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La primera periodista colombiana en el Polo Sur

Esta reportera científica narra sus aventuras en el continente blanco en su más reciente libro Hielo (2018).

  • Ángela Posada-Swafford es periodista científica. Ha estado ya cinco veces en el Polo Sur geográfico, como define exactamente el lugar que ha visitado. FOTO Edwin Bustamante
    Ángela Posada-Swafford es periodista científica. Ha estado ya cinco veces en el Polo Sur geográfico, como define exactamente el lugar que ha visitado. FOTO Edwin Bustamante
  • La primera periodista colombiana en el Polo Sur
05 de septiembre de 2019
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Siempre saqueando cerebros de científicos. Ángela Posada-Swafford persiguió por ocho años un viaje a la Antártida, “el laboratorio más grande del mundo”, dice en su bitácora de expedición antártica Hielo (Planeta, 2018), que vino a presentar en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín 2019.

La determinación que ha caracterizado a esta periodista científica colombiana la llevó a vivir toda clase de aventuras en los seis viajes en los que se ha embarcado hacia una tierra de nadie y a la vez de todos. En 2005 fue por primera vez gracias al United States Antartic Program con la intención de contarle a las audiencias latinas en Estados Unidos sobre la importancia de este continente.

El último periplo fue en 2018 con la Nasa y a dos de las expediciones (2014 y 2016) fueron con el Programa Antártico Colombiano, que desde 2014 ha descendido cada año a este territorio de témpanos, y no a vacacionar sino a hacer ciencia.

¿Qué se le perdió al país?

La Antártida, ese continente rodeado de mares, es como la Luna, no le pertenece a nadie. Se rige por el Tratado Antártico, “un triunfo diplomático de la Guerra Fría que en 1959 prohibió las actividades militares y mineras, destinándola como un lugar para la ciencia”, cuenta Posada-Swafford.

Colombia se unió en 1989, pero aún no logra el estatus consultivo, solo es una nación signataria (firmante del tratado). Y es que “ningún país, sin importar lo lejos que se encuentre, por más tropical que sea o alejado del mar que esté, escapa de su esfera de influencia o del efecto dominó que producen los cambios, cada vez más pronunciados, en este ecosistema del frío”, escribe en su libro.

Perú y Ecuador tienen programas Antárticos hace 30 años y esto no es trivial, “el efecto Antártico es más pronunciado en la costa norte que en el Pacífico”. Lo que significa que lo que suceda allá se nota más en el trópico, del que también hace parte Colombia.

Así que según ha entendido Posada-Swafford junto a los científicos que van a la Antártida, es que el continente blanco puede llegar incluso a influenciar el clima del altiplano cundiboyacense a través de las corrientes de aire: “Es que la Antártida es el aire acondicionado del planeta”, contó.

Por eso Colombia quiere ser más que uno de los observadores. El país quiere ser un miembro activo y para ello requiere demostrar el interés haciendo ciencia de manera sólida.

Testigos

Para los expedicionarios, todo empieza antes de ir. Les hacen distintas clases de exámenes para conocer su estado de salud. Los expedicionarios del Programa Antártico Colombiano viajan abordo del buque de la Armada Nacional 20 de Julio, la cual es su casa durante los tres meses que dura el viaje si se embarcan en Cartagena.

Esas expediciones se limitan a trabajar en la Península Antártica.

Gracias a una invitación de la National Science Foundation, Posada-Swafford visitó el polo sur geográfico, los 90 grados de Latitud Sur, a tres horas en avión de la costa antártica. Al llegar a este, el lugar más extremo y frío del planeta, los cuidan como porcelanas (a ella y a sus compañeros): les hacen monitoreo constante de la hidratación corporal, saben si les falta comer maní o chocolate, a qué hora salieron y volvieron a la estación y “la comida que allí se come es la más cara del mundo: el viaje tarda cinco horas y media en avión de Nueva Zelanda a la Estación McMurdo y de allí tres horas en avión Hércules hasta el polo”.

Ya hay vuelos directos de Nueva Zelanda al polo, las cosas van cambiando. Asimismo el turismo: 55.000 visitantes van a caminar detrás de los pingüinos al año a la península Antártida, 45 % son chinos. Cada vez van más turistas con el bolsillo hondo para pagar esta expedición.

Pero ir a la Antártida una sola vez no es suficiente para notar los cambios sobre el continente que se están produciendo por la crisis climática por la que pasa el planeta.

A Ángela sí le ha tocado ser testigo directa de las preocupantes alteraciones que los 54 países miembros están midiendo: en su tercera expedición dejó de ver krill antártico, ese animal de aspecto alienígena que además de ser fundamental para la dieta de las ballenas es vital para la captura de carbono. Tal vez estuviera en el fondo, analizaba con la tripulación, no obstante los científicos saben que cualquier alteración a sus ambientes naturales alterará también las dinámicas de las ballenas. Solo un indicio de tantos que vociferan que hay que tomar acciones para cuidar el planeta. Esta es la punta del iceberg: el Polo Sur aún es una incógnita, todo está por hacer.

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