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Se espera que las plazas de los pueblos sean centros gastronómicos y de servicios para locales y visitantes.
FOTO Juan Antonio Sánchez
Lo aprendieron en Barcelona, en los populosos y multiculturales barrios de Los Ángeles y Nueva York. Lo aprendieron en México y también en Bogotá. Y ahora lo empieza a entender Antioquia.
Las plazas de mercado, galerías, centrales de abastos y mercados populares son los resguardos de la herencia alimentaria y resistencia cultural de una región. Aliadas del bolsillo de las familias y de los esfuerzos de campesinos y productores para rebelarse contra la desigual cadena de comercialización y sus intermediarios.
Son todo eso y también son epicentro de grandes transformaciones urbanas y de consolidaciones comerciales. El punto ideal para hallar variedad de productos y precios justos, pero también patrimonio arquitectónico, referente turístico y gastronómico y sede de innovación, desarrollo y transformación de productos.
Orientados por las experiencias de ciudades como Barcelona y la propia Bogotá, con su potente red de Plazas Distritales, el departamento emprendió con Plaza Antioquia un proyecto inédito con el que busca darle un vuelco al ecosistema productivo de los municipios con productores, comerciantes, emprendedores, empresarios.
El primer paso para hacer realidad la nueva generación de plazas de mercado en Antioquia comenzó con la modernización y reconstrucción de diez plazas en San Vicente Ferrer, Turbo, Santuario, Bello, La Ceja, Marinilla, Arboletes, Amagá y El Carmen de Viboral, un megaproyecto de infraestructura que demandó casi $78.000 millones y la coordinación con cerca de 700 comerciantes que de manera temporal tuvieron que aportar el sacrificio de desacomodarse de los lugares que ocuparon durante años, con las afectaciones económicas que esto implica.
Pero lo que dice la secretaria de Productividad de Antioquia, Daniela Trejo, es que más que la construcción de edificios cofinanciados por la Gobernación y los municipios, el verdadero reto era convencer a los municipios, comerciantes y comunidad del potencial oculto de sus plazas más allá de ser el punto de encuentro de toda la vida para conseguir productos o rebuscarse la plata día a día.
Y es que Trejo y su equipo encontraron situaciones tan insólitas en sus recorridos como personas viviendo en recovecos de las plazas y comerciantes que pagaban hasta $20.000 y otras cifras irrisorias al mes de arriendo a pesar de tener locales gigantescos y facturar millones mensuales.
Para sanear toda esa informalidad e inviabilidad de las plazas, la Gobernación de Antioquia empezó a montar los modelos de gestión a estos 10 municipios y a otros 27 que se vincularon para integrar la Red de Plazas. Ninguno contaba con modelo de negocio.
Luego se volcaron a formar a los comerciantes de la mano del sector privado como la Cámara de Comercio de Oriente, Comfama y el Sena en innovación, atención al cliente, emprendimiento y finanzas.
Pero también desde los municipios, los propios comerciantes y los habitantes hicieron valer su visión en la construcción de la nueva generación de plazas, de acuerdo a sus tradiciones, su potencial y los productos que ofrecen sus tierras.
Abejorral, por ejemplo, le apostó al turismo y a la innovación. La mayoría de municipios decidió jugársela por el binomio de oferta minorista y turismo. Otros, como Marinilla, triplicaron la apuesta, y decidieron tener una plaza con vocación turística, minorista y gastronómica.
La secretaria Trejo destaca que la Red de Plazas de Antioquia complementará su nueva infraestructura con conectividad, red bancaria, oferta de servicios, espacios de ocio, cultura y entretenimiento, oferta gastronómica; zonas de innovación y tecnología para la transformación de productos como laboratorios, talleres e incubadoras de proyectos apoyados por cooperación internacional y finalmente fortalecimiento de los circuitos de comercialización para que los comerciantes puedan vender sus productos directamente a grandes superficies como el Éxito.
Cada plaza tiene su propia identidad, su marca. El objetivo, explica Trejo, es que quien recorra las galerías de las plazas y se coma un sancocho marinillo o un plato de cangrejo en Turbo tenga una experiencia única o se lleve un producto de origen, como la compra de un manjar tradicional o un novedoso producto derivado de la transformación de materias primas del campo.
Incluso cada plaza tendrá su propio merchandising. El objetivo, en síntesis, es que conocer, comprar y acceder a los servicios que ofrezcan las plazas se convierta en anhelo y necesidad de residentes locales, viajeros nacionales y turistas extranjeros.
Pero, sobre todo –enfatiza Trejo–, la meta es que los municipios puedan pensar sus economías y productividad a gran escala y no limitadas a los azares del día a día.
Plazas y parques del Río
La Red de Plazas no es el único proyecto que camina actualmente en Antioquia buscando que los municipios planifiquen a largo plazo y rompan la cadena del crecimiento que ha caracterizado históricamente su desarrollo.
Son 22 municipios los que se la jugaron por la propuesta de la Gobernación de replicar la experiencia de planificación urbana de Parques del Río en Medellín. Actualmente hay ocho municipios ejecutando las obra de sus parques del río: Marinilla, Puerto Nare, Puerto Triunfo, Concepción, San Vicente, Belmira y Urrao. Otros seis están contratados y los restantes en estudios y diseños.
Juan Pablo López, Seres de Desarrollo Territorial Sostenible y Regenerativo de la Gobernación, explica que los parques del río municipales no son ni meras obras de espacio público o infraestructura nueva sino una estrategia para ordenar el territorio alrededor de las cuencas. “Una vez recuperan el norte del ordenamiento territorial en torno a los ríos empiezan a estructurarse unos nodos naturales de desarrollo urbano”, señala.
Marinilla y La Ceja son ejemplos de esos focos de desarrollo con escenarios deportivos, educativos y las mismas plazas de mercado que se están construyendo alrededor de un nuevo urbanismo que tiene como norte la adaptación al cambio climático.
Los planes de ordenamiento territorial que construyan o actualicen los municipios, cuyo alcance determinará el futuro y subsistencia de los territorios ante los cambios planetarios que causará la crisis climática de acá a 2030, deberán incluir las herramientas de planificación de los parques del río que hoy construyen o diseñan.
Parte de las incógnitas que arroja el futuro a los municipios se responde transformando las tradiciones, su productividad y reconciliándose con las cuencas que les permitieron existir y crecer.
Soy periodista porque es la forma que encontré para enseñarle a mi hija que todos los días hay historias que valen la pena escuchar y contar.