El matrimonio Monsalve Arias esperó más de dos décadas para volver a saber de Juan Guillermo, su hijo mayor. Pero la espera se les hizo más eterna desde abril de este año, cuando les dijeron que su cuerpo fue hallado, identificado y que se los entregarían para que lo sepultaran con dignidad. La noticia la recibieron como necesaria para cerrar años de incertidumbre y dolor, pero llegó cargada de sufrimiento porque no sabían que estaba muerto y, mucho menos, que era una víctima del conflicto armado.
Juan Guillermo era un muchacho de 20 años, que pronto se salió de estudiar, pero se rebuscaba la plata para aportar al sustento de su familia, pues sus padres no tenían trabajos estables y había cuatro hermanos menores para criar. Vendía dulces, cuidaba carros en el Centro y hasta recolectaba alimentos en plazas de mercado para llevar a casa, ubicada en el barrio Picacho, en la comuna 6 de Medellín. La familia lo recuerda como un joven cariñoso, callado, respetuoso y muy pendiente de sus padres y hermanos.
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Fue el deseo de un empleo mejor el que lo impulsó a dejar su hogar y partir, sin decirle a la familia, hacia Florencia, Caquetá. Ocho días después de irse, llamó para decir que estaba trabajando en una finca allí, que no se preocuparan, que estaba bien y que en tres meses volvía. Nunca volvieron a saber de él. Tampoco sabían, no tenían forma de hacerlo, que el joven fue engañado y así se lo llevaron para reclutarlo en un grupo armado.
“Verdad necesaria que duele”
Los primeros días fueron de incertidumbre y desespero. Lo buscaron en todas partes, en calles, barrios y hospitales, hasta que pusieron la denuncia de su desaparición en la Fiscalía. No fue fácil vivir con rumores y personas que decían que lo vieron en el Centro, como un habitante de calle, perdido en las drogas. Eso les impedía dormir bien, pensando en que podía estar aguantando hambre y frío, cuenta Guillermo de Jesús Monsalve, su padre.
Durante todo el tiempo que duró la incertidumbre por el paradero de Juan Guillermo, las autoridades no dieron avances. Sin embargo, en una ocasión, les hicieron pruebas de ADN sin saber que serían cruciales años después, recuerda Luz Edith, una de las hermanas del joven, a quien le decían Juangui de cariño.
Era 18 diciembre de 2020 y la familia Monsalve Arias no tenía ni idea de que uno de tres cuerpos que encontraron en Caquetá era el de Juan Guillermo. Ese día, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) participó en la exhumación, como parte de labores humanitarias, en zona rural de Caquetá, con información de excombatientes de las Farc y exparamilitares.
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Los cuerpos fueron entregados al Instituto de Medicina Legal para que avanzara en la plena identificación y estableciera las causas de muerte.
Dos meses después, el 25 de febrero de 2021, tras los cotejos de la entidad, se dictaminó que “uno de los cuerpos no correspondía con la identidad orientada para el momento de la exhumación, pero que, por el contrario, sí coincidía con el perfil genético de una familia a la que se le había tomado muestras biológicas y que había denunciado la desaparición de su hijo, Juan Guillermo Monsalve Arias”.
El 19 de abril de 2022, una servidora de la (UBPD) contactó, a través de Facebook, a Luz Edith. Le dijeron que posiblemente habían encontrado a Juangui. Ahí comenzaron los diálogos con la familia y el acompañamiento profesional para comprender la magnitud de la noticia.
Les explicaron los detalles del hallazgo, cómo fue la identificación y la forma cómo harían la entrega en Medellín. Desde ese 19 de abril la familia tuvo un pico de ansiedad porque nunca habían estado tan cerca de su hijo desde que desapareció. Aunque tuvieron que esperar otros meses para que les entregaran el cuerpo, hace poco pudieron hacer la ceremonia simbólica para despedirlo y, posteriormente, le dieron sepultura digna en el Jardín Cementerio Universal.
Lo sepultaron en el pabellón que la Alcaldía de Medellín destinó para las víctimas del conflicto armado, muchas de desaparición forzada.
“Esta es una verdad que estábamos esperando, pero que duele. Nos dijeron que del Cementerio Universal nadie lo saca”, expresó el padre de Juan Guillermo, con la tranquilidad de que nunca volverá a perder el rastro de su hijo