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Ciudad del Río: de siderúrgica a barrio residencial

Ciudad del Río hoy es una de las zonas más valorizadas en la franja suroriental. Así se transformó.

  • Vista de la fábrica de Simesa en 1976.
    Vista de la fábrica de Simesa en 1976.
  • De la fábrica solo sobrevivieron algunas columnas incorporadas al paisaje. FOTOS: ospina y juan A. sánchez.
    De la fábrica solo sobrevivieron algunas columnas incorporadas al paisaje. FOTOS: ospina y juan A. sánchez.
17 de agosto de 2019
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Ningún barrio de Medellín ejemplifica lo que es la transformación urbana como Ciudad del Río, ese sector que nació de las cenizas que dejaron las chimeneas de las principales fábricas que, con la expansión urbana, se mudaron a otros pueblos.

Ese renacimiento fue reciente. Paola Marín, una costeña que llegó a la ciudad en 2003, cuenta que mientras estudió en la universidad (2003 a 2008) pasó todos los días por esa zona en su recorrido desde Envigado hasta Belén.

“Nunca había visto una zona así, porque soy de un pueblo pequeño. Me parecía que eran como fábricas abandonadas, como sin alma, como si tuvieran fantasmas”, cuenta.

Esta administradora de empresas que se fue a Alemania luego de graduarse, apenas conoció la transformación del barrio este año, cuando regresó de vacaciones. “Me dieron ganas de vivir allá. Vi comercio, museos, zonas verdes, nada que ver con lo que había”, concluyó.

Una historia industrial

El corazón de Ciudad del Río se creó sobre lo que fue la sede de Empresa Siderúrgica S.A., Simesa, fundada el 5 de agosto de 1938, según consta en la escritura pública No. 1700 de la Notaría Cuarta.

En el libro “Medellín Ciudad Tricentenaria” de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín se cuenta que la empresa nació por iniciativa de Julián Cock, quien se dedicó a estudiar los minerales de hierro existentes en el Valle de Aburrá.

La sede industrial nació en lo que quedaba de la finca Las Playas, cercana a barrio Colombia. Para entonces ya se había creado, en ese mismo barrio, la Fábrica de Cementos Argos (nacida en 1934).

“El asentamiento en el Barrio Colombia de empresas como Argos, Simesa, Erecos, Cartón de Colombia y Holasa, entre otros, hicieron que durante décadas esta parte de la ciudad fuera percibida como un epicentro netamente industrial hasta que, motivados por las políticas de apertura económica implementadas en los años ochenta y noventa, Simesa y Argos deciden salir del sector por razones de competitividad”, cuenta el libro “Ciudad del Río, inspiración para una nueva Medellín”, publicado por Valores Simesa (2016).

La transformación

El lote donde estaba Simesa le pertenecía a Colcorp, una filial del Banco de Colombia (hoy Bancolombia) que dividió el negocio: vendió la siderúrgica al grupo Diaco y dejó los demás activos en una sociedad llamada Valores Simesa.

La pregunta entonces fue qué hacer con un terreno de 150.000 metros cuadrados, ubicado en medio de dos estaciones del metro, en El Poblado, con acceso por tres vías principales (la 30, Las Vegas y El Poblado) y ubicado en zona plana muy cerca del río.

Jorge Londoño Saldarriaga, presidente de Bancolombia hasta 2011, fue el hombre que lideró el grupo encargado de resolver esa duda. En el libro de memorias de Simesa contó cómo evolucionó el proyecto.

“Nos propusimos hacer un desarrollo que representara el mayor valor para el dueño de esta propiedad, que era principalmente Bancolombia, y estábamos muy comprometidos a que ese lote se valorizara. Había formas de recuperar el dinero muy pronto, pero al vender no se está recuperando el valor que se puede recuperar con el paso de los años”, escribió.

En el primer Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (1999) se planteó el concepto de suelo de renovación urbana, una idea que encajaba perfectamente en el lote de Simesa: reconvertir espacios para un mejor aprovechamiento urbanístico.

Los dueños del lote hicieron un concurso en el que participaron cerca de 10 empresas inmobiliarias y en 2006 el proyecto empezó a tomar forma con la aprobación del Plan Parcial Gran Manzana Simesa.

Lo bueno y lo malo

Daniel Carvalho, urbanista y concejal de Medellín, conoció las sedes de Argos y Simesa cuando era estudiante de ingeniería. La imagen que se le quedó grabada, dice, es la de una enorme valla en la que no se veía lo que pasaba adentro.

Hoy el corporado es uno de los residentes de Ciudad del Río. “Lo elegí porque cumple con muchos de los preceptos del modelo de ciudad sostenible: está bien ubicado, es accesible, tiene mezcla de usos y una buena dotación de espacio público”, dijo.

En efecto, de acuerdo con las memorias de Simesa, del predio original se destinaron unas 2,5 hectáreas a parques que incluyeron varias zonas verdes y una pista de skate.

Lo único que le hizo falta al proyecto, a juicio de Carvalho, fue tener una mezcla social pues hoy todas las viviendas construidas en la zona corresponden a estratos 4 y 5.

Aunque es justo contar que el barrio se transforma cada fin de semana, cuando visitantes de todos los rincones de la ciudad llegan hasta el parque para hacer picnics y asistir a eventos culturales .

150
mil metros cuadrados tiene el lote sobre el que se edificó Ciudad del Río.
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