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Antioquia sumó siete nuevas áreas protegidas en 2019

  • El humedal del barrio Trianón y parque lineal La Heliodora, en Envigado, se convirtieron en una zona urbana protegida. Más adelante podría anexarse el cerro tutelar del municipio. FOTO ESTEBAN VANEGAS
    El humedal del barrio Trianón y parque lineal La Heliodora, en Envigado, se convirtieron en una zona urbana protegida. Más adelante podría anexarse el cerro tutelar del municipio. FOTO ESTEBAN VANEGAS
  • Quebrada en La Danta, Sonsón, que hace parte del DRMI Bósques, Mármoles y Pantágoras presentado por Cornare en noviembre de 2019. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
    Quebrada en La Danta, Sonsón, que hace parte del DRMI Bósques, Mármoles y Pantágoras presentado por Cornare en noviembre de 2019. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
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06 de enero de 2020
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En las aguas color panela de las ciénagas, las nutrias se sumergen por varios minutos antes asomar el hocico de regreso a la superficie. Esta especie de mamífero tiene un grado de amenaza vulnerable y la protección del ecosistema que habita es vital para su supervivencia. Gracias a la labor de Corantioquia, un nuevo complejo cenagoso, el de Corrales y El Ocho en el municipio de Nechí, fue declarado como área protegida.

Ocurrió en diciembre y pasó casi desapercibido por motivo de las festividades de fin de año. Son 12.865 nuevas hectáreas (ha) que engrosan la lista de humedales en los que las corporaciones reforzarán el trabajo para conservar la fauna y la flora.

No obstante, la de Corrales y El Ocho no fue la única declaratoria que cerró el 2019, pues en el occidente y noroccidente de Antioquia, Corpourabá logró consolidar dos nuevas zonas que ahora están bajo una figura de protección ambiental: la Serranía de Abibe (41.594 ha), famosa por ser el hogar del tití cabeciblanco y el jaguar; y un polígono en el municipio de Peque (20.428 ha), por cuyos parajes aún dejan huella el oso de anteojos y el venado coliblanco.

Además de estas tres nuevas áreas, en 2019 el departamento también sumó otras cuatro, dos de ellas urbanas, cuyo proceso estuvo a cargo del Área Metropolitana (Amva). Se trata de dos humedales: Trianón y La Heliodora en Envigado y Ditaires en Itagüí. Los dos suman cerca de 36 ha.

En el Oriente, Cornare también reportó novedades. En noviembre del año pasado se dio la declaratoria de Bosques, Mármoles y Pantágoras, 15.905 ha en el cañón de Río Claro. Cinco meses antes, en junio, un complejo de páramos que se extiende en 40.967 ha en cuatro municipios del suroriente de Antioquia fue integrado a las áreas protegidas.

Con las siete zonas antes mencionadas, Antioquia alcanzó 81 polígonos, según el Registro Único Nacional de Áreas Protegidas (Runap). El 11,4 % del territorio departamental (814.261 ha) se encuentra bajo alguna modalidad de protección ambiental (ver Mapa).

El 2019 fue positivo

En lo que respecta a Cornare, David Echeverri, coordinador de Bosques y Biodiversidad, explicó que con 21 áreas protegidas que abarcan el 24 % de su jurisdicción en el Oriente antioqueño, ahora podrán concentrarse en implementar acciones en todos los ecosistemas.

“Ya cumplimos la meta. Habíamos delimitado desde hace años unos territorios como prioritarios para declaratorias y lo logramos. A menos que exista una presión social, la necesidad de una comunidad sobre un lugar determinado, no buscaremos anexar más hectáreas”, dijo.

El cañón de Río Claro con sus aguas de color esmeralda, sus formaciones rocosas y sus cuevas, y el bosque alto andino y los páramos de Sonsón, Argelia, Nariño y Abejorral, son dos ecosistemas escasos no solo en Antioquia sino en Colombia, observó Echeverri, por lo cual era estratégica la ruta declaratoria.

Sobre el concepto del área protegida subrayó que hay que tener una claridad porque muchas veces es malentendido por la sociedad.

”Dentro de estas zonas hay dinámicas iguales al resto del territorio, tienen las mismas complejidades, pero la figura que tienen es una forma de recuperarlas. No significa que en ellas no se tenga que controlar talas ilegales, potreros con ganadería sin manejo, cultivos con químicos, cacería, etc.”, anotó.

Ana Ligia Mora, directora de Corantioquia, destacó que fue vital el acompañamiento de actores como Naciones Unidas o Fundación Natura, con quienes se pudo llegar a territorios que, por su dinámica inmersa en el conflicto, son de difícil acceso, como el caso de las ciénagas Corrales y El Ocho, donde además hubo que lidiar con el fenómeno de la extracción minera.

Mora manifestó que está satisfecha con lo logrado el año pasado, incluso porque la corporación pudo actualizar el plan de manejo (el paso siguiente a una declaratoria y cuya duración es de cinco años) del área protegida Cuchilla Jardín - Támesis, con el cual se armonizará el cuidado natural y las actividades productivas.

“Las áreas no deben ser vistas como obstáculo, sino como oportunidad. Muchas pueden incluir desarrollos turísticos, se pueden vincular actores de este gremio y tener allí una opción económica, siempre que sea sostenible. Incluso pueden aplicarse modelos de pago por servicios ambientales”, comentó.

En el Occidente y Urabá, con las nuevas declaratorias se garantiza la protección de una estrella hídrica, la de la Serranía de Abibe, fundamental para abastecer de agua a los municipios del Eje Bananero (Chigorodó, Apartadó, Carepa y Turbo), mientras que con el área protegida en Peque habrá mayor control al bosque andino y a las cuencas del río Cauca.

“Nuestra tarea en estas dos zonas, y en las otras tres áreas que hacen parte de nuestra jurisdicción, será trabajar para que no se fragmenten los ecosistemas”, afirmó Elizabeth Ortiz, coordinadora de áreas protegidas de Corpourabá.

No hubo millón de hectáreas

El exgobernador Luis Pérez Gutiérrez expresó en varias oportunidades su deseo de llegar a un millón de hectáreas, pero el avance, al menos en cuanto a declaratorias certificadas en el Runap, no alcanzó para cumplir la meta.

Mora defendió la gestión del gobierno departamental, pues considera que la cifra incluía, además de las áreas protegidas, otras reservas que no tienen declaratoria, pero en donde se implementan acciones en pro de la sostenibilidad, como los proyectos de ecoparques Cerro Tusa y Farallones de la Pintada.

Por su parte, Echeverri señaló que, aunque no se trata de “declarar por declarar”, la meta del exgobernador era ambiciosa y fue una manera de poner la vara alta y conseguir los resultados obtenidos en el cuatrienio. “Quizás se contaba con otros polígonos que no alcanzaron a convertirse en áreas protegidas”, dijo.

Futuras declaratorias

Víctor Piedrahita, subdirector de Planificación del Amva, reveló que hay dos zonas en ruta declaratoria: el Cerro Quitasol en Bello y el Cerro Tutelar de Envigado, que pasará a formar parte del suelo urbano para lograr su protección.

Por fuera del área metropolitana, Mora indicó que Corantioquia busca sumar hectáreas con la reserva Bajo Cauca - Nechí y con un corredor de bosque seco tropical en el Occidente antioqueño, afectado por parcelizaciones de la comunidad.

Desde Corpourabá mencionaron la importancia de anexar dos ecosistemas más: los manglares cercanos al río Atrato, en jurisdicción del municipio de Turbo, y el Cañón de la Llorona (Dabeiba), donde se tendrá que revisar la extensión y la figura a implementar con los habitantes de la zona.

Tanto en lo urbano como en lo rural, 2020 se proyecta como un año para sumar más hectáreas de territorios de protección natural.

Infográfico
$!Quebrada en La Danta, Sonsón, que hace parte del DRMI Bósques, Mármoles y Pantágoras presentado por Cornare en noviembre de 2019. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
Quebrada en La Danta, Sonsón, que hace parte del DRMI Bósques, Mármoles y Pantágoras presentado por Cornare en noviembre de 2019. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA

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