Literatura

A 40 años de la tragedia de Armero, un libro reconstruye sus historias olvidadas

Se trata de Armero: 40 años, 40 historias, del periodista Mario Villalobos Osorio, quien reconstruyó, a partir de archivos inéditos y testimonios de sobrevivientes, la tragedia que sepultó al pueblo tolimense y las heridas institucionales que el país aún no ha cerrado.

Periodista de medio ambiente. He trabajado en medios como El Mundo (España), El Espectador, Cromos, Arcadia y Canal Trece.

11 de noviembre de 2025

Treinta y nueve segundos bastaron para que el 13 de noviembre de 1985 Armero desapareciera del mapa. Cuatro décadas después, las voces que sobrevivieron al lodo siguen buscando un lugar en la memoria. Armero: 40 años, 40 historias —publicado por Aguilar en octubre de 2025— reconstruye esa tragedia anunciada a través de un mosaico de relatos donde el periodismo y la memoria se confunden con el duelo colectivo. Su autor, el periodista Mario Villalobos Osorio, reúne las piezas dispersas de una historia que el país creyó conocer: la advertencia científica ignorada, los niños desaparecidos tras sobrevivir, los documentos extraviados sobre la corrupción en las ayudas y las heridas que todavía sangran en los campos del Tolima.

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Entre los capítulos más sobrecogedores está Niña símbolo, niña milagro, donde reaparece la voz de Omaira Sánchez, y ¿Perdidos o se los robaron?, que sigue la pista a los niños arrancados del barro y de sus familias. El resultado es una obra que transforma la reportería en acto de memoria y que, desde la mirada de un periodista que creció escuchando esa historia en su casa, convierte la tragedia en un espejo del país. Cuarenta años después, Armero sigue hablando, y este libro lo hace volver a existir. EL COLOMBIANO habló con el autor.

Armero: 40 años, 40 historias reúne años de reportería y revisión de archivos. ¿Cómo fue para usted, como periodista y testigo de varias décadas, reconstruir una tragedia que sigue viva en la memoria colectiva? ¿Qué lo transformó durante esa investigación?

“Fue doloroso. La motivación para escribir el libro fue el recuerdo de mi abuelita, nativa de Amparo, Tolima, que de niña vivió en Armero y perdió allá muchos amigos y recuerdos. Antes de morir le prometí que algún día narraría la historia del pueblo que tanto amó.

El trabajo me tomó dos años: siete viajes a Armero, más de cien entrevistas y cerca de quince gigas de documentos revisados. Escuchar tantas historias de pérdida y supervivencia fue imposible sin conmoverse”.

En el libro usted vuelve sobre personajes emblemáticos como Omaira Sánchez y sobre víctimas anónimas. ¿Cómo decidió contar sus historias para darles una nueva mirada y evitar la repetición de lo ya narrado?

“El caso de Omaira fue tratado con respeto. Recuperé el testimonio de Fidel Díaz, el socorrista que la acompañó hasta el final. Él contó cómo intentó animarla para que no muriera. Esa escena, íntima y dolorosa, está narrada con cuidado.

También incluí historias menos conocidas, como la de Omaira Medina, que sobrevivió tres días atrapada bajo los escombros embarazada. Cuando la rescataron en Cali, le amputaron las dos piernas para salvarle la vida. Cuatro décadas después sigue reclamando al Estado sus prótesis.

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Otra es la del matrimonio Fraser, descendientes de suizos: el padre amarró a su esposa y a sus tres hijos a una columna del hospital San Lorenzo. ‘Si íbamos a morir, que al menos encontraran los cinco cuerpos juntos’, me dijo. Milagrosamente sobrevivieron”.

El tema de los niños desaparecidos sigue siendo uno de los más dolorosos. ¿Qué halló en su investigación sobre esos casos?

“En el caos del rescate, la Cruz Roja, la Defensa Civil y las Fuerzas Militares separaron a los padres heridos de sus hijos. Cuando los adultos fueron a buscarlos semanas después, muchos ya no estaban. Hay evidencia de adopciones irregulares, ventas y traslados al extranjero.
La fundación Armando Armero, dirigida por Francisco González, ha documentado 584 casos. Con apoyo del genetista Lilio Yunis se han logrado solo cuatro reencuentros mediante pruebas de ADN. Uno de ellos fue el de doña Esperanza Pierro, que reconoció a su hija adulta en un documental japonés tres décadas después. Recién en esta administración del ICBF se abrió la puerta para atender esos casos, pero la deuda sigue intacta”.

El libro demuestra que la tragedia fue anticipada por la ciencia. ¿Qué le revela hoy esa cadena de advertencias ignoradas sobre la relación entre conocimiento técnico y decisiones políticas en Colombia?

“En 1985, ni Colombia ni el mundo tenían la tecnología de hoy. El monitoreo del Nevado del Ruiz era rudimentario. Aun así, en marzo llegaron vulcanólogos de la UNDRO, encabezados por John Tumblin, quienes advirtieron que el volcán estaba a punto de provocar una catástrofe.

Señalaron tres carencias: sin monitoreo adecuado, sin sistema de alerta ni plan de evacuación. Naciones Unidas ofreció ayuda inmediata, pero el Estado colombiano tardó setenta y nueve días en responder y solo la aceptó si la pagaban ellos. Todo eso está documentado en el libro, físico y en audiolibro, con códigos QR para acceder a los archivos originales”.

En esa investigación revisó expedientes y documentos oficiales. ¿Qué hallazgos concretos cambiaron su comprensión de lo que realmente pasó antes y después del 13 de noviembre de 1985?

“El antes, ya lo conté: hubo una cadena de advertencias ignoradas. El después, la segunda gran revelación del libro fue el hallazgo de un proceso disciplinario y judicial de cuarenta años, casi desconocido, que expone la corrupción en el manejo de las ayudas.

Todo comenzó de manera anecdótica. La Cruz Roja recibe la visita de una señora llamada Marta Bernal, dueña de una fábrica de colchones. En esa época los colchones se rellenaban con tela picada, y ella propuso un intercambio: ofrecía 800 colchones y unos muñecos de crepé a cambio de una tonelada de ropa donada. El acuerdo se concretó mientras cientos de armeritas rogaban por una muda limpia.

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Esa mujer acumuló tanta ropa que compró cuatro casas en Soacha y Dinamarca. Cuando se descubrió, encontraron también comida, insumos médicos y otros recursos humanitarios. Ese caso abrió un expediente en la Procuraduría y otro penal, ambos con documentos que también están en el libro.

Ahí se revelan cosas absurdas: motobombas desviadas, sobrecostos en bodegas —una costó setenta millones de pesos, equivalentes a un millón de dólares, pero en papeles figuraba por doce millones—, y ambulancias usadas para hacer campaña política.

Al final, el proceso terminó prescribiendo. Ninguno de los once funcionarios de la Cruz Roja procesados fue condenado”.

El libro también retrata el contraste entre el camposanto y la vida que volvió sobre las ruinas. ¿Qué le dice hoy ese paisaje sobre la manera en que el país gestiona su memoria colectiva?

“En 2013 se sancionó la Ley de Honores a Armero, que asignó recursos a 17 entidades del Estado. Según el sistema SISCOMPEX, su cumplimiento llega al 80 %, pero en terreno el panorama es otro.

Hoy existen dos museos de memoria —uno en el camposanto y otro en Armero Guayabal— sostenidos con donaciones particulares. La emisora Armero Stereo rescata las voces de los sobrevivientes, que narran la vida antes del desastre: un pueblo con 29 mil habitantes, cinco bancos y una diversidad cultural enorme.

Gracias al exministro Juan David Correa, nieto de armeritas, se avanza en las Estaciones de Memoria por el aniversario 40. También la Superintendencia de Notariado y el Instituto Geográfico titularon 500 predios del camposanto, pero la burocracia frena la recuperación”.

Después de 40 años y frente a nuevas zonas de riesgo volcánico o climático, ¿qué advertencia deja Armero a la Colombia actual sobre prevención, memoria y responsabilidad institucional?

“La gran lección de Armero fue la creación del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo, pero se quedó en el papel. En los municipios más pobres no existen comités activos ni recursos, y la gente tampoco entiende el riesgo.

Desde entonces hemos tenido el terremoto del Eje Cafetero, la avalancha de Mocoa, los huracanes de San Andrés y Providencia. En todos los casos, había institucionalidad, pero no gestión.

La naturaleza no negocia. El Estado debe cumplir su deber y la ciudadanía debe exigirlo. Armero fue una tragedia anunciada, y no podemos permitir que vuelva a repetirse”.

Bloque de preguntas y respuestas

¿Qué es el libro Armero: 40 años, 40 historias?
Es una obra periodística de Mario Villalobos Osorio que reúne testimonios, archivos y crónicas inéditas sobre la tragedia de Armero, publicada por Aguilar en octubre de 2025.
¿Por qué sigue siendo importante recordar a Armero?
Porque fue una tragedia anunciada que dejó más de 25.000 muertos y reveló la falta de gestión del riesgo en Colombia. Recordarla es evitar que se repita.
¿Dónde se puede conseguir el libro?
Armero: 40 años, 40 historias está disponible en librerías nacionales, plataformas digitales y en versión audiolibro con acceso a archivos originales mediante códigos QR.