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¿Paredes dibujadas o arte callejero?

Los grafitis invaden algunas calles de Medellín para el deleite de algunos y para la molestia de otros.

  • ¿Paredes dibujadas o arte callejero?
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  • FOTOs angery lozano
    FOTOs angery lozano
15 de enero de 2016
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Algunas calles o avenidas de Medellín parecen ser un gran cuaderno donde el lápiz es reemplazado por el aerosol para darle vida a un tipo de arte: el callejero. Paisajes, rostros, animales, elementos abstractos y hasta simples garabatos o firmas se posan sobre paredes de ciertos sectores de la ciudad.

Pero como no todos los “trazos callejeros” están provistos de un estilo artístico, algunos entran a la eterna polémica: ¿son arte urbano o expresiones de vandalismo?

Con el interrogante de si los grafitis embellecen y le dan valor a los espacios públicos o, por el contrario, los sumergen en una atmósfera de fealdad, la Twittercrónica realizó un recorrido por diferentes sectores de la ciudad en búsqueda de ese catálogo urbano que divide opiniones.

¿La casa rara?

Al recorrer la carrera 44 en el barrio Colombia, una casa llama la atención entre talleres automotores, montallantas y distribuidoras de cemento. Su fachada fue intervenida por una explosión creativa del arte urbano, se trata del hogar de la familia García López.

Ramas y conejos pintados de fucsia, azul y turquesa están sobre un fondo crema y en la parte superior, corona el dibujo una mujer con un cabello que cubre su torso. Por la puerta de esta casa sale Andrea Gaviria, de 21 años, nieta de Magdalena García, una de las dueñas de esa morada.

“La casa fue pintada por una artista colombiana radicada en Panamá que se hace llamar Remedios”, cuenta con amplia sonrisa Gaviria, quien relata que el grafiti de ese hogar (en el cual también residen sus tres tíos abuelos) se hizo en octubre de 2015, cuando se celebró el Festival Internacional de Arte Urbano Pictopía, evento que contó con la participación de artistas invitados a nivel nacional e internacional en su tercera edición.

“Al principio mi tío (Julio César García de 72 años) se oponía porque pensaba que tendríamos una casa rara. Tocó convencerlo de que con ese arte se le regresaría la esencia a este barrio que se volvió tan industrial”, dice Gaviria mientras se oye el rugir de los motores de carros que llegan al taller del frente.

El recorrido visual va hasta el final de la cuadra: un conejo con un vestido, una mujer de cabello azul, la curvilínea figura de una chica morena con una corona y un dibujo de una buseta fucsia con dientes y brazos completan una galería de arte al aire libre y cuyo público puede apreciar a cualquier hora.

Lo feo

“El grafiti bien elaborado es una cosa, el grafiti en donde se simboliza una pandilla o grupo armado es otra cosa”, opina Sebastián Arias Ruiz a través de su cuenta en Twitter @AriasRuizMD. Esta visión la comparte Juan Durán, un estudiante de 20 años quien al salir de la estación Hospital del metro se detiene a observar algunas de las firmas que están en las paredes de esa zona y que suelen repetirse en diferentes puntos de toda la ciudad.

“Estos son garabatos sin sentido que no aportan un mensaje, más bien afean el paisaje”, dice Durán, mientras en Twitter, el usuario Hossafath, @CASTROCARMONA, cuestiona esta afirmación: “¿Entonces muchos pintores y sus obras fueron y son un fiasco?”.

Otros más radicales como Julián Alberto Gartner Naranjo opina en redes sociales que el grafiti, sea artístico, con figuras sin sentido o tags (firmas), simplemente no debe existir en ninguna de sus formas. “Sea lo que sean, son vandalismo. ‘La pared y la muralla son el papel del canalla’, decían los abuelos”, apunta.

Cultura callejera

Más que un mensaje expresan los murales situados frente a Comfama de Aranjuez, en la Calle de la Paz y que van de esquina a esquina. Desde ese sector de la ciudad un grupo de cuatro mujeres, identificadas con los emblemas de una marca de ventas por catálogo, opinan sobre la función que cumplen los grafitis.

“Estos dibujos exaltan nuestros ancestros, tienen su mensaje cultural y son tan bonitos que uno no puede dejar de detallarlos”, admite María Eugenía Díaz mientras sostiene un cuaderno en sus manos. “Ahora, si es vandalismo, es decir, puros rayones o cosas sin sentido, en eso no estoy de acuerdo”, añade la señora de 52 años.

¿Es posible imaginar una ciudad sin grafitis? Ante la pregunta Luz Marina Giraldo, de 38 años, replica que la estética de una ciudad puede resaltarse con murales bien elaborados, llenos de mensajes positivos y que puedan inspirar al público.

Giraldo cree que el arte callejero puede mantenerse con entidades públicas u organismos trabajando de la mano con los grafiteros. “Hay zonas o muros del metro, por ejemplo, que se ven planas y sería una buena idea llenarlos de grafitis antes de que lo hagan otras personas con puras rayas” .

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