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La India y su plan maestro

Igualarse con China, Rusia y Estados Unidos es solo una muestra de su posición dominante en el mundo y de las posibilidades que pueden abrirse para cualquiera que establezca vínculos económicos o comerciales con ese subcontinente.

12 de septiembre de 2023
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Si hace tan sólo unos días el Primer Ministro indio Narendra Modi aseveraba con júbilo que India había llegado a la Luna, convirtiéndose así en el cuarto país en lograrlo, el pasado fin de semana ese gigantesco subcontinente reforzaba su imagen como protagonista mundial y referente global al servir de anfitrión de la reunión del G 20 en Nueva Delhi, su capital.

Sin duda las últimas semanas le han sido muy útiles a Modi, porque ha logrado demostrar el auge económico, demográfico y tecnológico de la India. Además, en la cumbre del G 20 consiguió uno de sus objetivos: integrar a la Unión Africana en este selecto grupo para que el continente africano tenga más voz en los asuntos internacionales. La idea de Modi es convertirse en un referente del sur global y, por la declaración conjunta final, parece que lo está consiguiendo. El consenso alcanzado sobre el multilateralismo, que busca reforzar los poderes y la eficacia de los bancos multilaterales, envía un mensaje muy positivo sobre la dirección de las políticas que se quieren alcanzar en el sentido de reducir la brecha entre los países del norte y los del sur. Y en esto el Primer Ministro indio ha llevado la batuta.

Sin embargo, ese mismo afán de Modi por mostrar una India potente aprovechando la vitrina del G 20, también lo condujo a tomar medidas controvertidas a ojos de sus connacionales. Por ejemplo la orden de cierre total en el área céntrica de la capital del país, así como el despliegue de 130.000 policías, paramilitares y aviones de apoyo de la Fuerza Aérea. Lo anterior sumado a otras acciones polémicas previas a la reunión como la demolición de viviendas precarias cerca de la sede de la cumbre o la espantada de micos y perros callejeros. El gobierno paralizó el corazón de la ciudad, llegando a cerrar mercados y escuelas e interrumpiendo el tráfico. Y eso que la cumbre se desarrolló en un lujoso centro de convenciones recientemente construido.

En cuanto a las ambiciones espaciales de la India, estas van mucho más allá del trascendental éxito de la misión Chandrayaan-3 con la que consiguieron a finales de agosto llegar al polo sur de la Luna. En esa zona es donde los científicos creen que hay abundantes depósitos de agua que serán fundamentales para el objetivo de producir combustible en la Luna y desde allí poder viajar a Marte. La tecnología exhibida por la India durante esta operación es un prodigio de la ingeniería que solo está al alcance de un país grande y poderoso. No en vano, el primer ministro se dirigió a la nación y aseguró que el logro conseguido es prueba de que “el cielo no es el límite”.

Y no contentos con lo anterior, los indios lanzaron su primera misión de observación al Sol unos días después de alcanzar su hito lunar. La nave, Aditya-L1, se encuentra dando varias vueltas alrededor de la Tierra para dentro de poco posarse en un punto intermedio entre nuestro planeta y el Sol y realizar desde allí estudios que ayudarán a los científicos a entender la actividad solar y sus efectos sobre la Tierra en tiempo real, lo que será muy útil para predecir plagas, sequías y desastres inminentes.

Igualarse con China, Rusia y Estados Unidos es solo una muestra de su posición dominante en el mundo y de las posibilidades que pueden abrirse para cualquiera que establezca vínculos económicos o comerciales con ese subcontinente. Un país que abra relaciones comerciales con India puede obtener varios beneficios, empezando por la atractiva opción de acceder a un mercado de más de 1.300 millones de habitantes con una creciente clase media. O la posibilidad de importar productos de alta tecnología y valor agregado a menores precios, así como aprovechar las ventajas comparativas de ese país en sectores como servicios, farmacéutica, textil y agroindustria. Por no hablar del aumento de flujos de inversión privada.

El hecho de que la India tenga ya más población que China puede empezar a reportarle utilidades como fortalecer su reclamo de obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. India es miembro fundador de este organismo y siempre ha insistido en que su reivindicación de un asiento permanente es justa. Sería absurdo ignorar que una de cada cinco personas menores de 25 años en el mundo es de India y el 47% de los indios tienen menos de 25 años.

El mundo tendrá que aceptar algunos de los desafíos que plantea el afianzamiento de esta nueva potencia. Por ejemplo la competencia de los productos indios en sectores sensibles como el metalúrgico, el automotriz y el químico. Las barreras arancelarias y no arancelarias que impone India a las importaciones o el impacto social y ambiental de sus actividades comerciales. A todo esto habrá que enfrentarse en su debido momento, pero sería muy útil ir planeando desde ya una estrategia.

Planificar siempre es fundamental y más si se quiere estrechar vínculos con un país que tiene sus metas claras. Desde hace más de 70 años la India estableció un plan al que llamó Amrit Kaal, que se traduce más o menos como “era dorada”. Se trata de un término que el Primer Ministro y otros funcionarios del gobierno utilizan para referirse a los años que faltan hasta 2047, cuando India cumplirá 100 años. Dicen que para entonces India estará entre las naciones más prósperas y desarrolladas del mundo. Y los últimos acontecimientos parecen así confirmarlo.

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