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Apenas el 21 por ciento de los ciudadanos está conforme con la calidad del aire en la ciudad, según lo refrenda una encuesta de Medellín cómo Vamos de 2012, 2013 y 2014. El Valle de Aburrá, por ser tan estrecho, según los expertos, acumula los gases contaminantes mucho más que otros de los grandes centros urbanos del país.
Por eso hoy, en el Día sin Carro, vale la pena prescindir del vehículo. Antes que corregir los niveles de polución, en una jornada, lo que se quiere es crear conciencia respecto del uso de alternativas de transporte, para que cada vez se desestimule el uso del vehículo particular y no se saturen las vías ni se reduzca la movilidad. Además de lo que ello aporta a disminuir los accidentes y a minimizar el daño al medio ambiente.
Hay que entender que ni aun con un sistema vial óptimo es posible mejorar la movilidad mientras el parque automotor siga creciendo a niveles que lo desbordan. Se suma que Medellín quiere desarrollar una movilidad orientada a privilegiar al peatón y el transporte público. Incluso con otras opciones como la bicicleta o el elemental viaje a pie.
Este año, todos los municipios del Valle de Aburrá se sumaron a la propuesta. Medellín lo hace obligatorio y en otros municipios el interés es, en especial, pedagógico. Dejarán de circular entre 200 mil y 220 mil automotores.
En 2014, por ejemplo, el Día sin Carro ayudó a disminuir entre el 30 y el 56 por ciento el material particulado en ocho puntos y corredores. El monóxido de carbono cayó el 27,5 por ciento en la Estación Museo de Antioquia. Ni qué decir del descenso de los niveles de ruido del tráfico vehicular, en especial en el centro de Medellín.
Por eso no se trata de la gran solución a los problemas de contaminación (por gases, partículas y ruido), de tráfico vehicular y de accidentalidad, pero sí se trata de un desahogo momentáneo y benéfico para demostrarnos el gran aporte que puede hacer ese 15 por ciento de los ciudadanos que cada día elige el auto particular para desplazarse.
Aunque la jornada trae una reducción previsible de las cargas contaminantes, el Laboratorio de Calidad del Aire de la Universidad Nacional considera que aún es mínimo lo que se consigue, en relación con los registros de contaminación de todo el año.
Este movimiento más que estimular la sanción o la prohibición del vehículo particular, que cada cual tiene derecho a usar de acuerdo con sus necesidades, se propone generar compromiso con una ciudad dispuesta a mejorar sus estándares de calidad de vida. Aunque desde el comercio (ver contraposición) se cuestiona la imposición de la medida y se propone buscar otras acciones menos perjudiciales para una economía ya de por sí golpeada por una reforma tributaria bastante gravosa, la caída del petróleo, la revaluación del dólar y el reciente paro camionero.
Entonces, más que pensar que el carro no se puede sacar hoy para evitar un comparendo, económico o pedagógico según la jurisdicción municipal, la clave será crecer en educación ciudadana, tal y como lo hacen las sociedades más avanzadas, aquellas que entienden el reto de consolidar, concertadamente, urbes sostenibles y amables.
Que la caminada de hoy, el viaje en bicicleta, taxi, bus o metro sirvan para abrir paso a un debate más amplio sobre esta medida y la necesidad de alentar una ciudadanía comprometida, solidaria y capaz de renunciar a ciertos privilegios privados, para buscar metas de bienestar público y común .