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¿Y si vive en una simulación?

Matrix, hace 20 años, inquietó con esa posibilidad. Filósofos que estudian el futuro de la humanidad lo sugieren posible. Esto hay detrás.

  • Matrix, hace 20 años, inquietó con esa posibilidad. Filósofos que estudian el futuro de la humanidad lo sugieren posible. Esto hay detrás. Foto: Shutterstock.
    Matrix, hace 20 años, inquietó con esa posibilidad. Filósofos que estudian el futuro de la humanidad lo sugieren posible. Esto hay detrás. Foto: Shutterstock.
04 de septiembre de 2019
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La consciencia como una interfaz y el universo como simulación son ideas que suenan a ciencia ficción, pero hay algunos que creen que son posibles. Esto porque algunos científicos e investigadores han usado simulaciones por computador para explicar el mundo con preguntas sobre otros planetas o sobre el cambio climático y las migraciones.

Esto ha impulsado la siguiente pregunta: ¿y si los computadores se volvieran tan poderosos y estas simulaciones tan sofisticadas, que cada persona dentro del código fuese tan complejo como usted?, ¿y si eso está sucediendo en este momento?

La hipótesis de la simulación, propuesta por el filósofo del Instituto del Futuro de Oxford Nick Bostrom en 2003, es una de las más controversiales al respecto y ahora ha encontrado seguidores en la innovadora región estadounidense Silicon Valley, cuenta Diego Jiménez, ingeniero de la Universidad Eafit con un Master of Science en estudios espaciales en la International Space University (Francia).

Hasta hace un poco más de 50 años, explica Jiménez, los juegos de computador no existían. Hoy hay plataformas de realidad virtual en las que participan millones de jugadores del mundo que a su vez ejecutan personajes que responden a sus elecciones.

El avance es abismal en apenas un parpadeo de tiempo: piense en los gráficos de los juegos de Atari en contraste con los populares videojuegos contemporáneos como Call of Duty.

Rara, pero con seguidores

El crecimiento hiperacelerado de la tecnología sería uno de los indicadores para emprendedores tecnológicos, filósofos y otros científicos que se preguntan si esta realidad es una simulación o podría crear simulaciones.

Los más optimistas aseguran que así la tecnología crezca a una velocidad muy baja es posible que en los próximos cientos de años se hagan tantos avances que permitan que los juegos sean indistinguibles de la realidad y con escenarios más amplios de los que se tienen ahora.

Ya son comunes los juegos de mundo abierto, en los que se puede explorar casi de manera infinita. Antes, con un mundo diseñado para que Mario rescatara a la princesa, no se podía salir de allí, pero ahora hay juegos de rol donde se pueden ir a múltiples planetas que parecen nunca agotarse. Por eso, cuando pasen cientos de años, y si la sociedad no se autodestruye, explica Jiménez, la hipótesis se contempla como posible.

En el Instituto del Futuro de Oxford estudian qué puede pasar con la humanidad, no en una década, ni en 100 años, sino en miles de años por venir. Allí surgió esta hipótesis: “Si una especie que logra sobrevivir lo suficiente como para desarrollar la tecnología para recrear el universo, a su vez y con el tiempo suficiente los participantes de esa simulación podrían desarrollar la tecnología para crear otra simulación”, explica Jiménez.

La premisa es, según el cúmulo de ideas que trajo el ingeniero del evento anual del Breakthrough Starshot –el proyecto que quiere lanzar nanosondas al 20 % de la velocidad de la luz–, que las civilizaciones que se crean a partir de la simulación, generan al tiempo otra simulación y se podría estar hablando de miles de millones de ellas y solo una original. Por ello la probabilidad de estar en la primera simulación sería una entre miles de millones. Eso es lo que significa que el emprendedor Elon Musk, por ejemplo, piense que la probabilidad de que “estemos viviendo en una simulación es ‘una en miles de millones’”.

¿Hackearla?

Incluso se rumora que hay millonarios que quieren probar que esta realidad es una simulación. Porque Jiménez asegura que este problema no solo es ontológico, en el que quienes lo estudian se preguntan si esto es verdad, sino que muchos como Bostrom –que tiene influencia en Silicon Valley– lo tratan como epistemológico: lo asumen como verdad para poder plantear otras preguntas.

De hecho, investigadores de la Universidad de Washington propusieron probar la teoría en 2012; lo mismo otros investigadores en 2017 y 2018. El profesor de filosofía Preston Greene escribió una columna de opinión al respecto en el diario The New York Times diciendo “hasta ahora ninguno de estos experimentos se ha llevado a cabo y espero que nunca lo hagan”. Incluso escribió para advertir que esta sería “una idea catastróficamente mala, una que podría causar la aniquilación de nuestro universo”.

El filósofo dice que si este universo fue creado por una civilización avanzada para fines de investigación sería crucial para ellos que los que participan de ella no lo sepan. Tal como sucede con el placebo en investigaciones para probar nuevos medicamentos. Así que, dice, “si demostráramos que vivimos dentro de una simulación, esto podría hacer que nuestros creadores la terminen, destruyendo nuestro mundo”.

Así se postula

Para Bostrom al menos una de estas tres proposiciones es cierta:

1. Casi todas las civilizaciones de nuestro nivel de desarrollo se extinguen antes de convertirse maduras tecnológicamente.

2. La fracción de civilizaciones tecnológicamente maduras que estén interesadas en la creación de simulaciones es casi cero.

3. Es casi seguro que vives en una simulación por computador.

¿Cómo llega a esta conclusión? En la revista New Scientist de enero de 2006 Bostrom pide al lector que suponga que la primera proposición es falsa. Entonces una fracción significativa de civilizaciones en el nivel de desarrollo actual eventualmente madurarían tecnológicamente. Luego le pide suponer también que la segunda proposición es falsa. De ser así, la fracción de las civilizaciones que sí estuviese interesada en ejecutar simulaciones y tuviera cómo, lo haría.

El investigador usa teoría de probabilidad en su propuesta, pero la idea central del argumento comienza con el supuesto de que las civilizaciones futuras tendrán suficiente poder de cómputo y habilidades de programación para poder crear lo que llama “simulaciones de antepasados”. Estas serían simulaciones detalladas de los predecesores de los simuladores, lo suficientemente detalladas para que las mentes simuladas sean conscientes y tengan el mismo tipo de experiencias que se tienen hoy. Piense en una simulación de antepasados como un entorno de realidad virtual muy realista, pero uno en el que los cerebros que habitan el mundo son parte de la simulación.

Y es importante aclarar que este planteamiento no asume cuánto tiempo tomará desarrollarla, pueden ser 50 años o 10 millones de años.

Por lo tanto, si uno y dos son falsos, habría mentes simuladas y bastantes probabilidades de que las que están acá fuesen unas de ellas, dice Jiménez.

Pero el matemático Carlos E. Mejía, profesor titular de la Escuela de Matemáticas de la Universidad Nacional de Colombia, comenta: “Yo catalogo este trabajo como una obra de ficción. Lo sitúo en la misma categoría de libros que también han causado controversia como 1984 de George Orwell y Brave new world (Un mundo feliz) de Aldous Huxley. Las obras de ficción son atractivas, controversiales, intrigantes, pero son ficción” .

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