Paula adoptó un perro callejero. Muy amoroso, aunque de armar tropel cuando se encuentra con otros de su especie. Un día mordió a uno más pequeño y aunque ella pensó que lo había hecho trizas, no resultó tan grave. Solo le costó unas disculpas y una llorada. Tampoco afectó su economía, pero pudo ser así.
Todavía no es frecuente que alguien tenga un seguro para proteger a su mascota por un accidente o enfermedad o responder por los daños que cause a otros.
Los seguros para canes y gatos son un auxilio que para un bolsillo atacado de improviso cubren algunas cosas, pero no todas. En esto coinciden el médico veterinario Fredy Salazar y el veterinario forense Julio Aguirre.
Fredy sabe por los pocos dueños de animales que poseen seguro, que al realizarle un procedimiento a una mascota, ellos van con la factura a la aseguradora a pedir el reembolso y esta les reconoce una parte.
Cree que contar con un seguro “es una buena opción, porque muchas veces, en el momento en el que ocurren los percances, el propietario del animalito no tiene el dinero para responder”.
Julio respalda este comentario al mencionar que la cobertura en servicios de salud para estos seres de compañía es muy básica. Las vacunas, la desparacitación, la peluquería y algunos asuntos menores.
Pero si, por ejemplo, “tras un accidente, un perro requiere una laparoscopia por trauma cerrado a tórax, que costaría, digamos, tres, cuatro o cinco millones de pesos, eso no lo cubre.