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Tras seis décadas del nacimiento de la universidad Eafit, Claudia Restrepo fue la primera mujer en llegar a la rectoría de la institución. Cerrado el ciclo de Juan Luis Mejía, esta administradora de Negocios, y también magíster en Estudios Políticos y Filosofía, fue elegida por el Consejo Superior, de manera unánime, para asumir el periodo 2021-2025.
Aunque apenas comienza el octavo mes de su gestión, la rectora habló con EL COLOMBIANO sobre su trabajo en el primer semestre de este año, las coyunturas que ha tenido que afrontar la universidad y la región, y las transformaciones en materia tecnológica y curricular que serán prioridad en estos cuatro años y medio que le restan en ese cargo.
“Uno de nuestros focos es innovación, ciencia y tecnología. En este momento desarrollamos “Eafitec”, un centro de saber aplicado que busca fortalecer el manejo de los datos y la programación. Este paso también comprenderá un ajuste curricular de todos los programas, para que los estudiantes se formen en programación”.
“Diría que son tres. Uno es retomar la esencia de la universidad: saber aplicado para resolver problemas concretos en las organizaciones. Lo otro es avanzar en tecnología y sostenibilidad, sumado a la consolidación de un modelo humanista. Y el tercer punto tiene que ver con poner a la vanguardia cada una de las escuelas y programas”.
“La universidad tiene seis escuelas, con una mirada multidisciplinar: Administración, Economía, Ingeniería, Ciencias, Humanidades y Derecho. Esos son los ejes esenciales de formación. Entre estas, 25 formaciones corresponden a programas de pregrado”.
“El semestre pasado tuvimos una matrícula de 10.000 estudiantes de pregrado y y 3.000 de posgrado, similar es la población equivalente a este segundo semestre, pese a que las matrículas suelen ser inferiores en mitad de año”.
“El comportamiento de las matrículas ha sido bueno. Las universidades hemos venido en un proceso de estabilización, es decir, más que pérdidas en estudiantes, el número suele mantenerse cada año. En 2016 y 2018, hubo unos picos de matrícula, pero estos obedecieron, principalmente, a los programas de Ser Pilo Paga y Generación E.
Algo que sí logró esta contingencia fue que las universidades nos centramos más en los temas de deserción. Para eso, apostamos por mecanismos económicos y de acompañamiento psicosocial, para garantizar la permanencia. En nuestro caso, más que desertar, los estudiantes han decidido bajarle al ritmo en sus programas”.
“Desde que llegué mi propuesta fue trabajar en híbrido: no cerrar la universidad. La decisión que tomamos fue destinar recursos para tecnología y habilitar todas las aulas para que funcionaran de manera presencial y remota. Para eso se invirtieron $845 millones, sumados a $4.732 millones que fueron destinados para otras soluciones tecnológicas que soportan el ecosistema digital de aprendizaje”.
“Este semestre lo diseñamos para tener más del 60 % de las clases de manera presencial. A eso le sumamos otras modalidades: las combinadas, que incluyen clases presenciales y remotas, con un 13 %; las digitales, mediante encuentros por plataforma en tiempo real, con un 18 %; y el resto desde la virtualidad.
Durante el semestre hemos recibido más de 5.000 estudiantes en el campus durante un día y 2.500 en simultánea. El aforo máximo para esta habitación, siguiendo los protocolos de bioseguridad, es de 5.200 personas. En tiempos normales, la universidad recibía hasta 15.000 personas”.
“Esta es una iniciativa liderada por seis universidades del país. La expectativa es poder poner a conversar a más de 10.000 personas de todo el territorio. El ejercicio irá hasta noviembre de este año y de allí saldrá un documento de incidencia para el país, de cara a las próximas elecciones. Los interesados se pueden inscribir en el sitio web de la estrategia”.
“Tenemos que hablar Colombia es una invitación general para conversar, esta, por su parte, nació con el objetivo de analizar temáticas. De nuevo nos juntamos varias universidades, y cada una se centrará en trabajar en temáticas de empleo y emprendimiento, paz, economías ilegales y sostenibilidad”.
“Las instituciones mejor valoradas en el momento son las universidades. Eso se debe a dos cuestiones: las que más han cuidado de los jóvenes durante la pandemia son las instituciones universitarias; igual sucedió con el paro: la academia ofreció un espacio seguro para deliberar a partir de ideas. Eso ha hecho sólida la confianza”.
“Los procesos en las universidades necesitan consolidarse, pues las transformaciones requieren de tiempo y apuestas de largo aliento. Entiendo, por eso, que la prórroga de cinco años más, tras un primer ciclo de gestión, permite darle forma a lo que se viene haciendo”
Periodista y politólogo en formación. Aprendo a escribir y, a veces, hablo sobre política.