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Crítico

Oswaldo Osorio

Publicado

El francotirador, de Clint Eastwood: Dios, patria y familia

$Creditonota

Hay una dualidad constante en el cine de Clint Eastwood, por un lado, la frecuente presencia y casi apología de la violencia, el uso de la fuerza y un subido patriotismo de derechas; pero por otro, una inclinación por historias donde prevalece el humanismo y con personajes que, aun en medio de la violencia, tratan de tomar partido por la libertad y la justicia, incluso por la ternura.

En El francotirador (American Sniper, 2014) está presente esta dualidad. La historia de Chris Kyle, sus misiones en Irak, la leyenda que se creó en torno suyo y las repercusiones que tuvo la guerra en su vida son relatadas por Eastwood en este filme, además con ese pulso firme y lucidez que lo han convertido en el último gran maestro del cine clásico de Estados Unidos.

Por momentos parecía que iba a ser una de esas tantas películas sobre la ocupación del ejército estadounidense a países del Oriente Medio, de esos himnos a la guerra y al imperialismo que ha hecho, por ejemplo, Kathryn Bigelow (Zona de miedo, La noche más oscura), concebidos sin ninguna duda ética ni ambigüedad ideológica en sus personajes o en el punto de vista del relato frente a la ocupación o a la guerra misma.

Algo de eso hay en esta película, porque la mitad de ella se concentra en el thriller bélico, planteado incluso de una manera esquemática: reducir la guerra a la confrontación entre tres hombres. De un lado, un valiente soldado y bienintencionado patriota y padre de familia; y del otro, un “carnicero” que lidera la resistencia y su letal francotirador (tampoco es el primer, ni el mejor, duelo de francotiradores que vemos en el cine). En esta parte el director pone en juego las formas más básicas -y eficaces- del drama bélico y del cine de acción.

Sin embargo, el contrapunto a esta parte, hecha sobre la plantilla del cine bélico comercial de Hollywood, está en la mirada más de cerca que plantea el relato acerca del personaje, sobre todo cuando no está en el frente, y especialmente cuando está con su familia. De forma sutil, pero angustiante y conmovedora, se dibuja el contraste de ese héroe de guerra, que luego vemos como un hombre que ha heredado una permanente tensión y que parece haber perdido su capacidad de vivir en familia y en el estilo de vida por el que tanto se supone ha combatido.

Y no solo es el retrato de otro soldado con traumas de guerra, porque Clint Eastwood (y el mismo Bradley Cooper con su interpretación) es capaz de darle la vulnerabilidad y humanidad que contrasta con ese guerrero protector que se puede ver en Irak. Es entonces cuando se evidencia que no es otra película bélica ni una apología a la guerra o a la violencia, pues se ve cómo duda el personaje frente a esa realidad (aunque nunca lo dice) y, además, el punto de vista de la película es un claro cuestionamiento a la guerra y a esa forma de patriotismo.

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