círculo vicioso sin fin. La persistente inflación, la preferencia por la renta fija sobre la renta variable, un panorama macroeconómico deteriorado y, sobre todo, la incertidumbre en torno al gobierno de Gustavo Petro y los posibles efectos de la reforma pensional sobre las AFPs se han conjugado para acentuar una tormenta perfecta para la BVC.
Más allá de esa situación que no parece tener salida, lo cierto es que transacciones como la de Cementos Argos demuestran que las compañías colombianas pueden valer mucho más de lo que dice la bolsa. Lo mismo se evidenció en toda la saga de las OPAs por el GEA, donde, aprovechando el mercado deprimido, inversionistas buscaron sacar provecho y comprar “barato”.
En la OPA del año pasado por Grupo Argos, Gilinski ofreció 4,28 dólares por acción, es decir se valoraron las acciones ordinarias de esa compañía en 2.800 millones de dólares. Estamos hablando de un conglomerado que incluye a Cementos Argos, Celsia, Odinsa (que opera el aeropuerto el Dorado y el Túnel de Oriente), y también tiene participaciones importantes en Nutresa y Grupo Sura. Increíblemente, solo los activos de Cementos Argos en Estados Unidos (que es apenas una parte del Grupo) fueron valorados por más que la oferta de los Gilinski por todo Grupo Argos. ¿Cuál será, en realidad, el valor de estas empresas?
Que la BVC no refleje el valor real de las empresas tiene un impacto directo en el ahorro de todo el país: los principales inversionistas de las compañías colombianas son los fondos de pensiones, donde se ve representado el ahorro de más de 18 millones de colombianos.
¿Quién se irá a echar al hombro la tarea de abordar esta problemática? El momento de tomar medidas decisivas es ahora.