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Aunque pasamos la vida huyéndole al dolor este es vital para nuestra supervivencia. “Es un mecanismo de defensa y quienes no lo sienten mueren rápidamente”, dijo este miércoles el neurólogo español Jordi Montero en Parque Explora. El doctor visita Medellín para hablar de su libro Permiso para quejarse en el Hay Festival 2018.
Sin matices, el especialista en neurología y neurofiosiología dice que “el dolor crónico no se cura, no nos engañemos”. Sin embargo, sí deja una esperanza, “pueden mejorar su calidad de vida dejando el dolor aparte, no dándole importancia, ocupándose”. En su libro Montero asegura que es necesario adentrarse en las profundidades del cerebro humano para interrogarse sobre el papel de nuestra cultura a la hora de escuchar al cuerpo. También cree que es importante prestar atención a los sentimientos, estrechamente relacionados con nuestra percepción. “Somos seres emocionales, seres habitados por la sensibilidad (...) fisiológicamente conectados con nuestras experiencias”, le dijo Montero a su interlocutor Juan Manuel Robles.
Sobre las emociones también aconsejó redefinirlas, “estas son el centro del sapiens, elegimos todo con instinto emocional”.
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En su libro aborda historias de pacientes con dolores crónicos y así mismo deja entrever la metodología que ha usado con ellos al desentrañar sus emociones para encontrar una cura. Según el autor detrás del dolor crónico hay emociones esculpidas también por la cultura y nuestras formas de relacionarnos con el cuerpo. “Somos cultura y nuestra cultura se transforma en biología”, reiteró.
El dolor y el cerebro
Hasta ahora habíamos conocido el cerebro a partir de su conexión con el mundo físico. Cuando alguien tenía un accidente o sufría un tumor y perdía alguna capacidad, entonces los médicos relacionaban la parte del cerebro lesionada con la capacidad perdida. Y aunque hace unos 50 o 60 años se comenzó a usar la estimulación cerebral y con ella pudimos entender algunas formas de funcionamiento del cerebro, solo fue hasta que apareció la resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones en el siglo XXI, lo que nos dio la posibilidad de ver cómo el cerebro está trabajando, y no solo cuando falla.
“Estas nuevas técnicas nos ha enseñado cada día una cantidad de nuevas verdades que han aplastado incluso al pensamiento filosófico. Actualmente es difícil ser un buen filósofo si no estudias neurociencias”, afirmó vehementemente el neurólogo que lleva más de 40 años estudiando el dolor.
Una de las cosas que han encontrado es que el movimiento y el dolor están ligados: “los parapléjicos sufren dolor en las extremidades pero al verse, a través de una simulación, corriendo, el dolor disminuye”, ejemplifica el español.
Montero concluyó la charla asegurando que “mi lección es volverse alumno del cuerpo, del dolor y de las conexiones emocionales que lo desencadenan. También creo que debe contemplarse el movimiento como elemento fundamental en ese camino”.
Vea la charla completa: