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¿Al fin es hoy o no el cumpleaños de Medellín?

  • Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria en el Parque de Berrío. Foto: Miguel Angel Zuleta. (Archivo El Colombiano)
    Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria en el Parque de Berrío. Foto: Miguel Angel Zuleta. (Archivo El Colombiano)
  • El parque de El Poblado se reconoce como el lugar de fundación del caserío de San Lorenzo del Aburrá. FOTO: CAMILO SUÁREZ
    El parque de El Poblado se reconoce como el lugar de fundación del caserío de San Lorenzo del Aburrá. FOTO: CAMILO SUÁREZ
02 de marzo de 2020
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Como si su registro civil se hubiera traspapelado entre los cientos de calendarios que tiene encima, la fecha de cumpleaños de Medellín es, a su vez, varias fechas. A la usanza de las viejas y diluidas partidas de bautismo, el lugar de nacimiento también son dos sitios, una suerte de generación espontánea.

Bien dice Italo Calvino, en Las ciudades invisibles, que estas no dicen su pasado, sino que lo contienen como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones y cañonazos.

La historia da cuenta que San Lorenzo de Aburrá fue el primer caserío establecido en el Valle el 2 de marzo de 1616 —evento del cual se conmemoran 404 años este lunes— en lo que ahora es el parque de El Poblado.

Lea acá: Los 400 años de un relato de Medellín

Cabe apuntar que los invasores españoles llegaron al territorio que entonces era habitado por nativos aburráes, yamesíes, peques, ebéjicos, noriscos y maníes, los cuales se dedicaban al cultivo de maíz y frijol, a sus sembrados, tejidos y animales.

El Aburrá propiamente fue divisado el 24 de agosto de 1539 por Jerónimo Luis Tejelo, después de la fundación de Guaca (Heliconia, al suroccidente).

Los nativos opusieron resistencia a la llegada de los extranjeros a tal punto que muchos prefirieron la muerte a ser sometidos. Durante la Conquista, narra el libro Breve historia de Antioquia de la U. de A. (2001), los indios fueron prácticamente exterminados.

“La mayoría murió por enfermedades, entre ellas gripa, viruela, sarampión, tifo, malaria y fiebre amarilla, contagiadas por los españoles y los esclavos africanos. Otros cientos perecieron en las guerras, exceso de trabajo en las minas o porque no aguantaron el cambio tan brusco en sus costumbres y creencias”, explica.

Entonces el visitador Francisco de Herrera Campuzano, antes de que muriera el último indígena, estableció en 1616 el asentamiento de El Poblado de San Lorenzo de Aburrá, un caserío que establecería las bases para el futuro nacimiento de la ciudad de Medellín. En este vivieron 80 indígenas tributarios con sus respectivas familias.

Si con el acto, el oidor Herrera protegía a los indígenas, el pueblo fue una torre de babel por sus diferentes culturas, lenguas y creencias. Así, la vida de San Lorenzo del Aburrá fue efímera. En pocas décadas la mayoría de los indígenas murieron o se fugaron.

El parque de El Poblado se reconoce como el lugar de fundación del caserío de San Lorenzo del Aburrá. FOTO: CAMILO SUÁREZ
El parque de El Poblado se reconoce como el lugar de fundación del caserío de San Lorenzo del Aburrá. FOTO: CAMILO SUÁREZ

Nació la Bella Villa

Según las vigentes Leyes de Indias, ese caserío minúsculo, acorralado entre montañas, se desarrolló con la retícula española, favorecido por la topografía plana y ligeramente inclinada del terreno. Los lugareños se reunían en un lugar escogido para comprar y vender víveres, además de ser el punto de encuentro. Ese parque se llamó Plaza Mayor y el templo, Nuestra Señora de La Candelaria. Las actividades cívicas y comerciales tenían lugar allí.

En 1649, en el sitio de Aná, hoy Parque de Berrío, se erigió un templo de tapias y tejas porque 700 familias ya habitaban las orillas de la quebrada Santa Elena. Dos décadas después, en 1671, el gobernador Francisco Montoya y Salazar se propuso crear la localidad del Aburrá, distinta a la capital que en ese entonces era Santa Fe de Antioquia.

Mire aquí: El parque de Berrío, donde se gestó el espíritu antioqueño

Solo faltaba la bendición. Fue entonces hasta el 2 de noviembre de 1675, por orden de Mariana de Austria, reina regente de España —representaba a su hijo menor de edad Carlos IIque el poblado fue erigido oficialmente. Ese día se realizó la ceremonia de erección siendo gobernador y capitán general de la provincia Miguel de Aguinaga.

La villa tomó su nombre en reconocimiento a las gestiones de Pedro Portocarrero y Luna, conde de Medellín de Extremadura y quien, como presidente del Consejo de Indias, insistió para que la corona española reconociera el caserío y le otorgara el escudo de armas. Según el primer censo de ese año, en el caserío, de 18 manzanas, vivían unas 3.000 personas.

Desde sus orígenes, la ciudad fue excluyente. Dice Leonardo Ramírez, magíster en Estudios Políticos en la Universidad de la Sorbona de París en una nota de EL COLOMBIANO de 2016 que durante la fundación del parque de Berrío, el gobernante Miguel de Aguinaga puso un edicto que decía: “Mestizos, negros, mulatos y los de Santa Fe de Antioquia, fuera de la plaza principal, necesitamos gente blanca y de lustre”.

Desde entonces las dos fechas aparecen cada año como merecedoras de escuchar Las mañanitas: 2 de marzo de 1616, establecimiento del primer poblado del Aburrá; o 2 de noviembre de 1675, erección y fundación oficial de la villa. Como cédula borrosa y con ganas de elevar el festejo, la ciudad recibe regalos en ambas efemérides.

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