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Ituango tiene 230 kilómetros de vías terciarias y todas están en situación crítica, pero hoy en día el peor caso es el del trayecto Ituango - Santa Rita, un tramo de 67 km que conecta más de treinta veredas y que hoy en día está bloqueado a mitad de camino, en el kilómetro 38, a la entrada del corregimiento La Granja.
El caso es tan grave que hay 28 veredas afectadas por desabastecimiento de productos y alimentos, pues no hay flujo de camiones de carga y ni siquiera de pasajeros. Por la situación de aislamiento las comunidades están desesperadas.
El primero en lanzar el grito de auxilio es el propio alcalde de Ituango, Edwin Mira Sepúlveda, quien no oculta la realidad de su pueblo y dice entender la desesperación de la gente, pues la comunicación por carretera es un aspecto vital para el normal desarrollo de la vida de los municipios.
“Salvo la vía para entrar al municipio, todas nuestras carreteras son destapadas. Y las vías destapadas requieren mantenimiento, porque si no el invierno las destruye, y este último año ha sido de puras lluvias”, sostiene.
En el caso de la vía a Santa Rita, hay que decir que es uno de los trayectos más largos y de los que más veredas conecta. Para un campesino de la región (que prefiere no decir el nombre, pues en este sector de Ituango hay muchos miedos, incluso para hablar de los problemas comunitarios), “esta no es una vía sino un camino carreteable y no se ve la voluntad de repararlo”.
La crisis empezó hace 15 días, cuando luego de un fuerte aguacero se vino un deslizamiento desde la parte alta de la montaña y arrastró la bancada. La vía quedó interrumpida y abajo un precipicio de cerca de cien metros por el que se hizo imposible cruzar.
“Ese sitio nunca amenazó peligro, la carretera ha tenido problemas, pero no en este punto ni tan grande”, comenta Héctor Emilio Guzmán, quien llegó al sitio de la emergencia acompañando al conductor de un campero que llevaba una mercancía para hacer trasbordo.
El deslizamiento ocurrió en el punto intermedio del trayecto, a la altura del corregimiento La Granja. El destino final es el corregimiento Santa Rita, que es uno de los más grandes de Ituango, con cerca de seis mil habitantes en el casco urbano. Es una población que mueve gran parte del comercio con Ituango e incluso con Llanos de Cuivá y Medellín.
Por eso hay alarmas: “Sin la vía funcionando quedamos aislados, entre La Granja y Santa Rita hay mucho intercambio y quedamos sin paso”, apunta Francisco Antonio Giraldo, un campesino de 62 años que lleva toda su vida en este territorio, muy conocido en el país y el departamento por haber sido escenario de muchos enfrentamientos entre la guerrilla, los paramilitares y el Ejército en los tiempos más duros del conflicto armado.
De allí que muchos habitantes de la zona den testimonio de lo que pasa pero con la condición de que no se diga cómo se llaman. Uno de estos sostiene que el aislamiento ha generado desabastecimiento de alimentos, también represamiento de productos agrícolas, ya que los campesinos no han podido comerciar sus cultivos y hay situaciones que no se explican.
“Nosotros tenemos una vía alterna por Pascuitá, que conecta con la represa y la nueva carretera a Valdivia, pero la hizo la misma comunidad. El municipio y EPM la consideran ilegal y por eso no le hacen mantenimiento, cuando eso podría ayudarnos mucho”, dicen.
Esta vía es riesgosa para el transporte, pues tiene puntos muy críticos y hay temor de que en cualquier momento colapse y origine una tragedia. Además, solo permite el paso para camionetas que tengan doble entonces, y no hay muchos que quieran arriesgarse. La situación hace que el transporte de alimentos se encarezca, comentan muchos campesinos.
Los ricos pobres
La paradoja de esta situación es que en esta zona se desarrolla el proyecto de infraestructura más costoso de Colombia en la actualidad y el que le va a aliviar la situación energética a todo el país en el corto tiempo: Hidroituango.
Afuera se piensa que Ituango nada en plata. “A mí me dicen, alcalde ustedes lo que tienen es plata”, comenta en tono jocoso el mandatario Mira Sepúlveda.
La realidad, dice, es que de este megaproyecto su población no ha recibido beneficios más allá de los normales: apoyo con capacitaciones, socializaciones, de pronto escuelas o escenarios deportivos y similares, pero grandes obras de infraestructura no se han visto.
El mandatario reconoce que en emergencias pequeñas de las vías han enviado maquinaria e ingenieros para apoyar. Pero es algo muy leve frente a la magnitud de los problemas. Los campesinos afirman lo mismo y lo agradecen. Pero esperan más.
El Gobierno Nacional tampoco ha hecho mucho. Hace un año un trámite impidió que se pavimentara un trayecto de vía.
“El DNP nos asignó $1.300 millones para instalar placa huella y pavimento en la vía a Puebloblanco, todo estaba listo y la EDU (Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín) que iba a ser el ejecutor advirtió que no se podían invertir esos recursos por no ser una vía del municipio, ya que todas las vías de Ituango están inscritas en Invías; le hicimos la petición a Invías de que la liberara, pero se demoró cuatro meses en dar el papel, y ya dijeron en el DNP que nos habíamos demorado mucho”. El relato es del alcalde. La plata se esfumó y la vía siguió en agonía.
John Chavarría, comerciante de Santa Rita, dice que cada día que pasa con la vía cerrada el empobrecimiento crece. “Acá habemos 200 familias cultivadoras de café, estamos en cosecha y el grano se está perdiendo”.
Explica que mientras llevar las cargas en un bus (de escalera) cuesta $16.000 por bulto, en una camioneta cuesta $30.000, “y ahí se va todo el margen de ganancia, entonces uno sale perdiendo plata”, dice el líder.
Los trasbordos funcionan de la siguiente forma: desde Ituango salen buses o camionetas que llegan hasta el derrumbe. Allí se hace trasbordo de mercancía hacia el otro lado por el filo del deslizamiento para subir los productos a camionetas que llegan de San Rita. El paso es riesgoso incluso para la vida de las personas, pues hay lodo, el terreno es liso y quien no afirme bien el paso puede caer al precipicio.
A la excesiva pobreza de la zona, se le suma esta situación, que ha generado más ruina: “por acá la vida es muy simple, no hay acueducto, el agua la tomamos del río o arroyos, muy pocas casas tienen un televisor, se vive con lo básico”, comenta Francisco Giraldo.
El alcalde, con franqueza, dice que Ituango, por haber sido un territorio de guerra (aún sin lograr superarlo) figura en todos los programas del Gobierno Nacional: en los municipios Pdet (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial), en los municipios Zomac (Zonas Más Afectadas por el Conflicto) y las Zonas Futuro, pero nada ha servido para superar tantos años de pobreza y olvido.
Cuenta incluso que un dinero asignado para pavimentar vías terciarias, en total $2.500 millones, se perdieron porque ningún contratista quiso inscribirse porque la consideran zona peligrosa, y dos veces fue declarada desierta la asignación. Al final, el actual gobierno aplazó la entrega de dichos recursos.
Es el drama de un municipio que ha vivido bajo los azotes de la guerra y el invierno. La comunidad, agobiada, solo pide obras: Francisco Giraldo pide que les arreglen al menos la carretera, “que nosotros con eso nos vamos ‘bandiando’, el que crea que no hay pobreza que venga a Ituango”. El que crea que no hay olvido, que vaya a Ituango.
Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.