Del 38% al 81%, así se dio el salto histórico de los contratos escritos en el trabajo doméstico en Medellín
Medellín y su Área Metropolitana registraron el mayor avance del país en formalización del trabajo doméstico, es decir, más contratos escritos, prestaciones y jornadas más justas.
Comunicador social - Periodista de la UPB Bucaramanga. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad de Caldas. Especialista en Comunicación Digital. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2023. Miembro de Consejo de Redacción.
En Medellín y su Área Metropolitana, la formalización laboral del trabajo doméstico mostró un cambio histórico.
Entre 2023 y 2024, la proporción de trabajadoras con contrato formal pasó del 51% al 54%, consolidando a la ciudad como la de mejores indicadores de contratación “con todas las de la ley” en este sector.
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El contraste es abismal, mientras el promedio nacional de formalidad en el empleo doméstico apenas alcanzó el 20%, en los sectores económicos fue del 44%.
En Medellín, el trabajo del hogar —tradicionalmente invisible— empieza a ser reconocido como lo que es: un empleo que merece derechos, seguridad y respeto.
Andrea Londoño Sánchez, directora de Hablemos de Trabajo Doméstico, explica que este logro no se dio por azar. “Detrás hay más de 15 años de trabajo planificado de organizaciones sociales con sede en Medellín y alcance nacional”, detalla.
Han promovido campañas para transformar la valoración del trabajo de cuidado, han incidido en políticas públicas, acompañado sindicatos y producido investigaciones que orientan decisiones y debates.
Todo comenzó en 2011, en coincidencia con la adopción del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que sirvió de marco legal e inspiración para impulsar la dignificación del sector.
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Contratos escritos: un cambio cultural profundo para el trabajo doméstico en Colombia
El cambio más visible se dio en los contratos escritos, una deuda histórica. Entre 2023 y 2024, las cifras se dispararon.
En Medellín, pasaron del 38% al 81%. En Bogotá, del 34% al 81%. En Cali, del 19% al 68%. En Barranquilla, del 6% al 67%.
“Ha sido muy importante lo que hacemos en divulgación”, dice Claribed Palacios, presidenta de la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico. “Muchos empleadores han optado por formalizar el contrato, que además los protege de posibles demandas”.
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Durante la Fiesta del Libro de Medellín, Londoño y Palacios compartieron datos y testimonios. “Yo me vine para Medellín y me empezaron a pagar mejor”, relató una trabajadora. Y Claribed añadió: “Esta ciudad tiene una representación de la clase obrera y del sindicalismo que se hace sentir”.
Derechos laborales que llegan al bolsillo de trabajadoras domésticas
Los avances no se quedan en el papel, se traducen en dinero, estabilidad y proyectos personales. En Medellín y su Área Metropolitana, el 53% de las trabajadoras formales recibió prima de servicios, frente a solo un 23% a nivel nacional.
“La prima es obligatoria, pero aún se nombra como un regalo”, comenta Claribed. “Con la prima, las mujeres pueden proyectar estudios para sus hijos o mejorar sus viviendas”.
En cesantías, Medellín avanzó del 50% al 57% en un año, muy cerca del 60% promedio de los demás sectores económicos. A nivel nacional, solo el 24% de las trabajadoras domésticas accedió a este derecho.
También en vacaciones pagadas se observa una brecha enorme: 51% en Medellín, frente al 21% nacional.
Históricamente, el trabajo doméstico ha sido sinónimo de jornadas interminables. Sin embargo, en 2024 se evidenció un avance, el promedio semanal bajó a 46,2 horas en Medellín, casi igual al 46,6 nacional.
“Que ya se note la reducción de la jornada es un avance”, explica Claribed. “Antes, cuando una trabajadora debía quedarse más tiempo porque ‘no habían llegado los niños’, esas horas se perdían. Hoy se pagan como extras”.
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Los desafíos que siguen
No todo está resuelto. El tamaño del sector apenas se recupera, pasó de 46.800 a 47.400 trabajadoras entre 2023 y 2024, aún lejos de las 54.000 del periodo prepandemia.
Los testimonios que recoge Claribed, quien representa a cerca de 705.000 trabajadoras remuneradas del hogar en Colombia, revelan las dificultades. “No puedo trabajar solo para pagar un arriendo”, dice una de ellas.
Otra, más optimista, resume el sentido del cambio. “Gracias a que me tienen formalizada y me pagan mis prestaciones, me compré mi moto, y mi moto la tengo trabajando para mí”.
La hipótesis que plantean las organizaciones va en sintonía con que el éxito de Medellín se explica por una articulación territorial sostenida, el respaldo de la ley, la investigación social aplicada y la constancia a largo plazo.
La formalización del empleo doméstico no es solo un trámite, es una llave maestra del bienestar. Permite que mujeres —en su mayoría cabeza de hogar— accedan a seguridad social, pensión y estabilidad económica.
Aunque el 45% de las trabajadoras del sector sigue en la informalidad, Medellín demuestra que los cambios estructurales son posibles cuando hay voluntad, alianzas y políticas públicas coherentes.
Como concluye Londoño: “La formalización no es cantar victoria. Es estudiar los casos exitosos, como Medellín y Bogotá, para replicar las acciones que han funcionado. Por primera vez, el país discute con seriedad la importancia del contrato escrito en el empleo doméstico. Eso ya es un punto de no retorno”.
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