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Cuando las relaciones son desplazadas por la tecnología

Cuando la obsesión tecnológica comienza a desplazar a su pareja, su relación corre peligro.

Cuando la obsesión tecnológica comienza a desplazar a su pareja, su relación corre peligro.

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06 de diciembre de 2015
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“Nuestras conversaciones comenzaron a darse más por Whatsapp que en persona”, cuenta Julián Pérez*, periodista deportivo de 23 años, que vive en Bogotá. Se refiere al noviazgo que sostuvo con Paola Ardila*, una joven de 26 años que trabajaba en una farmacia. “Fue una relación bacana en sus inicios, pero llegó a su fin el pasado mes de junio”, cuenta Julián.

Pérez asegura que la obsesión de su novia por los chats virtuales fue en aumento en el transcurso del año y 10 meses que duró su romance. “Le reclamaba por estar ‘whatsappeando’ o en Facebook todo el tiempo. Comencé a tener desconfianza y a celarla, lo admito”, dice este joven, tras relatar que la suspicacia lo llevó a revisarle el celular a Paola.

“Encontré chats que no eran acordes con una persona que tenía novio y hasta fotos que le mandaban extraños. Ella borraba los chats pero me di cuenta que la opción de los emoticones de Whatsapp permite ver los más usados y Paola enviaba muchas caritas con corazones y no precisamente a mí”, reveló Pérez.

Este es uno de esos casos que se han vuelto comunes en el consultorio de la psicóloga vallecaucana Nelly Rojas, especialista en parejas y autora del libro El nuevo amor, en el que relata cómo las relaciones amorosas han evolucionado en estos tiempos.

Placer que usurpa

La psicóloga destaca dos aspectos adictivos de las redes sociales. El primero es la sensación de placer que generan. “Lo grave no son las redes y tampoco es meterse a internet, lo delicado es no poder medir el tiempo que se les dedica”, aclara.

El segundo aspecto es la “sensación de omnipresencia o de estar en todos lados y eso es lo que percibe quien quiere estar metido todo el tiempo en Instagram, Facebook, Twitter o cualquier otra comunidad virtual. Hay casos en el que inclusive las personas están en la misma casa y se comunican por celular”, advierte Rojas.

Y es que precisamente las obsesión tecnológica “afecta a los ejes más importantes de una relación: el afecto, la comunicación y el sexo cara a cara, porque vale la pena recordar que ahora existen el cibersexo y los chats eróticos”, dice Rojas.

Amor líquido

Y ese fue el caso de la venezolana Fabiana, quien pidió no revelar su apellido. Su ruptura amorosa más reciente se dio por la obsesión de su ex pareja a las redes sociales. De hecho, allí ella descubrió la infidelidad de él.

Por siete meses esta médica radióloga de 33 años mantuvo un noviazgo con su colega “Alejandro”, médico cirujano, de 38 años, a quien desde el comienzo le notó su fascinación por interactuar muy seguido en Facebook, Instagram y Snapchat. Sin embargo, le restó importancia al tema.

La inconformidad por esta situación era frecuente en ella, además, le molestaba percibir que Alejandro mantenía escondido su móvil hasta que finalmente leyó “mensajes comprometedores de él con otras mujeres”.

Pero la gota que rebasó el vaso fue justo cuando se sintió desplazada en la cama: “Tuvimos un encuentro íntimo y, después, en vez de conversar conmigo, prefirió chatear”, relató Fabiana, quien no soportó ver cómo su pareja tenía una nueva conexión en la intimidad con su celular.

El ex de Fabiana forma parte de ese grupo de personas que quizás encuentran en las redes la posibilidad de vivir un “amor líquido”, concepto contrario al ideal llamado “relaciones sólidas”, del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, citado por Rojas en su más reciente libro que destaca que la falta de compromiso se ve más en estas nuevas generaciones que se embarcan en romances por la vía digital.

Para entender el concepto del autor polaco, la reconocida sexóloga colombiana Carmen Larrazábal explica que las relaciones interpersonales están definidas en los tres estados de la materia: sólido, líquido y gaseoso. El sólido se caracteriza por el interés del individuo por el compromiso, la formalidad y la inclusión de su pareja en planes a futuros.

“Si falta esa solidez, calidez y tienden a ser cada vez más fugaces, estamos ante un amor líquido, este tipo de amor se nos va entre los dedos y no puedes atajarlo y eso ocurre porque el vínculo que se establece es contrario al concepto de lo romántico”, explica.

Pero la especialista en sexo advierte que mientras el acercamiento es más frágil, “estamos ante un amor gaseoso, ese es peor porque se esfuma en el aire. Las redes sociales se prestan mucho para este tipo de amores (el líquido y gaseoso), por lo tanto son un referente de cómo se están dando las relaciones modernas”, apunta.

¿Hay salvación?

La sexualidad y la comunicación son las primeras “radiografías de pareja” que saca en su consultorio la especialista en el tema Nelly Rojas. Si hay mala comunicación, su pareja se resguardará en ese espacio digital en el que es más fácil manejar la interacción y si “hay sexo pobre es probable que la pareja encuentre adictivo el placer que proporcionan, por ejemplo, los chats eróticos o que simplemente busque entretenerse con algo”.

En el caso de los adictos a chats eróticos o cibersexo, la terapia abarca ejercicios en pareja llamados “Placereados”, que cuya clave para mantener la llama de la pasión viva entre ambos es la exploración de sus cuerpos, para que puedan reencontrarse en ese plano pero con “nuevos estímulos”.

El objetivo es hacer que ambos vuelvan a empoderar el sexo en su relación y que logren ser más creativos, versátiles y capaces de atreverse a experimentar con confianza.

En todos los demás casos, la generalidad es partir de la conciencia que la persona tiene de la tecnología y que la misma “no es ni puede ser una prioridad” por encima de las personas que lo rodean. La recomendación como tarea individual es evaluar qué tan posible es adoptar rutinas para controlar el tiempo de permanencia en redes.

“Pero si la persona tiene una grave adicción, no puede dejar el celular ni parar de revisar sus redes, entonces no es suficiente la terapia en pareja e individual, sino en grupo, así como se hace con el alcohólico o quien está en las drogas. Esto se debe a que la persona dice que no quiere hacerlo pero no se resiste, así que corresponde aplicar instrumentos más especializados”, explica Rojas.

Pero las redes, si son “usadas con inteligencia” también pueden ser aliadas afectivas. La doctora Larrazábal destaca que la comunicación en pareja se puede fortalecer si los chats o celulares son usados para sorprender al otro con gestos románticos y no solo para “las cosas cotidianas que pasan en el día”, ¿cuándo fue la última vez que le escribió algo sorprendente a su pareja en el chat sin que fuera una fecha especial?

*Nombres cambiados por petición de las fuentes.

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