Vestido con camisa de algodón blanca estampada de bicicletas de colores azul y rojo, que a primera vista pasan desapercibidas, y que dejan ver un leve desgaste, Carlos Cadena, revela que viajará en junio a Oslo, Noruega, para recibir el premio Líderes de Sostenibilidad Futura, entregado por Sustainia, un centro de pensamiento, con sede en Copenhague, Dinamarca.
Sentado en el hall del Teatro Pablo Tobón Uribe, donde ejerce como su administrador, explica mientras sus labios dibujan una leve sonrisa, que recibió el galardón por el impacto global del IV Foro Mundial de la Bicicleta, donde fue su director (Medellín, 26 de febrero al 1 de marzo). “En él intervinieron muchos que, anónimos, aportaron valor”, dice.
Además, se resalta el impacto nacional del colectivo La Ciudad Verde, fundado por él y Juan Manuel Restrepo, que nació en Medellín y está presente en siete ciudades colombianas. “Una entidad sin ánimo de lucro que crece desde abajo”, recuerda.
La condecoración es una opción de oro para acercarse más a la Cancillería colombiana, con el fin de que el país insista ante las Naciones Unidas y pueda incluirse la bici como medio de transporte público.
Carlos, el hombre
A sus 31 años, Cadena recibe un premio de sostenibilidad. Logro de un joven cuya semilla llegó desde casa. “Mi mamá nunca nos dio gaseosa. Mis loncheras tenían ensaladas diferentes que llamaban la atención de la clase”, comenta.
Confiesa que no sabe bailar aunque su madre y su hermana son bailarinas. Con su esposa no aprendió a bailar, pero se dejó seducir por el yoga y con ella comparte el gusto por el vallenato.
Disfruta de la literatura latinoamericana. Eduardo Galeano, escritor fallecido el lunes pasado, es uno de sus favoritos.
Estudios en el exterior
En el bachillerato ganó una beca para jugar tenis y estudiar negocios en Atlanta, E.U. que, en sus palabras, “es una ciudad totalmente dependiente del automóvil”.
A Washington viajó después, tras terminar la maestría en Política Pública, también en Atlanta, E.U.
En Washington tuvo el primer encuentro con la bici pública. Fue amor a primera vista. “Unos jóvenes y yo íbamos desde nuestra vivienda al trabajo en bici, no importaban las bajas temperaturas, ni lo empinado del trayecto”, señala con palabras llenas de emoción y nostalgia.
En Medellín, junto al biciparqueadero del Pablo Tobón, relata que cuatro niños entusiasmados lo abordaron. “Señor, señor lo invitamos a que use la bici y camine más”, le decían los pequeños.
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kilómetros de ciclorrutas espera tener Medellín al finalizar este 2015.