Apostarle a la paz es posible. Así lo está demostrando Inca libertad Tigreros Mejía, la persona que hoy ejerce como gerente de los Pdet de Dabeiba y que a los nueve años se enlistó en la guerrilla. Nacida en Cali y desde niña llevada a vivir en el corregimiento San José de Apartado (Urabá), ella veía pasar a las guerrilleras con sus uniformes y aires de autoridad. Pensaba que ahí tendría un lugar con mayores esperanzas para su vida, pues donde habitaba no avizoraba ni la posibilidad de estudiar.
“En el campo estaba relegada, no soñaba ni con ser algo cuando estuviera grande, ni siquiera estudiaba, entonces me iba detrás de ellos (los guerrilleros), pero ellos me devolvían, me decían que estudiara y me preparara, hasta que de tanto insistir me llevaron; fue un año después de que muriera mi padre”, relata Inca, ya de 28 años, con las miles de vueltas que le dio la vida y que la tienen en un lugar inimaginado cuando se “enlistó” en la guerrilla: al frente de los Pdet (Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial) de Dabeiba, cargo que ocupa hace un año.
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Según un informe del Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica citado por la Unicef (2018), se tienen 16.879 registros del reclutamiento y utilización de niños y adolescentes durante el conflicto armado del país.
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Inca admite que al irse con las Farc a esa edad aún no era conciente de lo que eso implicaba. Recuerda que por ser tan niña, la ponían a cargar bolsos y cosas sencillas, y que a los 14 años le) dijeron que se regresara a su casa. Al final salió de las filas a los 17. “Yo hacía trabajo con las organizaciones campesinas, hasta que me dijeron que aprovechara la oportunidad de irme, que más tarde se los agradecería”, confiesa Inca.
Su libertad la aprovechó para llegar a Medellín, hacer el bachillerato en una modalidad extrarrápida de un año y luego hacerse politóloga. Con su preparación y mucha conciencia del sufrimiento de los campesinos, Inca retornó a la guerrilla.
Hasta que se iniciaron los diálogos con el Gobierno y la posibilidad de desmovilización, proceso que la cogió casada con un guerrillero varios años mayor que ella y quien murió poco después de la firma de los pactos de La Habana.
“A él lo mataron en Peque, en enero de 2018. Fue allá con otro amigo, ya desmovilizados, a un acto político y al terminar los asesinaron; fue muy duro porque teníamos mucha fe en que podríamos iniciar nuestros proyectos en paz. Me llené de dudas, pero decidí que había que persistir en este proceso”.
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Según las cifras del Gobierno de Juan Manuel Santos, en el acuerdo de paz firmado en 2016 se desmovilizaron unos 13.000 guerrilleros, cuyos máximos líderes formaron el partido Farc, hoy llamado Comunes. De estos, según balance entregado el pasado 23 de febrero por la Oficina de la Alta Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (ACNUDH), han sido asesinados 248 exguerrilleros.
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La difícil esperanza
Pero tras quedar viuda y sin hijos, las ganas de seguir de Inca coincidieron con la firmeza del alcalde de Dabeiba, Leyton Urrego Durango, un hombre que fue víctima de la guerrilla pero también un convencido de que la paz es el camino para la nueva Colombia. “A mí me pegaron cinco tiros, me mataron un hermano y la mamá de mis hijas, no ha sido fácil porque olvidar es difícil, pero el único camino para superar tantas necesidades es la paz”, dice.
Creer en la paz lo llevó a ubicar a Inca Libertad como gerente del Pdet en Dabeiba, un trabajo complejo y difícil, pero en el que ella siente que aporta a las comunidades. “Este programa es importante si les damos cabida a los sueños de la gente. Dabeiba tiene veredas a tres días del pueblo y múltiples necesidades. Si no plasmamos lo que ellos necesitan se les frustra el sueño de ver transformados sus territorios”, advierte.
Su trabajo lo hace visitando las veredas y en el programa de radio local “Sintonízate con la paz”, en el que les cuenta a las comunidades que se puede salir de la guerra, trabajar por el empoderamiento de las mujeres y ayudar a transformar territorios. “El camino no es fácil, todo tiene burocracia, se presentan proyectos que pueden enredarse en los escritorios y son procesos largos”, sostiene.
Aunque la comunidad la ha acogido, sabe que para muchas personas llegar al perdón es difícil. Y que las huellas de tantos años de guerra de las Farc no se borran en pocos años: “Recuerdo que una vez salimos a un retén en la vía y una muchacha de un carro tenía unas ‘aretas’ que me gustaron, le dije que estaban lindas y ella casi se arranca las orejas para dármelas; ahí entendí que la gente nos tenía miedo y eso me hizo reflexionar mucho”.
Sobre su labor en el Pdet, el alcalde Urrego Durango destaca el profesionalismo y la dedicación de Inca. “Ella está muy empapada del tema, presenta proyectos y está muy en contacto con las comunidades, que han sido víctimas del conflicto; acá tenemos negritudes, campesinos e indígenas; Dabeiba es un ejemplo departamental y nacional de convivencia”, subraya.
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Hace un mes, en el marco del seminario ‘Paz con legalidad’, el presidente Iván Duque detalló que en 2020 su gobierno destinó más de $9 billones a la implementación de la paz en el país y que para 2021 se proyecta una inversión de $10 billones. También dijo que por los Pdet se han construido más de 1.000 obras en los territorios.
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Inca asegura que a futuro no se ve aspirando a cargos de poder: “Mi único sueño es vivir en una finca con muchos animales y trabajar por las comunidades campesinas”.
Yuddy López Correa, líder comunal y quien trabaja en procesos de desarrollo comunitario en Dabeiba, reconoce en Inca una mujer que hoy en día es un ejemplo de superación.
“El Pdet es el programa con el que esperamos se cumplan las expectativas del acuerdo de paz y ella escucha nuestras iniciativas, las vuelve importantes y sabe direccionarlas”, apunta