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Consejos para cuidar a un perro o un gato maltratados

Pueden ver afectada su salud física y mental. Evite conductas que empeoren sus miedos. Aprenda cómo devolverles el bienestar y ayudarlas.

  • Los animales son seres con capacidad de sentir y, de acuerdo con esto, pueden expresar emociones. FOTOS Jaime Pérez y Manuel Saldarriaga
    Los animales son seres con capacidad de sentir y, de acuerdo con esto, pueden expresar emociones. FOTOS Jaime Pérez y Manuel Saldarriaga
22 de abril de 2022
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Aunque para algunos parece algo normal, pegarle a una mascota con un periódico o un palo es una de las tantas formas de maltrato animal, que genera en el gato o perro consecuencias físicas y emocionales.

Cuando hay maltrato, y según su nivel, lo primero que ocurre es que se rompe el vínculo afectivo entre el cuidador y el animal de compañía. Se pierde la relación de simbiosis en la que el humano aporta cariño y compañía, y la mascota entrega protección y cuidado. Y hay más: en el animal se puede generar agresividad y desarrollar condiciones de miedo, ansiedad extrema, nerviosismo y temor producto de las secuelas que le quedan. Además, dificultad en la socialización, vocalización exageradas, salivación, apatía y anorexia.

Desde el punto de vista físico, en el individuo se pueden observar lesiones como heridas, laceraciones, moretones, fracturas, quemaduras, hemorragias, lesiones de órganos internos, entre otras.

Un perro que constantemente es golpeado por su tutor podrá desarrollar comportamientos de agresividad como mecanismo de defensa y reaccionará con ataques ante el más mínimo estímulo sin importar si este es positivo o negativo.

“El maltrato comportamental o psicológico es más difícil de determinar y puede confundirse con otro tipo de enfermedades. Veremos animales que se acicalan excesivamente llegando a infligirse heridas de leves a graves, automutilaciones (se arrancan las uñas, se muerden la cola), animales de bajo peso, que se enferman recurrentemente, tienen comportamientos erráticos, se vuelven miedosos o agresivos, dan vueltas y no permanecen en un solo sitio”, explica Gabriel García, médico veterinario.

Los animales son tan sensibles que pueden verse afectados negativamente por cosas simples como un grito, un movimiento brusco o un golpe.

El etólogo Fredy Manrique agrega que se presenta otra condición que se conoce como Indefensión Aprendida, que es cuando el animal adopta un comportamiento pasivo, que ni se mueve ni camina. Cuando sufre un nivel de ansiedad tan elevado puede sufrir un choque de estrés postraumático y ahí es cuando deja de comer, por ejemplo.

El experto agrega que los gatos son más sensibles al estrés en comparación con los perros, debido a que estos tienen más desarrollada la conducta conocida como efecto novedad. Esto pasa cuando, por ejemplo, a un gato lo llevan a bañar a la peluquería y al llegar a la casa sigue estresado, poniéndose agresivo, es como un estrés agudo en el animal. En los perros no se presenta con tanta frecuencia porque son más sociales que territoriales.

El veterinario García dice que estos estímulos negativos generan en el animal una respuesta fisiológica que es dada por el cortisol (la hormona del estrés), y se desencadenan respuestas orgánicas como aumento de la frecuencia cardíaca y de la frecuencia respiratoria, inquietud, parálisis, y otras enfermedades en la piel o el hígado.

¿Cómo ayudarles?

Según Manrique, no todas las mascotas superan estos trastornos y recuperar su bienestar emocional y físico depende, porque el proceso para lograrlo incluye varios factores como la capacidad de socialización del animal y el método de adiestramiento. También el daño hecho.

“Para tratarlos hay que tenerles un entorno favorable, una buena alimentación, un espacio que cubra sus necesidades (físicas y emocionales) y un adiestramiento en positivo. Si tiene dolor o problemas físicos hay que acudir a un profesional”.

Por su parte, García dice que en algunas ocasiones los tratamientos son netamente conductuales, pero en otros se necesita el uso de terapias que pueden ser menos invasivas como feromonas o aceites esenciales. Para otros es necesario el uso de medicina zoopsiquiátrica que debe ser recetada.

“Los tutores y la comunidad en general deben tener en cuenta que los animales son seres con capacidad de sentir y, de acuerdo con esto, pueden expresar emociones como dolor, tristeza, estrés, ansiedad o miedo”, explica el veterinario.

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