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Y entonces la tragedia se traducía en una Navidad a oscuras. Ni un solo bombillo, ni una chispa de luz.
Era 3 de noviembre de 1948 y Magnolia Cano de Mesa llevaba diez meses en la penumbra. Con 22 años era una de las primeras pobladoras de un sector sin nombre y sin alumbrado eléctrico, un barrio vecino del ahora conocido Laureles.
Magnolia acababa de llegar y, por supuesto, no tenía entre sus planes celebrar la primera fiesta navideña en total oscuridad. Madrugó un día a la empresa de energía para solicitar la instalación de redes y, obstinada como era, lo logró.
“Muchachos, ¿quiénes quieren irse con la ‘monita’ a extender unas redes en un nuevo barrio por lados de Laureles?”, le dijo el director de la empresa de energía a sus trabajadores....
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