El 16 de febrero de 1984, cuando Medellín tenía como alcalde al recién fallecido Juan Felipe Gaviria Gutiérrez (28-08-2019), se inauguró la Terminal de Transportes del Norte, planeada para movilizar un número aproximado de 10 mil pasajeros diarios desde y hacia los distintos municipios de Antioquia y del resto del país. Hasta ese momento, los buses recorrían toda la ciudad y tenían como destino final Guayaquil, donde funcionaba la plaza de mercado y la estación Cisneros del Ferrocarril.
El proyecto nació en 1951, cuando dos urbanistas de apellidos Wiener y Sert diseñaron unas instalaciones que concentrarían las rutas de transporte de la ciudad. Pero su idea solo tuvo eco en la década del 70. Fue una mujer, la alcaldesa Sofía Medina López, la que estampó su firma para que se constituyera la Sociedad Terminales de Transportes de Medellín S.A. mediante escritura pública N°1693 de julio 13 de 1977.
La función del complejo era “contribuir a la solución del problema del transporte mediante la construcción, organización, administración y explotación de una terminal para pasajeros de buses, ferrocarriles y demás medios masivos de transportes”, según consta en los escritos históricos (portal Quiénes Somos).
Y fue otra mujer la protagonista de que el proyecto se hiciera realidad, según relata el ingeniero Rodrigo Salazar Pineda, estudioso de la movilidad y el transporte, y conocedor de toda la evolución de la ciudad en estos temas durante más de 50 años.
“Los diseños iniciales de la Terminal estaban para construirse en donde hoy es la plaza Minorista, pero fue Sonia Gutiérrez Castro, directora de Planeación, la que decidió que la obra se construyera, con otros diseños, en el barrio Caribe”, señala Salazar Pineda. Los trabajos iniciaron en 1980.
“Allá jugábamos fútbol”
Antes, el lugar donde se construyó la Terminal era un lote vacío en el costado occidental del río, una zona verde atravesada por la autopista Norte, por la que cruzaban quienes se dirigían al lago del parque Norte. Al otro lado del río se veían barrios consolidados al nororiente y un noroccidente que apenas empezaba a poblarse con casas construidas por el extinto ICT (Instituto de Crédito Territorial).
“En el barrio no había dónde hacer deporte, pero esa zona tenía lo que se dice unos peladeros, unas canchas de arenilla donde íbamos a jugar los que vivíamos en la comuna de Castilla, que tampoco tenía el desarrollo urbano de hoy”, cuenta Juan Tabares, del barrio La Esperanza.
Según el ingeniero experto en transporte Johel Gómez, se eligió el lote en Caribe porque estaba vacío, pertenecía a una entidad del municipio de las varias que integraron el grupo de primeros accionistas de la empresa junto al propio Municipio, el departamento de Antioquia, Ferrocarriles Nacionales, Empresas Departamentales de Antioquia, Empresas Varias, la Corporación Financiera y el Instituto Nacional del Transporte.
La Terminal se levantó en un lote de 20 hectáreas, con 35.000 m2 de área construida. En ella funcionó también la estación del Ferrocarril, que permitió sacar del servicio de pasajeros la estación Cisneros, ubicada en La Alpujarra.
“A pesar de que los alcaldes de Medellín han tenido muy poca visión de futuro y construyen adefesios, esta obra sí estuvo bien concebida y planificada y cumplió el objetivo para el cual fue construida: sacar de Guayaquil toda la carga vehicular que llegaba de afuera, y así se empezó a descongestionar el Centro, en un proyecto que estuvo acompañado de la construcción de plazas satélites como la de Flores, La América y Campo Valdés”.
La infraestructura incluyó oficinas de transportadores, dependencias oficiales, bancos, locales comerciales, restaurantes, cafeterías y servicios, como si fuera un centro comercial. La inversión fue de $1.000 millones.
Gonzalo Jaramillo, quien fue el segundo gerente de la Terminal, asegura que esta financió la construcción de la Terminal del Sur, inaugurada en 1993, como complemento, para dos propósitos: evitar la saturación que ya empezaba a vivir la del Norte y ser la central de llegada y salida de los buses y rutas del suroeste y el sur, evitando que estos también cruzaran la ciudad.
Johel Moreno dice que la del Sur quedó mal ubicada, pues debió construirse en el corredor del río. Salazar Pineda lo respalda y le tiene proyección futura: “a 2050 esta deberá ser una terminal central y construir dos nuevas en Itagüí y Bello, con edificios en ambos lados del río”.
En sus inicios, la Terminal movía 10.000 pasajeros y un promedio de 1.000 buses por día. Hoy, en un día normal, moviliza 25.000 pasajeros y los fines de semana previos a lunes festivo, 35.000. En temporada alta la cifra llega a los 39.000. En un día común despacha 2.380 vehículos y en temporada alta 2.860 .