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En Atavanza libran batalla jurídica para que Covin responda con obras de una vez por todas

Los copropietarios de la unidad residencial ubicada en Rodeo Alto alegan desacato por parte de la constructora. Aunque allí no se atisban obras, la firma dice lo contrario.

  • El terreno donde se desmontó el muro de 130 toneladas por un deslizamiento luce tapado con plásticos, a la espera de obras de fondo. FOTO carlos velásquez
    El terreno donde se desmontó el muro de 130 toneladas por un deslizamiento luce tapado con plásticos, a la espera de obras de fondo. FOTO carlos velásquez
05 de octubre de 2022
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Debajo de un plástico transparente, tipo invernadero, podría estarse cocinando una tragedia. En el conjunto residencial Atavanza, en Rodeo Alto, el terreno donde concluyó el desmonte de un muro de 130 toneladas en julio pasado ha comenzado a erosionarse. Dicen sus habitantes que allí arrecia el miedo cada que llueve y que ese talud —en conjunto con el resto de fallas que registra el complejo construido por Covin S.A.— no les permite dormir. Una puja jurídica avanza en paralelo para que la firma ejecute las obras de mitigación requeridas. Hay una solicitud de desacato de por medio.

“La gente tiene mucho miedo. Estamos muy asustados. No queremos que aquí se repitan las tragedias que se han presentado en otros puntos de la ciudad. Si tuviéramos la plata lo arreglaríamos nosotros. No nos dejen solos, por favor”, pide Gloria Castañeda, presidenta del consejo de copropietarios de la unidad. Lo que allí sucede, según cuenta, es una batalla que evoca el mítico duelo entre David y Goliat: los copropietarios en contra de una constructora que “les quiere hacer conejo”.

El pleito jurídico avanza a dos bandas: hay un proceso ante la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) y otro ante dos juzgados de Medellín. El primer órgano declaró el 15 de septiembre pasado la vulneración de los derechos al consumidor por parte de Covin S.A. y Bienes Raíces Calle Siete S.A. Les ordenó, en este sentido, ejecutar las obras de estabilización requeridas en el conjunto en los 60 días siguientes. El fallo, sin embargo, fue apelado por las partes y, según respondió la constructora, cursa su segunda instancia ante el Tribunal Superior de Bogotá.

Pese a esto, una tutela que pasó primero por el Juzgado Noveno Civil de Oralidad y luego, en segunda instancia, por el Juzgado Cuarto Civil de Oralidad ha resultado en favor de los copropietarios. El 27 de septiembre, este último órgano confirmó el amparo de los derechos fundamentales a la vida, vivienda digna e integridad residencial de quienes residen en Atavanza. Ordenó a las entidades accionadas “la intervención integral urgente de la mitigación del riesgo que se presenta en la urbanización”.

Esto, dice Isabella Botero, ingeniera civil que asesora a los copropietarios del complejo, no se ha cumplido. De hecho, previamente la Alcaldía de Medellín había solicitado interponer un incidente de desacato en contra de Covin S.A., pero, hasta el momento, “nada ha pasado”.

“Desde que pusieron el plástico tipo invernadero descuidaron mucho los negros, que tapan directamente el talud. En el terreno ya se ven baches, erosiones, huecos. No se cambian desde julio, cuando se registró el deslizamiento, y no se han hecho los otros mantenimientos”, agrega Isabella.

Las obras recomendadas por el Dagrd, y que son las que se disputan a esta altura ante las autoridades, tienen que ver con un estudio completo del terreno afectado, requerido para definir la estabilización del complejo —son siete torres, con 68 apartamentos cada una—. Hay otros tres taludes de por medio, uno que afecta directamente a las torres 2 y 3, además de repotenciaciones pendientes en las áreas comerciales, la torre de parqueaderos y las áreas sociales.

La constructora Covin S.A. alega que ha ejecutado monitoreos periódicos a las grietas presentadas en el talud que comprometería a estas torres, además de emitir un concepto de cero riesgo en la habitación de la unidad e instalar un inclinómetro para medir el comportamiento del deslizamiento principal. Reconoce, sin embargo, que no se ha entregado el diseño definitivo de las obras de estabilización.

Gloria contrapuntea, afirmando que la constructora, “con leguleyadas”, está esperando que allí tenga lugar una emergencia. Ensimismada en un manojo de documentos, que llevan la cronología de este pulso, enumera las implosiones registradas en otros edificios, como el Bernavento, en 2018.

“Ya solo viene una persona de Covin en la mañana, da vuelta y se va”, dice, luego de insistir en que aún están a tiempo de salvar los apartamentos de la unidad, que son el patrimonio único de muchos. Espera que debajo de ese plástico, tipo invernadero, retoñe la esperanza y no el dolor por una tragedia anunciada con anticipación.

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