Uno de los más grandes retos para el decimonoveno ciclo de conversaciones entre Gobierno y Farc que comienza hoy en Cuba, es que ambas delegaciones logren ponerse de acuerdo en el tema del narcotráfico y la solución al problema de las drogas ilícitas.
Que las Farc acepten que son un grupo que se lucra del narcotráfico y sus derivados, y que el Gobierno legalice el uso en algunos usos y el consumo (propuesta hecha por la guerrilla), será el nudo gordiano que ambas delegaciones deberán sortear para continuar con los acuerdos, aseveran analistas del conflicto armado.
No obstante, ayer antes de viajar a Cuba la delegación colombiana, el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, se mostró optimista y expresó que el proceso de paz está construido sobre bases sólidas que lo convierten en serio, digno, realista y eficaz.
"Serio, porque trabajamos sobre la base de una agenda previamente acordada, digno porque la mesa se rige por el respeto a la contraparte y a las reglas de juego, realista porque todo lo que hacemos está enmarcado dentro del espíritu de nuestra Constitución, y eficaz, porque busca acuerdos concretos para ponerle fin al conflicto", dijo de la Calle.
"Un hueso duro de roer"
Dice Juan Carlos Ortega, analista del conflicto armado, que "el hueso más duro de roer" será que las Farc asuman que la mayoría de sus frentes son cocaleros o reciben ganancias del procesamiento de la pasta base de coca.
"Hay frentes que su producción es netamente dedicada al narcotráfico. Son estructuras que en muchas ocasiones han cambiado su ideología por el dinero y las rentas que les dejan el dinero obtenido de negociar con los carteles de la droga", precisa Ortega.
El analista explica sobre jefes subversivos que cambiaron su mentalidad "y adoptaron poses de capos. Lo que se pueden mover por las regiones andan en camionetas lujosas, toman licores importados, y les gusta estar rodeados de mujeres contratadas en las grandes ciudades".
Casos como el mencionado por el analista han sido documentados por las autoridades. En los informes de la Policía Antinarcóticos, se han reseñado 20 frentes de las Farc dedicados exclusivamente al cultivo de la hoja de coca para negocios ilícitos y de otros como la marihuana.
"Tenemos frentes como el 36 en el norte de Antioquia que le representan a las Farc la entrada de 18 mil millones de pesos mensuales. Alias "Anderson", cabecilla de esta estructura, es uno de los comandantes que no piensa dejar el negocio. Tenemos cabecillas así en Putumayo, en Norte de Santander y en Cauca", comentan investigadores militares.
En esa premisa, para Viviana Manrique, directora del Observatorio de Drogas Ilícitas de la Universidad del Rosario, las Farc siempre han negado en los procesos de paz que han adelantado, su participación en el narcotráfico, "y las ideas de la búsqueda de justicia social se alejan para pasar al control criminal de la droga. Con estos ingresos han recibido armas para financiar la guerra contra el Estado colombiano y sus ciudadanos".
A esto se suma que, como indica Juan Fernando Vargas, profesor de Economía de la Universidad del Rosario y experto en finanzas de los grupos armados ilegales, "para las Farc es duro reconocer que tienen negocios en el narcotráfico porque perderían su estatus internacional y el apoyo recibido de organizaciones del exterior que verían muy mal su vinculación con el negocio de las drogas ilícitas".
Un negocio muy rentable
Desde el año 2000, la mayor fuente de financiación para las Farc es el narcotráfico, aunque por la lucha antinarcóticos, la erradicación de cultivos y la entrada al negocio de la minería ilegal, descendió en los últimos cinco años.
Sin embargo, La Oficina de ONU contra las Drogas y el Delito indicó en 2012 que a las arcas de las Farc ingresaron, entre 2011 y 2012, un billón 755 mil millones de pesos. De esa fortuna, el narcotráfico representó el 51 por ciento de los ingresos (un billón), seguido por la extorsión (666 mil millones) y la "minería ilegal" (193 mil millones).
Fuentes de Inteligencia Militar reseñan que estos ingresos del narcotráfico son recaudados en las zonas delimitadas por las Fuerzas del Estado como "zonas de retaguardia" de las guerrillas y algunos reductos de grupos paramilitares y bandas criminales.
"Tenemos Chocó, Norte de Santander, Valle del Cauca, Antioquia, Putumayo, donde los frentes 36, 48, 6 y 57 recaudan los más altos porcentajes de dinero fruto de la negociación con carteles de droga que vienen del sur del continente, pasan por selvas de Perú y Ecuador, llegan a Colombia y siguen su ruta hacia México en contacto con carteles como el de Sinaloa", cuentan en las divisiones de Inteligencia.
La hipótesis de las autoridades colombianas es refrendada por Manrique cuando afirma que la guerrilla "permite a los cárteles el paso de la droga por los territorios controlados por ella. A cambio les cobra el llamado "impuesto de guerra", el cual le genera ingresos estimados en decenas, si no es que centenares de millones de dólares al año".
Quedarán reductos
Que el negocio del narcotráfico sea tan rentable es una garantía para que no todos los integrantes de las Farc dejen las armas al momento de firmarse un acuerdo para el cese de las hostilidades.
Basados en la experiencia de la desmovilización de los grupos de autodefensa, que dejaron rutas, contactos y grupos con mandos medios armados, lucrándose del negocio de las drogas ilícitas, los analistas del conflicto armado en Colombia prevén que con la dejación de las armas de las Farc puede suceder lo mismo.
Aunque las Farc propusieron la legalización en algunos usos de la hoja de coca, esta medida no sería suficiente para terminar con el problema del narcotráfico.
Daniel Mejía, profesor de Economía y del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes, advierte el riesgo: "Puede que suceda algo similar con los mandos medios de las autodefensas, que tenían presencia en zonas con cultivos ilícitos, laboratorios y rutas de narcotráfico, y se reagruparon en las bacrim".
Con este panorama, el comienzo del nuevo ciclo de conversaciones Gobierno-Farc estará mediado entonces por dos afanes: el tiempo para refrendar los acuerdos, y las divergencias a superar en cuanto al tema del narcotráfico y la solución al problema de los cultivos ilícitos
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