Usted podría ser un extraterrestre y provenir de Marte, de la luna, de Saturno o de cualquier parte del sistema solar. No es exageración ni parte de una historia de ficción. Se trata, de hecho, de una teoría que desde hace siglos ha rondado la mente de los científicos e investigadores y que todavía se conserva.
Ya en el V antes de Cristo el filósofo Anaxágoras planteó por primera vez (por lo menos en los registros históricos), la posibilidad de que la vida en la Tierra proviniera del espacio, pero solo hasta el siglo XVIII d.C. la idea comenzó a tomar forma.
Apenas en 1908 la teoría fue bautizada como “panspermia”, que proviene del griego y significa “semillas en todas partes” y que, a grandes rasgos, indica que el material biológico que había en el espacio, como aminoácidos y proteínas, fue transportado por cuerpos celestes, meteoritos, hasta la tierra, donde encontró condiciones apropiadas, evolucionó y originó vida.
Aunque, de acuerdo con el profesional de Astronomía del Planetario de Medellín, Enrique Torres, no se ha comprobado aún formas de vida que hayan llegado en meteoritos, “es posible que ocurra porque se sabe de bacterias y organismos que pueden sobrevivir a condiciones extremas como las altas temperaturas y presiones o ciertas condiciones químicas”.
De hecho, en enero de este año, científicos del departamento de Química de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC) y el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) encontraron nuevas pruebas que indican que los meteoritos conocidos como condritas carbonáceas (que contienen minerales capaces de retener agua y materia orgánica), aportaron agua a la Tierra primitiva.
Esto, dicen los investigadores, ocurrió hace 3.800 millones de años, cuando billones de toneladas de estos meteoritos llegaron al planeta, que recibió cantidad desproporcionada de impactos.
Lo más curioso, sin embargo, va más allá de pensar que en la Tierra hay ya vida extraterrestre porque, de acuerdo con Jorge Iván Zuluaga Callejas, profesor titular de Astronomía y Física de la Universidad de Antioquia, esta misma teoría indica que todos los planetas intercambiaron vida, incluyendo a la Tierra en este trueque. Así, podría haber en este mismo momento organismos y hasta seres terrestres en Júpiter, en suelos marcianos, en la luna o en cualquier lugar del sistema solar.
Aquí es cuando cobran mayor importancia los meteoritos. Estos son el vehículo que transporta en su interior los secretos de la creación de los planetas y de la vida misma y que, a su vez, le ahorran a los humanos el viaje hasta el espacio para recolectar muestras.
“Se ha encontrado en ellos sustancias orgánicas que nos hacen pensar que la materia de la que está hecha la vida existe en todas partes del universo. Así, por ejemplo, una bacteria que vivía en los minerales de un meteorito no se dará cuenta que salió de la Tierra y que llegó a Marte y allí se podría despertar y, creyendo que está en este planeta aún, evolucionaría”, explica Zuluaga.
Mientras la teoría se comprueba o se desmiente, los meteoritos, verdaderos protagonistas de esta historia, siguen conservando el mismo interés por parte de los científicos, al ser aquellos que hacen posible ese viaje interplanetario sin tener que salir de casa y que contienen en su interior más respuestas que preguntas.
Sobre todo a propósito de dos hechos importantes en este 2021: el hallazgo de uno de casi 300 gramos en Reino Unido el pasado 28 de febrero y el recorrido del asteroide más grande hasta ahora (un kilómetro de ancho) que pasa cerca a la tierra (a 2 millones de km), que ocurrió el 21 de marzo.
¿Qué son los meteoritos?
Las rocas espaciales y los fragmentos de cuerpos celestes, denominadas meteoroides, asteroides o planetoides, deambulan en torno al sol a diferentes distancias. Pueden ser restos de la formación del sistema solar, de cometas o de choque de cuerpos. Estos, mientras van cayendo a la Tierra y son avistados, se conocen como meteoros y solo una vez impactan la superficie y se consiguen sus restos son meteoritos, explica Torres.
Un reporte de la revista científica Nature dice que en 2020 se cumplió un récord pues fue el año en que más asteroides se detectaron, con 2.958. De estos, 107 pasaron cerca de la tierra. Además, el Museo de Historia Natural de Londres informó que hay aproximadamente 65.000 meteoritos conocidos en la Tierra, de los cuales se han visto caer 1.206.
Los meteoroides pueden oscilar entre el tamaño de un grano de arena hasta unos 50 u 80 metros de diámetro, los asteroides van hasta los 800 kilómetros y aquellos superiores a esa longitud son planetoides, continúa Torres. Estos primeros son los más comunes en la órbita de la Tierra y son, en su mayoría, restos de la formación del sistema solar desde hace 4.580 millones de años, agrupados en el cinturón de asteroides.
Pablo Cuartas Restrepo, profesor de Ciencias Planetarias de Astronomía de la Universidad de Antioquia, añade que el material interplanetario que orbita el sol entra todos los días al planeta: hasta 100 toneladas diarias de esta materia, sobre todo como polvo que, en la atmósfera, se convierte en estrellas fugaces. Los que caen lo hacen, principalmente, al océano ya que este cubre 71 % de la superficie terrestre, y allí se pierde o se confunde.
“Cuando vemos estrellas fugaces y pedimos un deseo, eso en realidad es un pedacito de material, un meteoro pequeño como un grano de arena, que debido a la fricción, al calor y a la velocidad con la que entra, se sublima y convierte en vapor en la atmósfera y eso es lo que vemos”.
“Cuando vemos estrellas fugaces y pedimos un deseo, eso en realidad es un pedacito de material, un meteoro pequeño como un grano de arena, que debido a la fricción, al calor y a la velocidad con la que entra, se sublima y convierte en vapor en la atmósfera y eso es lo que vemos”.
¿Por qué son importantes?
El fragmento encontrado en febrero en Reino Unido, según el Museo de Historia Natural de Londres, está en un estado tan bueno que se asimila a las muestras recolectadas por astronautas. Torres explica que este viajó a una velocidad de 14 kilómetros por segundo, lo cual es considerado lento ya que puede alcanzar hasta 80, y que fue “un tipo de meteorito asociado con el origen del sistema solar, con información en la mezcla de carbono, cristales, silicio”.
Cuartas añade que estos meteoritos son capaces de conservar en su interior información pura de su historia en el sistema solar que permite rastrear moléculas orgánicas que pueden ser precursoras de vida y ayudar a entender cómo se formaron los planetas, de dónde vino el agua, entre otros.
Además, permiten comparar las dinámicas de otros sistemas estelares exoplanetarios, de los que hay más de 4.000 y saber cómo se comportan los materiales que orbitan alrededor de una estrella, explica Torres.
Algunos pueden ser peligrosos cuando son de tamaños superiores, pero la Nasa, con su Centro para los Estudios de los Objetos Próximos a la Tierra, los monitorea constantemente. Otros, por pequeños, pasan desapercibidos y podrían causar estragos, como pequeñas bombas atómicas en la atmósfera, mientras que los grandes podrían acabar con países completos.
Sin embargo, estos últimos se pueden rastrear y son menos probables pues tardan más tiempo en llegar. “El seguimiento es permanente porque, si hay uno peligroso, se debe decidir qué hacer, si desviar o destruir antes de que llegue a la tierra”, continúa Cuartas.
Finalmente, la mayor dificultad es encontrar aquellos que chocan con la Tierra, al no saber dónde o cuándo caerán. Pueden perderse en bosques, mares, desiertos o pueden ser robados o vendidos de forma ilegal entre coleccionistas y aficionados, evitando que lleguen a manos de científicos.
Al ser fragmentos de planetas o de objetos celestes, son costosos. Entre ellos, los más caros son los pedazos de luna y, sobre todo, de Marte, que pueden ir desde miles de pesos hasta millones por un solo gramo.
“Lo ideal sería que todos lleguen a laboratorios para develar sus secretos o estar en museos para que todos los vean. Lo difícil es que no hay muchas leyes que los protejan o los declaren, por ejemplo, patrimonio geológico”, puntualiza Zuluaga.
Al ser en aspecto parecidos a las rocas de este planeta, encontrarlos es una suerte, así que la próxima vez que mire al cielo en búsqueda de estrellas fugaces, preste atención extra porque podrían chocar con el suelo incluso cerca de usted y podrían contener la información que por fin revele si acá, en la Tierra, está la vida extraterreste que por tantos años se ha buscado por fuera, en el espacio .
1
kilómetro es el tamaño del asteroide más grande que pasó el domingo cerca a la Tierra: Nasa.
2.958
asteroides se detectaron en el espacio el año pasado, un récord histórico: Nature
300
gramos tiene el meteorito encontrado en febrero en Reino Unido.