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Mientras en la Tierra se propagaba la agricultura del Oriente Próximo en todo el sur y el centro de Europa, se inventaba la rueda, la ganadería se expandía en toda Euroasia y la población mundial era de unos 5 a 7 millones de personas, el cometa interestelar 2I/Borisov entraba a las “puertas” del Sistema Solar, cuenta el astrofísico de la Universidad de Antioquia, Jorge Zuluaga. Fue en el 5.000 antes de Cristo.
Hoy con herramientas más refinadas para estudiar el cielo a profundidad, el descubrimiento de pequeños objetos interestelares que ingresan al Sistema Solar finalmente ha sido viable. En octubre de 2017 se supo de 1I/ʻOumuamua, ese posible asteroide (ver Para saber más) que se vio en los datos del telescopio Pan-STARRS cuando se estaba alejando del Sistema Solar y en septiembre de este año un astrónomo aficionado descubrió a 2I/Borisov, un cometa que el próximo 7 de diciembre estará en su punto más cercano al Sol, una estrella que no es la suya.
Para entender que se originaron en otros sistemas estelares, cuenta Zuluaga quien con colegas del Grupo de Física y Astrofísica Computacional (FACom) y el Solar, Earth and Planetary Physics Group (SEAP) de la UdeA, desarrollaron un método general con el que se evalúa la procedencia de los cuerpos interestelares. La velocidad es la clave.
“Cuando un cuerpo astronómico se mueve cerca a otro, su velocidad puede decirnos si se mantendrá cerca, sea en una órbita alrededor de este o si simplemente es un viaje pasajero. Eso es lo que nos dice Borisov y ‘Oumuamua, son objetos que no permanecen cerca al Sol”, detalla el astrónomo.
El Borisov se desplaza a unos 180.000 kilómetros por hora, muy por encima del promedio de los cuerpos celestes que orbitan alrededor del Sol a esa distancia, agrega Mauricio Vinasco, coordinador del Observatorio Astronómico de la Universidad del Bosque.
Vagabundos interestelares
Las posibilidades que abre el nuevo cometa interestelar descubierto son inmensas. Los asteroides y cometas, son los fósiles del Sistema Solar, es decir, los objetos más antiguos que tiene y los menos afectados por cualquier otra interacción, cuenta Vinasco. Un planeta, en cambio es deformado y modificando por su tectónica de placas o sus ciclos del agua o fósforo, lo que hace difícil analizar su pasado. Mientras que los asteroides y cometas vienen puros, con los mismos elementos químicos con los que se formaron en su sistema estelar.
Un asteroide está compuesto de material que no llegó a unirse entre sí para eventualmente haber formado otro planeta, cuenta Vinasco. En cambio, “los cometas suelen tener órbitas más achatadas y tener gases en su interior, los cuales comienzan a evaporarse cuando se acercan al Sol”. Estos objetos son muy atractivos para los astrónomos porque permiten investigar sobre el pasado del universo.
Por eso lo que se podría detectar ahora que Borisov se acerca al Sol es muy emocionante. Zuluaga asegura que “todo el que observe a Borisov en estas fechas sabe que tiene asegurado un lugar en alguna publicación científica”.
Conocer la composición isotópica (detalles químicos) del agua de un objeto interestelar, podría permitir entender cómo es el agua de otros sistemas planetarios. “Sabemos que tienen agua, sabemos que hay cometas, por eso Borisov no es raro como objeto sino por venir de otros lugares. Pero si la composición isotópica es parecida a la de los cometas del Sistema Solar, eso sería una sorpresa o si es extremadamente diferente uno podría empezar a intuir cómo sería la vida en otros lugares del universo”, dice el experto de la UdeA.
De acuerdo con el científico “es la composición isotópica del agua de la Tierra la que nos ha enseñado que esta no vino de los cometas sino que vino principalmente de los asteroides”.
Este es un momento alucinante para la astronomía. Es verdad que hay probabilidades de que estos dos objetos sean de este Sistema Solar, pero hay una alta probabilidad de que no se originaran aquí, “de más del 90 por ciento”, dice Zuluaga. A los científicos no les gusta ser tajantes con sus afirmaciones por lo que siempre reservarán un espacio para la incertidumbre.