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Así se monitorean desde Santa Elena las nubes de Antioquia

Un radar meteorológico

es el que permite conocer en tiempo real la localización y el comportamiento de las lluvias en el departamento.

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  • Así se monitorean desde Santa Elena las nubes de Antioquia
30 de diciembre de 2020
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Revisar la evolución de los sistemas de nubes que producen lluvias en el 90 % del departamento de Antioquia, así como mostrar su comportamiento espacial y temporal en tiempo real, es la misión del único radar meteorológico del Sistema de Alerta Temprana de Medellín, Siata —un programa del Área Metropolitana del Valle de Aburrá—, ubicado en el corregimiento de Santa Elena.

Los datos arrojados por este radar han sido usados desde 2011, cuando entró en operación, para crear algoritmos de estimación de lluvia en superficie, detección de granizo, pronósticos a muy corto plazo, estudios de calidad del aire, deslizamientos, avenidas torrenciales y tormentas eléctricas.

¿Cómo funciona?

Este radar meteorológico fue instalado en predios de la Aeronáutica Civil en Santa Elena, gracias a un convenio interadministrativo entre esta entidad y el Área Metropolitana.

Según el Siata, el principio físico de su funcionamiento se basa en la emisión de una onda electromagnética a la atmósfera que interactúa con los hidrometeoros (gotas de lluvia y granizo). Esta interacción se convierte en una respuesta medida por el sensor receptor del radar (eco), y su magnitud es un indicador de la intensidad de la precipitación que podría darse.

El aparato posee una característica doppler, es decir que permite conocer la velocidad radial de movimiento de los sistemas de nubes que generan precipitaciones.

Por otra parte, la polarimetría (lo que envía y recibe información en direcciones ortogonales, en este caso horizontal y vertical), que este posee, permite tener un set de variables conocidas como “polarimétricas”. Estas son las que brindan información de la cantidad de hidrometeoros, su forma, su composición y su orientación.

El alcance

La estrategia de operación del radar meteorológico tiene dos alcances radiales a partir de su localización en Santa Elena.

El primero es un barrido de 120 kilómetros de radio, cuya información permite el conocimiento de las condiciones del Valle de Aburrá y regiones vecinas. El otro radio de operación es de 240 kilómetros a la redonda, con lo cual se cubre casi el 90% de Antioquia y da información de las condiciones de precipitación en una escala regional.

Según el Siata, es importante aclarar que no todas las nubes son visibles para la frecuencia y longitud de onda del radar, sino solo aquellas que contienen agua precipitable, ya sea en estado líquido (llovizna o lluvia) o sólido (granizo).

La gestión del riesgo

El análisis más constante que se hace de los datos del radar es para gestión del riesgo en tiempo real.

Desde el Siata se identifican patrones de movimiento y la evolución de los sistemas de nubes que producen lluvias, se monitorean las intensidades y acumulados de precipitación y así, en conjunto con otros sensores, se emiten las alertas a las entidades de gestión del riesgo y a las comunidades de las zonas vulnerables.

Por sí solo el radar no previene tormentas, pero, según la entidad, la interpretación de la información que este entrega, combinado con procesos de educación y comunitarios como los SATC (Sistemas de Alerta Temprana Comunitarios) ha permitido que las personas se apropien de la información y sepan cómo actuar cuando se activan las alarmas de inundación ocasionadas por las lluvias.

Hasta el momento, desde julio de 2012 han sido registrados por el Sistema 2.117 eventos y la información del radar ha sido clave en el monitoreo, prevención y emisión de alertas.

Para Leonardo Ruales, meteorólogo del Centro Regional de Pronósticos y Alertas de Antioquia, CRPA, la importancia de la información generada por este tipo de radares es que está enfocada en complementar y alimentar la modelación numérica de la atmósfera y esto se ve reflejado en los pronósticos: “La investigación que se genera a partir de este instrumento va direccionada a mejorar los modelos de predicción climática, de pronóstico del tiempo y, a su vez, se complementan también los modelos asociados a entender los deslizamientos, las avenidas torrenciales y otros fenómenos que se identifican a través de este monitoreo”, dijo.

Asimismo, Ruales afirmó que no solo se debe destacar la importancia de la operación del radar, sino también el complemento de herramientas como imágenes de satélites, monitoreo de redes de tormentas eléctricas, estaciones. “El radar, junto con estos otros instrumentos, se complementa a través del pronóstico de precipitación tipo nowcasting, una técnica de observación que utilizamos a diario desde la meteorología”, añadió Ruales.

Los pronósticos

Según el Siata, el nowcasting basado en las observaciones del radar no tiene en cuenta el crecimiento y decrecimiento de la precipitación, ni otros procesos físicos dinámicos y termodinámicos de la atmósfera, por lo que no proporciona una buena previsión para lluvias convectivas (de origen local y “rápido”), ya que estas cambian muy pronto en espacio, tiempo e intensidad. Estos pronósticos dejan de ser útiles en 10 o 15 minutos.

Asimismo, afirmó que los pronósticos con las técnicas de extrapolación (suponer o calcular el curso de los acontecimientos) funcionan relativamente bien para lluvias advectivas (que se originan en otra región y son “transportadas” por el viento) hasta en un máximo de 2 horas, con buenos aciertos tanto en ubicación como en intensidad.

Desde el modelo meteorológico implementado en el Siata, el porcentaje de aciertos es del 80 % para el acumulado de lluvia de 6 horas. Es decir, 8 de cada 10 de los pronósticos son aciertos.

La inversión

Inicialmente el costo del radar (adquisición e instalación) fue alrededor de $4.000 millones.

En cuanto a las reparaciones asociadas a daños producidos por descargas eléctricas (que son esperadas en este tipo de sensores expuestos a condiciones climáticas severas) se han invertido aproximadamente $1.500 millones.

Según el Siata, en la actualización de componentes hardware y software que la entidad realizó en 2019 se invirtieron $1.300 millones. En total, en la operación del radar, que incluye el mantenimiento preventivo desde su instalación en 2011, la inversión es cercana a los $2.000 millones.

Otros referentes

Si bien este radar meteorológico fue el primero de su clase en instalarse en Colombia para gestión del riesgo de desastres, actualmente el país ya cuenta con siete más.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, instaló hace un año aproximadamente cuatro radares del mismo tipo en San José del Guaviare, Carimagua, Cerro Munchique y Barrancabermeja.

Asimismo, la Aeronáutica Civil cuenta actualmente con tres radares similares instalados en San Andrés, Corozal y Tablazo, pero su uso es principalmente para proveer información meteorológica para la navegación aérea.

Para el meteorólogo Ruales, “lo ideal sería que Colombia llegara al nivel de países como Estados Unidos donde tienen una red impresionante de cobertura casi del 100 %. O como el sistema europeo de radares que también posee una red bastante densa de monitoreo”.

Investigación meteorológica

Desde su instalación, el radar ha permitido el desarrollo de trabajos de investigación aplicada a temas relacionados con gestión del riesgo desde las áreas de meteorología, hidrología, geotecnia, entre otras.

Para el profesor Emel Vega, del posgrado en Meteorología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), al país le hace falta más investigación y una mejor formación de meteorólogos.

“Hay que investigar más y para poder hacerlo requerimos de personas con mejores niveles de formación. La meteorología tiene muchos “secretos”. Hay ciertas intríngulis que se separan de la física clásica y para poder hacer un trabajo de calidad, hay que conocerlas”, dijo.

Asimismo, Vega insistió en la necesidad de educar meteorólogos desde la base: “Esto es necesario para que puedan entender los procesos tal y como realmente ocurren. De lo contrario, seguiremos en las mismas: profesionales que vienen de ingeniería civil, ambiental, de la física o la matemática. Ahí es donde nos vamos a seguir rajando en la predicción de muchos eventos”.

Ruales, por su parte, añadió que, aunque en el país se ha estado avanzado en cuanto a la investigación meteorológica, aún falta mucho por realizar y por conocer.

“La idea es que, en primera instancia, lleguemos en Colombia a una cobertura cada vez mayor y, a partir de ello, sigamos avanzando porque siempre habrá más fenómenos o condiciones de monitoreo que habrá que profundizar. Para esto también necesitamos mucho más apoyo”, explicó.

Antioquia, gracias al Siata, se ha convertido en un referente nacional en el monitoreo de eventos hidrometeorológicos que puedan causar emergencias.

El contrato de operación del Siata finalizaría en abril del próximo año, lo que ha generado preocupación sobre su futuro; sin embargo, el Área Metropolitana anunció que su continuidad y futuros planes de reforzamiento aún siguen firmes

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