Que las estrellas masivas mueren en un estallido enorme de energía, una supernova, es tema sabido hace mucho. Pero, ¿y una hipernova qué?
Cuando estalla una de las primeras su brillo puede superar el de toda la galaxia donde reside, pero hay otro evento que es mucho más poderoso y es una muestra de los procesos superenergéticos que ocurren en el universo .
Un grupo internacional de astrónomos estudió en detalle el fin de una estrella de gran masa que produjo un estallido de rayos gamma (GRB) y una hipernova, detectando un nuevo componente en este tipo de fenómenos. El estudio, publicado en la revista Nature, aporta el eslabón para completar el relato que vincula las hipernovas con los GRB.
“En 1998 se detectaba la primera hipernova, una versión de las supernovas muy energética, que siguió a un estallido de rayos gamma y que supuso la primera evidencia de la conexión entre ambos fenómenos”, recuerda Luca Izzo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que encabezó el estudio.
¿Cómo se explicó el evento? Se propuso que involucraba una estrella de más de veinticinco masas solares que, al agotar su combustible, sufría colapso del núcleo. Al derrumbarse sobre sí misma, explica un comunicado, el núcleo genera un agujero negro o una estrella de neutrones y, al tiempo, surgen dos chorros de materia que atraviesan las capas externas de la estrella y que, al emerger al medio, producen estallidos de rayos gamma (los GRB).
Luego se produce la explosión de hipernova, que puede ser decenas de veces más intensa que una supernova.
No todas las hipernovas detectadas han emitido esos poderosos rayos que, se afirma, si surgieran cerca a nuestro Sistema Solar, arrasarían con la vida en la Tierra.
El estudio lo que hizo fue encontrar la razón por la cual no todas producen los estallidos de rayos gamma: una envoltura caliente que se forma en torno al chorro a medida que se propaga.