Pocas experiencias podrían resultar tan inolvidables como sentir el cosquilleo de una cucaracha caminando por la palma de una de nuestras manos. Más, si se trata de una cucaracha gigante o Patineta y, más aun, si este acto sucede por voluntad propia... de uno, claro, no de la cucaracha.
Estos seres en especial y los insectos en general, con relativas excepciones, constituyen la clase de animales más despreciados del planeta.
Les dicen bichos, palabra que, sin duda, es despectiva. Y cuando a un humano lo quieren insultar, suelen decirle «insecto» o «mal bicho». Y si se desea ser más ofensivo, se incluye «¡cucaracha!», a la retahíla de improperios.
Y entre las excepciones uno podría mencionar a las abejas, tal vez porque fabrican miel; a las hormigas, porque las consideran ejemplo de laboriosidad —hasta en las fábulas—, y a las mariposas, por bellas.
Sin embargo, esa aceptación es relativa, porque les ponen peros: de las abejas dicen: sí, dan miel, pero pueden picarte; de las hormigas, sí, son trabajadoras, pero pueden comerse las hojas de las plantas, y de las mariposas, sí, son bellas, pero que no sea una negra, que anuncia muerte...
En suma, la vida del insecto es poco envidiable. Para ellos específicamente crearon los insecticidas, que usan hasta los niños sin remordimiento.
Más que útiles, esenciales
Tal actitud de los humanos hacia los insectos resulta poco menos que injusta, de acuerdo con Nortys Jaramillo y Juan David Marín, los biólogos encargados de conducir el Museo Entomológico y Mariposario Piedras Blancas.
Ambos han hecho de esos invertebrados sus compañeros de trabajo o, mejor dicho, de vida. Hablan bien de ellos. Tanto, que cuando uno les dice:
—Se sabe que los insectos también son útiles en la Naturaleza...
Nortys corrige:
—¿También son útiles? No: son fundamentales en la Naturaleza!
Y se solaza de tal modo hablando de las bondades de esos seres pequeños que vemos volar y oímos zumbar, que da gusto escucharla.
“A pesar de ser una de las clases de animales más menospreciadas del planeta, nos hacemos los ciegos, pero más de la mitad de la vida animal está conformada por insectos. Constituyen la principal fuente de alimentos para otros animales de mayor tamaño. Son polinizadores. Las mariposas, las abejas, las avispas y muchos otros, esparcen el polen y ayudan a la reproducción de numerosas especies vegetales. Son recicladores porque comen materia orgánica. Por ejemplo —en este punto, Nortys se expresa de manera más gráfica—, yo soy un insecto, me como un pájaro muerto y devuelvo al ecosistema material nutritivo para las plantas”.
El Museo Entomológico y Mariposario Piedras Blancas se creó en enero de 2004. Surgió por una iniciativa de la Universidad de Antioquia, que encontró la manera de materializarse mediante una alianza con la caja de compensación Comfenalco. Esta entidad se encarga de administrarlo en una sede suya, situada en la vereda Piedras Blancas, corregimiento de Santa Elena.
Los artrópodos son la gran división de animales invertebrados en la que se integran los insectos, los arácnidos, los miriápodos y los crustáceos. En el Museo habitan los tres primeros.
Entre los insectos están las cucarachas, los escarabajos, las hormigas, las ladillas, las avispas, las moscas, los chinches, los mosquitos y, claro, las mariposas, que tienen espacio aparte, entre otros. En los arácnidos, en este centro tienen tarántulas, que cuidan durante su ciclo de vida. En los miriápodos, los ciempiés son los más comunes.
Investigación y muestra
El Museo tiene dos direcciones: la investigación y la divulgación. Para la primera, cuenta con dos colecciones de especímenes disecados. Más de 15 mil especies de referencia, pero sumando todos los individuos, porque hay varios de algunas especies, pueden superar los 25.000.
Investigadores pueden encontrar insectos que les interesan. A cada especie la acompaña la mayor cantidad de información posible. Una ficha con nombres vulgar y científico; datos de recolección como lugar de procedencia, altura sobre el nivel del mar, quién lo capturó, modo de captura, si fue con red, en forma manual o con alguna trampa...
Para la divulgación, de acceso al público general, hay muestras de insectos disecados, como se los imagina uno, clavados en superficie blanda, para ser observados, pero con la tecnología y los protocolos de hoy. Existen artrópodos que no permiten ser clavados, porque se desbaratan, de modo que su conservación es diferente. Hay algunos sumergidos en alcohol, que llaman “preservados en fresco”. Otros están vivos, en espacios cerrados donde pueden volar.
Y a todos les llevan sus “caprichos” o, mejor dicho, les atienden sus necesidades.
Por ejemplo, la cucaracha Patineta, una de las estrellas del lugar, cuenta con un terrario climatizado, porque esa tipa es de tierra caliente. La pobre sufriría en el frío de Santa Elena.
Los biólogos, Nortys y Juan, también se encargan de guiar a los visitantes. Como los guías de los museos corrientes, los de arte, conducen a las personas, las acompañan y les explican aspectos de la vida artrópoda. Como esos otros museos, este cuenta con un guión constituido por fichas y letreros informativos, de modo que quien llegue allí, incluso si lo recorre solo, lo entiende. Pero es mejor andar acompañado por un experto para que aclare dudas.
En últimos meses, Comfenalco ha ido abriendo cupos para estudiantes de biología o de carreras afines que necesitan hacer la práctica profesional, para que la realicen allí. El último practicante dejó organizado “un capítulo sobre insectos sociales” —los gregarios, como las hormigas y las abejas—. Los auxiliares también apoyan la guianza.
La clase se va volando
El Museo también apoya el sector educativo. Existe un programa que llaman Día Sin Salón. Dirigido a grupos de estudiantes, puede ser solicitado por un profesor de ciencias naturales. Es un conjunto de actividades lúdicas y pedagógicas en las cuales los biólogos les explican a los alumnos el mundo de los artrópodos y salen con aquellos al campo circundante. Se complementa con un traductor, quien les va contando a los alumnos las ideas en inglés, para que practiquen la lengua extranjera.
Los temas de las charlas que dictan los profesionales del Museo dependen del grupo de estudiantes.
“Si son, digamos, alumnos del Sena, la charla sería más especializada. Por ejemplo, control biológico, de plagas o enfermedades, con insectos”.
El Museo tiene fortaleza en especies nativas. Así les puede brindar alimentación a los protagonistas de sus historias con plantas nativas.
Queda una lección de todo esto. Los insectos están lejos de ser los seres despreciables que muchos creen. Algunos de ellos pueden resultar molestos en ciertos momentos, pero qué ser está libre de ello. Pensemos que muchos humanos de los que revolotean y zumban a nuestro alrededor también lo son... En muchos casos no son tan útiles como aquellos seres alados... Y los soportamos de todos modos.
20
mil especies de grillos o saltamontes existen en
el mundo.
120
mil especies de moscas y mosquitos pueblan la Tierra, según registros.
25
mil individuos constituyen la población del Museo Entomológico.