En el siglo pasado, casi la mitad de la gente de Medellín nació en la Clínica León XIII, pero ya la cigüeña no visita este centro hospitalario, que incluso en 2008 perdió su nombre para llamarse IPS Universitaria.
En la ciudad, no hay abuela que no cuente que la mayoría de sus hijos nacieron y lanzaron sus primeros gemidos en las salas de esta institución. Dejaron tantas huellas, que en los pasillos de la clínica, cuentan enfermeras y médicos, que aún se sienten los llantos de los bebés, pero no como fantasmas que asustan sino como testimonio o evocación de que este era un lugar donde fluía la vida.
-Cuando voy allá, se me remueve todo, se me conjugan muchos sentimientos, todos buenos, por supuesto, es un lugar que quiero mucho-, comenta Miriam Londoño, que tiene una razón muy profunda para expresarse así de la Clínica León XIII.
Recuerda que su hijo Esteban, que nació de seis meses y 14 días, pudo vivir gracias a las atenciones que recibió del personal médico de esta entidad, que era donde parían las esposas de los obreros afiliados al Seguro Social, en ese entonces era la principal entidad de salud de la población colombiana. Eso antes de la Ley 100 de 1993, que cambió el esquema de salud en el país y dio origen a las EPS.
-Mi hijo estuvo tres meses hospitalizado. De todos los neonatos, era el más pequeño. Cómo sería, que cuando nació pesó 920 gramos y medía 31 centímetros-, narra Miriam.
En su voz, uno siente que está invadida de recuerdos: de su hijito luchando por la vida en una incubadora, de las enfermeras y médicos enamorados de su ternura y de todo el personal médico volcado para salvarle la vida.
-En ese tiempo las incubadoras eran grandes, no tan pequeñitas como ahora. La sala de neonatos era grande. Y yo pasaba allá con él prácticamente todo el tiempo.
Su gratitud es tan grande, que Miriam tiene en su memoria un nombre que jamás olvidará:
-Se llamaba Rocío Hurtado, era la pediatra que estuvo al frente del caso de mi hijo, ya debe estar viejita, pero era una calidad de doctora, como todo el personal de la clínica-, relata esta señora, que tuvo otros hijos, pero estos no nacieron en la León XIII sino en otras instituciones de Medellín donde también había salas de parto importantes, como la Clínica Luz Castro de Gutiérrez (Hospital General) y El Rosario.
Hoy Esteban es un muchachón fuerte y amante del deporte extremo. Los 31 centímetros se convirtieron en 1,83 de estatura y los 920 gramos pasaron a ser 79 kilos. Esteban, de 31 años, respira salud y siente la misma gratitud con la León XIII, pues los relatos de su madre le enseñaron a querer la entidad porque, dice, él está vivo gracias a ella y la gratitud será infinita.
-Si el tiempo se devolviera, con toda confianza tendría mis hijos en este hospital-, concluye Miriam.
Una nueva historia
Pero en 2008 se torció la historia de este centro hospitalario. El Seguro Social dejó de existir, cambió su razón social y la operación de la Clínica León XIII pasó a manos de la Universidad de Antioquia.
Este hecho la convirtió en la IPS Universitaria, una institución que tiene una gran fortaleza en los servicios hospitalarios de alta complejidad y en sus urgencias.
Sin embargo, la nueva realidad del sistema de salud, que está a punto de colapsar, debido a la alta cartera por el no pago por parte de las EPS a las clínicas, hospitales y otros agentes de la cadena, impactó a la IPS Universitaria que se ha visto obligada a recortar algunos de sus servicios.
El problema se ahonda mientras se espera que el Gobierno Nacional se meta la mano para salvar a 17 instituciones de salud antioqueñas, las asociadas a la red 14+1, que entre todas suman un déficit de 1,6 billones de pesos.
Otro hecho que también impacto a la León XIII para que cambiara su plataforma de servicios fue la entrada en vigencia de la Ley 100, en 1993, que introduce el concepto de competencias y les permite a los usuarios elegir la institución para ser atendidos.
La directora general de la institución, Marta Cecilia Ramírez Orrego, explica que al entrar en operación la Red de Metrosalud y el hospital Concejo de Medellín, especializado en maternidad, los servicios de obstetricia fueron migrando a otras instituciones.
-Fueron las reglas del mercado las que hicieron que se perdiera el referente como clínica de obstetricia, y nos abrimos a otros servicios. Nuestra intención es convertirnos en un centro de servicios de alta complejidad, que es en lo que somos fuertes-, explicó la funcionaria, médica egresada de la U. de A. y experta en salud.
Ocho partos, una historia
La vida tiene sus paradojas, sin duda. En una habitación de la IPS Universitaria, sedada por las drogas, duerme apacible María Guillermina Ortiz.
Tiene 92 años. Se ve frágil y emana una ternura extrema. A su lado, en una cómoda silla, dos de sus hijos permanecen al cuidado y la observan atentas a cualquier movimiento.
Ella, que tuvo toda la fuerza para parir doce hijos, hoy lucha por vivir en un año en el que ha sufrido serios quebrantos de salud. Hoy, como toda una abuela y bisabuela, carga una historia muy ligada a esta institución, conformada por tres bloques que se comunican entre sí por puentes peatonales que cruzan la calle en el barrio Sevilla, muy cerca al hospital San vicente.
-Mi madre tuvo doce hijos, pero ocho de ellos nacieron en esta clínica. Nosotros lo sabemos porque ella nos contaba, hablaba muy bien de la atención acá-, cuenta Héctor Lopera, uno de los hijos de María Guillermina, y le ora a Dios para que su madre pueda salir bien de los quebrantos.
Eucaris Lopera, otra hija, cuenta que de los 12 hijos, 8 fueron hombres. Y fueron estos los que vieron la luz en una sala de la León XIII.
-Nosotros conocemos bien esa historia, porque era costumbre de las mamás contarle esas cosas a uno-, dice Eucaris.
Ahora, el destino se torció y en vez de estar feliz dando a luz a sus hijos, María Guillermina lucha por vivir. Sus hijos reconocen que hay algo que no cambia en esta clínica, a la que le siguen diciendo León XIII pese a saber que ya se llama IPS Universitaria:
-La atención es uno A, desde que nuestra madre llegó a urgencias la atención fue de primera y ya en la habitación es igual-, comenta Héctor en una pieza del tercer piso del Bloque Uno, donde algunos pacientes pagan un sobrecosto al que cubre la EPS para disfrutar de más confort, con cupo individual, televisión y otras comodidades, un servicio propio de la IPS y al que se apuntan usuarios que pueden pagar el valor adicional, que tampoco es muy alto.
Banco de sangre de lujo
Uno de los activos de lujo de la IPS Universitaria y que heredó de la León XIII es su banco de sangre, considerado el segundo de más captación del total de 12 que hay en Antioquia. El primero es el de la Cruz Roja.
María Elena Toro, la directora de esta dependencia, precisa que este banco tiene entre 1.400 y 1.500 donantes, lo que le permite despachar un total de 2.500 hemocomponentes por mes.
-Un hemocomponente es el producto que sale de una donación: la sangre se separa en tres componentes, que son los glóbulos rojos, el plasma y las plaquetas-, detalla. Así, advierte, cada donante ayuda a tres personas. Un hombre puede donar cada tres meses y una mujer cada cuatro.
Este centro tiene equipos de alta tecnología, incluidos tomógrafos y de inmunohematología del paciente e inmunohematología del donante, que separan la sangre en sus componentes de manera automatizada. Ya los cubitos de cristal son cosa del pasado.
-Este banco tiene 60 años, es el más antiguo de Antioquia, y la captación nos permite enviar sangre a San Andrés, Apartadó y Santa Fe de Antioquia-, afirma la directora.
Por mejores tiempos
A pesar de que a mediados de marzo la IPS decidió cerrar sus servicios de Urgencias generales para atender solo los vitales, el proyecto de la directora es claro: especializarse en servicios de alta complejidad y que este se constituya en un hospital plenamente universitario, a pesar de que ya exista el San Vicente, también ligado a la U. de A.
-Nosotros no somos competencia para el San Vicente, somos complemento, la clave es no ofrecer lo mismo sino hacernos cada uno fuertes en unos servicios y complementarnos, trabajar en red-, dice la directora.
Su empeño es que el paciente esté siempre bien atendido. Ella sabe la historia de la León XIII. Como IPS Universitaria no habla de borrar ese pasado que hizo a la institución un patrimonio de la ciudad. Quiere que se construya un referente adicional: que los pacientes de mayor complejidad lleguen allí con la misma confianza que iban las madres a parir a sus hijos en las décadas pasadas. Que quien ingrese enfermo reciba el mejor servicio tecnológico y humano, así a sus pasillos y salas ya no llegue la cigüeña en los llantos de los neonatos.