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El efecto mágico de poder sonreír: termina misión para operar a 100 niños con labios y encía fisurada en Medellín

Aparte de las cien cirugías, el equipo de extranjeros y nacionales hizo terapias y tratamientos odontológicos. También comienza fase de investigación de las causas.

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hace 8 horas
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A Eliana Cotera se le empezaron a despejar los temores acerca de los traumas y rechazos que podría sufrir su hija, Jheidis Jhoana Guzmán Cotera, a causa del labio y la encía fisurados con los que nació. La bebita, de 3 meses de edad, es beneficiaria de la Misión 100 Sonrisas Rotaplast, que comenzó en Medellín el pasado 7 de julio y culmina hoy.

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Mediante esta campaña del Movimiento Rotario Internacional, en alianza con varias entidades locales, 22 voluntarios extranjeros y 3 nacionales, entre cirujanos, anestesiólogos y personal de apoyo, les mejoraron la vida a personas –la gran mayoría niños– que sufren deformidades congénitas, sobre todo labio fisurado y/o paladar hendido, que suelen marcar de forma negativa la existencia de quien las padece.

Ellos se concentraron durante estos once días en el Hospital General de Medellín, que dispuso los quirófanos y más personal de apoyo para efectuar las cirugías plásticas reconstructivas. El Club Rotario Medellín-El Poblado fue crucial también para facilitarles el trabajo y garantizar el bienestar de todo ese personal. Fuera de eso, la Gobernación, varias alcaldías y ONG colaboraron para el hospedaje, la alimentación y el transporte de los acompañantes.

“Hacemos lo posible para que el paciente quede lo más perfecto posible, no importa cuánto tiempo nos gastemos en el quirófano. Si una cirugía tarda diez horas, no importa”, apuntó Juan Gallego, quien coordina esta cruzada que ya lleva varias versiones con más de 700 beneficiarios.

Como no todos los casos se resuelven de la misma manera, fuera de las 100 intervenciones quirúrgicas que se hicieron en esta ocasión, el equipo ejecutó otro tipo de procedimientos como terapias de habla con fonoaudiólogos y continuará con el seguimiento a distancia.

Aparte de lo anterior, basados en la información de los pacientes y su entorno, también comenzaron una investigación en la que se vinculan la Universidad de Antioquia, el CES y la María Cano con el fin de profundizar en el conocimiento de esta problemática que se ha relacionado con entornos afectados por los químicos que se dispersan en zonas de minería ilegal y cultivos industriales. La UPB se uniría igualmente a este trabajo, según informó Gallego.

Por lo pronto, las familias hacen lo que les toca. En Nechí (Bajo Cauca antioqueño), por ejemplo, Eliana Cotera le prodiga todos los cuidados a Jheidis, quien aún se queja de las incomodidades postquirúrgicas. No obstante, la mujer se declara feliz por el cambio rotundo en la apariencia de la niña, pues ve el espejo de los efectos de la malformación con la que vio la luz en otros niños y jóvenes de la misma población que a veces sufren discriminación.

“Por acá no son tantos pero sí hay varios; hay unos que ya tienen las cirugías y otros que no”, dice Eliana. No hay que olvidar que en Nechí se practica la minería ilegal y el uso del azogue es frecuente para la separación del metal precioso de los componentes que lo acompañan en su estado natural, y aunque la familia Guzmán Cotera no se dedica a esta actividad, el mercurio está disperso en el ambiente. Durante el embarazo las ecografías no habían detectado la malformación de Jheidis, solo se dieron cuenta a partir del alumbramiento. Luego tampoco tuvo problemas con la lactancia ni de que el alimento se le escapara por la fisura del labio –“solo un poco, pero nada grave”–, recordó Eliana.

Ya habían hecho trámites buscando que la EPS la operara, pero tan pronto escuchó a principios de julio sobre la Misión 100 Sonrisas Rotaplast, Eliana se adelantó por acá, convencida de que el otro camino iba a ser más demorado.

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La fama de esta cruzada se ha regado de manera insospechada hasta otros departamentos, y así fue como también escuchó sobre ella Paola Gómez, quien tiene formación como docente pero no ha podido ejercer y se desempeña como guardia de seguridad en Cali. Ella hacía también cuatro meses había tenido a Saray, con paladar hendido y labio fisurado.

Este caso fue más traumático que el de Jheidis. Relata Paola con toda precisión que el 30 de noviembre pasado una ecografía de talle anatómico le reveló el problema congénito de su retoño.

“Los primeros tres días lloré mucho, pero fui reaccionando; siempre acepté a mi hija porque además hace muchos años trabajé con pacientes con discapacidad”, apunta esta madre soltera de 36 años, que ha tenido que luchar sola por resolver la situación de ambas.

Primero fueron las dificultades para alimentarla. “No sé si es porque soy primeriza, pero siempre es complejo porque ella no tiene paladar y hay que tener mucho cuidado para darle la comida y acostarla porque todo se le venía por la nariz y la boca”.

Además, todavía se le nota el coraje al revivir el día en que se montó al sistema masivo de transporte Mío y una señora se le acercó a decirle que la niña estaba botando sangre por los oídos, pero luego le confesó con descaro que había sido una disculpa para acercarse a ver qué era lo diferente que tenía Saray. Ahí se convenció todavía más del bullying que podía sufrir a futuro.

Ella apenas estaba dando vueltas en el carrusel de trámites que le impuso la EPS para corregir la malformación; y a lo mucho había logrado consulta con una especialista maxilofacial que la trató de manera displicente diciendo que ella no se ocupaba de casos como el de la niña.

Por fortuna unos amigos de su natal Chocó le pusieron mensajes avisándole de la Misión 100 Sonrisas Rotaplast. Por ello no dudó ni un instante en hacer contacto. Saray fue operada el martes 8 de julio. “Ese día, después de la intervención y al ver ya el cambio en ella, yo no paraba de llorar”, dice Paola, a sabiendas de que a la pequeña le esperan más pasos por el quirófano.

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Juan no descarta que el próximo año se realicen otras jornadas, porque son muchas las personas que lo necesitan, pero la mira a mediano o largo plazo es conformar un equipo local que se haga cargo y que Rotaplast (un club de rotarios de Chelsea-Massachusetts, en Estados Unidos) se ocupe sólo del acompañamiento y la transmisión de la experiencia.

*Publicamos las fotos de las dos niñas con autorización de sus madres.

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