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Brotes enseñan que hay que cuidarse hasta bajo techo

Unas interacciones podrían llevar a más contagios que otras. Estudios de casos detallados por autoridades sanitarias ayudan a entender cómo.

  • ilustración sstock
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Cuando le piden quedarse en casa, usar el tapabocas al ir a la tienda y lavarse las manos con frecuencia, lo que los epidemiólogos y autoridades quieren decirle es que minimice la posibilidad de encontrarse con las cantidades justas del virus Sars-Cov-2 que lo enfermen. Pero estas no se conocen con exactitud.

Lo que ahora se sabe es que toser, estornudar, cantar, hablar e incluso la respiración pesada puede resultar en la expulsión de miles de gotas respiratorias grandes y pequeñas portadoras del virus responsable de la muerte de 400.000 personas en el mundo, y contando. Esto a partir de estudios de múltiples contagios de covid-19 que han sido documentados con minucia por las autoridades de varios países como el del call center y el restaurante que se detallan en la infografía.

Martínez dice que es importante que las áreas de epidemiología de las secretarias de salud locales den el paso a estudiar los brotes, más allá de la prevención que implica cerrar diferentes espacios. “Para establecer formas de apertura es relevante centrarse en ciertos tipos de espacios cerrados”, sugiere Pablo Andrés Martínez Silva, médico cirujano, especialista en Economía, magíster en Antropología Social y candidato a Doctor en Salud Pública.

A estos se les llama hotspots (puntos calientes o lugares de contacto de riesgo), y “son espacios de posibles brotes por permitir una sociabilidad que puede ser estrecha”, agrega.

Ellos ayudarán a entender qué pasó y cómo atacar asuntos particulares que le permitan a los negocios estar mejor preparados. Algunos estudios de caso internacionales indicarían que tres factores de riesgo parecen ser particularmente importantes para la transmisión por vías aéreas en algunos escenarios: la proximidad a la persona infectada, el flujo de aire y el tiempo. (Ver recuadros).

Entender los brotes en Colombia como el de la cárcel de Villavicencio, el Policlínico del Olaya en Bogotá y el Mercado Minorista de Medellín, dice Martínez, “nos ayudará a construir nuestra propia evidencia. Estos brotes contienen datos no menores del comportamiento de la pandemia”.

Dosis infectante a oscuras

Aunque ya se sabe que el virus puede mantenerse activo en las superficies, los virólogos creen que una gran carga viral es la que lo pone en riesgo. Las personas pueden adquirir el virus tocando una superficie contaminada y luego poniéndose las manos en la nariz o la boca.

Pero, “no hay evidencia hasta ahora de que los contagios a través de superficies sean la principal forma de propagación del virus. En cambio sí del alto contagio en el contacto físico humano a humano”, explica el Santiago Estrada Mesa, director general del Laboratorio Clínico VID de Medellín, quien se actualiza con frecuencia sobre covid-19 a través de varias revisiones de publicaciones científicas de organizaciones como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

Aún se desconoce la dosis infectante, aclara Estrada, se estima que unas pocas partículas virales no pueden enfermarlo, su sistema inmunológico controlaría a los intrusos antes que ellos lograrán reproducirse en sus células. Pero, ¿cuánto virus se necesita para que una infección eche raíces?

El virólogo Francisco Javier Díaz Castrillón, quien hace parte del grupo de Inmunovirología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, que aisló el virus por primera vez en el país, asegura que una respuesta precisa es imposible, “se asume que un virus tan contagioso debe tener una dosis infecciosa baja. No sé si alguien haya trabajado en dosis infectante con animales, la única forma que veo viable de abordar el problema. Nadie aprobaría una investigación experimental con humanos para resolver esa pregunta”.

Estrada, que ha trabajado en tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, hace un contraste con otras enfermedades, pero tampoco se atreve a hacer una estimación fundamentada en el conocimiento que se tiene sobre otras afecciones para conjeturar la del nuevo coronavirus. “Para infectar la tuberculosis solo requiere de tres partículas virales; el sarampión necesita un número de partículas que están en el orden de las decenas y las del cólera están en el orden de los millones de partículas virales”, explica. Teniendo en cuenta que la del SARS, también de la familia de los coronavirus, está en el orden de las centenas, “el que produce covid-19 puede ser menos de cientos, pero es muy temprano para demostrarlo”, aclara Díaz. Es un trabajo detectivesco y continuo; el virus tiene el hábito de desafiar las predicciones.

Mientras no se conocen muchos detalles del virus y no exista una vacuna para contrarrestarlo será clave aprender de los estudios de caso. Martínez, por su parte, sugiere que en estos momentos en los que se busca establecer formas de reapertura “es relevante fijarse en esos hotspots”. Las lecciones que dejan lo sucedido en algunos escenarios como restaurantes, oficinas, buses y lugares de entretenimiento permiten aprender sobre el riesgo que se corre en ellos. De allí la importancia del rastreo de casos con la nueva enfermedad.

En un momento en el que se espera volver a la normalidad, y mientras llega una vacuna, esto enseñan brotes que han sido compilados por el CDC de Estados Unidos.

5,3
min. se queda el virus en el aire en espacio no ventilado.
Infográfico
Helena Cortés Gómez

Periodista, científica frustrada, errante y enamorada de los perros. Eterna aprendiz.

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