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Educación que transforma vidas en las comunas 7 y 13 de Medellín

Esta es la historia de alumnos que aprenden, en cuarentena, desde casa y sin internet.

  • La I.E. Barrio Olaya Herrera permanece vacía por el aislamiento obligatorio decretado para los estudiantes. Alumnos aprenden desde casa. FOTO Julio césar herrera e.
    La I.E. Barrio Olaya Herrera permanece vacía por el aislamiento obligatorio decretado para los estudiantes. Alumnos aprenden desde casa. FOTO Julio césar herrera e.
27 de abril de 2020
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Calcular las calorías necesarias para una buena alimentación y llevar la contabilidad del hogar en matemáticas, diseñar protocolos de limpieza y aprender a hacer desinfectantes caseros en ciencias naturales; dibujar las rutinas de la familia para artística: así aprenden los estudiantes de la Institución Educativa Barrio Olaya Herrera (BOH) en medio de la cuarentena.

Luego de que el Gobierno Nacional decretara el aislamiento preventivo obligatorio para los estudiantes de colegios y universidades desde el pasado 16 de marzo, las instituciones pusieron en marcha sus protocolos de aulas virtuales y se prepararon para educar a los niños y jóvenes desde sus hogares.

Sin embargo, para instituciones donde la mayoría de la población pertenece a estratos bajos, el internet es un lujo que no todos pueden darse, y que “aunque quisieran adquirir no podrían porque las compañías que prestan el servicio no llegan hasta esos sitios”, explicó Daniel Marín, rector de la BOH refiriéndose a territorios como las comunas 13 y 7 de Medellín donde está funcionando el actual proyecto de investigación que surgió como una alternativa exitosa en medio de la cuarentena.

El proyecto

Estudiantes y maestros de las Instituciones Educativas Barrio Olaya Herrera, Senderos, y María Montessori, en compañía de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, han venido trabajando desde la modalidad de “investigación en casa”. Así han tomado la covid-19 no solo como un problema que les ha impedido regresar a las aulas, sino como una posibilidad de aprendizaje para desarrollar proyectos de investigación en cinco líneas.

De esos enfoques, que apuntan a desarrollar actividades que enriquezcan las rutinas de los estudiantes motivando su interés y su curiosidad, se podrían destacar los sondeos ciudadanos, con los que los alumnos llevan un conteo de cuándo y a qué salen los habitantes de cada familia, los protocolos de desinfección y movilidad y las dietas para la alimentación que buscan que las familias se abastezcan con productos económicos, pero sanos.

Sobre este último, Liseth Pineda, estudiante de la I.E. Olaya Herrera, muestra un especial interés. “Me gusta mucho poder ayudar a mi familia y a la comunidad para saber cómo podemos sustituir los alimentos por unos más sanos pero con el mismo dinero. Los cálculos de las calorías en matemáticas también ha sido algo con lo que me he entretenido todo el día”, dijo la alumna de décimo grado.

Transforma vidas

Jorge Ureña, docente y y asesor del proceso de investigación, recuerda con claridad el sentimiento de confusión cuando llegó por primera vez a su grupo en el Olaya Herrera. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo cautivar la atención de unos muchachos cuyo mayor sueño “era comprar una moto para dar vueltas en el barrio”?, recuerda hoy, doce años después.

Con esos interrogantes en su cabeza empezó a planear estrategias que apuntaran a verdaderas necesidades de la comunidad para que los estudiantes aprendieran en la práctica métodos y estrategias de resolución de conflictos. De esas primeras iniciativas surgieron cursos y seminarios de investigación con los que pudieron resolver, por ejemplo, problemas de movilidad, de residuos y conflictos sociales.

“Con estos procesos los estudiantes y docentes han logrado muchas cosas. Viajar, traer recursos para la institución y, básicamente, cambiar el método de aprendizaje por uno que cautiva más su atención”, dijo Marín recordando el proceso que empezó desde el 2015 y destacando los logros que les ha traído. (Ver: Antecedentes)

Ahora, Marín y Ureña concuerdan en que la educación brinda la posibilidad de transformar vidas, pues hay varios estudiantes que han demostrado cambiar sus malas conductas luego de motivarse por los semilleros de investigación, “yo pienso que hasta le hemos quitado gente a esos combos de barrio”, concluye el maestro.

A la pregunta de ¿qué piensa hacer cuando termine el bachillerato?, Liseth responde sin titubear que quiere “trabajar para poder seguir estudiando en una universidad” y esa, sin duda, es una visión muy diferente a la que encontraron maestros y directores hace cinco años, cuando nada de esto había comenzado n

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