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Los enemigos de la salud mental en Medellín

Según el último registro de la Alcaldía, más de 169.800 personas requirieron atención médica por este aspecto. Ansiedad y depresión, las causas más frecuentes.

  • FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
    FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
Los enemigos de la salud mental en Medellín
16 de mayo de 2018
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Los cambios en el comportamiento de David Pérez* se evidenciaron cuando cumplió 21 años. Nora Pérez*, su madre, conocía casos similares en su familia, pero no pensó que eso se replicaría, pues nunca vio en su hijo “nada malo”.

David, quien tiene bipolaridad afectiva, es una de las cerca de 169.800 personas de Medellín que consultaron por requerimientos de salud mental durante 2016, según el registro del Sistema de Información de Prestaciones de Salud.

De ese total, 94,6% de los pacientes accedieron por consulta externa (por prevención o porque se sintieron enfermos); el porcentaje restante lo hicieron por urgencias y hospitalización. Los datos de 2017, según la Secretaría de Salud de Medellín, aún no están consolidados.

La falta de la actualización de un diagnóstico de ciudad sumada al tabú sobre los trastornos mentales, agravan la situación de la salud mental en la región, aclararon los expertos consultados. Una tarea que, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, calificó como “pendiente por solucionar”. Este es el panorama.

El más reciente informe poblacional que evaluó este problema en Medellín fue elaborado entre 2011 y 2012 (con una vigencia hasta 2021) por el Grupo de Investigación en Salud Mental de la Universidad CES. Según el documento, residentes de las comunas Popular, Santa Cruz, Manrique, Aranjuez, Castilla y Villa Hermosa, y los corregimientos de Altavista y San Cristóbal tienen riesgo más alto de padecer un trastorno mental.

“En esas zonas también hay condiciones sociales y económicas poco favorables”, explicó Beatriz Guerrero, líder de Salud Mental de la Secretaría de Salud de Medellín, quien mencionó que la población más afectada se encuentra en un rango de edad entre 15 y 44 años. “Muchas de estas afectaciones están asociadas a formas de violencia. Otro aspecto que se relaciona es el consumo de sustancias psicoactivas”, anotó Guerrero, quien afirmó que para el próximo año se actualizará el estudio.

Lo que más se repite

Tanto en los registros de Medellín, como en los departamentales y nacionales, los trastornos neuróticos, de emoción y de comportamiento, son los tres más frecuentes. ¿Qué significan y a qué se deben los casos?

Liliana López, psicóloga clínica y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, explicó que los trastornos neuróticos, comúnmente conocidos como de ansiedad, “son aquellas preocupaciones o temores que todos tenemos, pero cuando se vuelven exagerados y generan malestar e incomodidad, es cuando se desarrollan los trastornos”.

La depresión, un trastorno emocional, es el cambio negativo en el estado de ánimo de la persona, que compromete aspectos como la alimentación, el dormir, ya sea insomnio o periodos largos de sueño, pérdida de interés en las actividades rutinarias, entre otros. “En este aspecto, la tristeza o los síntomas deben permanecer por largo tiempo. Tiene que ser un malestar clínicamente significativo y que genere un cambio en la persona”, indicó.

Por último, López comentó que la esquizofrenia, un trastorno de comportamiento, “compromete cuatro aspectos de la persona. La alteración en el pensamiento, es decir, los delirios; la percepción de la realidad o alucinaciones; el manejo del lenguaje y la motricidad”.

Las causas de que estas patologías sean las más repetitivas, son variadas. Para López, no es una situación propia de la ciudad o Antioquia.

“La vida contemporánea nos ha llevado a ritmo acelerado, la ambición a cumplir los objetivos de manera inmediata, termina por alterar la salud mental”, indicó.

No obstante, recalcó la psicóloga, se debe tener en cuenta que las enfermedades mentales, son multifactoriales, es decir, hay diferentes indicadores que influyen, como biológicos, psicológicos y ambientales.

Cualquiera de estos trastornos puede estar asociado al consumo de sustancias psicoactivas. No obstante, “no hay una relación directa o de causa efecto, pero existen casos en que una persona con ansiedad o depresión, por calmar dolencias o desesperos, llega al consumo de sustancias. Esto se conoce como el diagnóstico dual, en el cual se deben tratar ambos requerimientos”, puntualizó.

Costo social y estigma

Nora Pérez y su familia han optado por pagar por cuenta propia los tratamientos y medicamentos, posibilidad con la que no contó Norela Ortega, que se ha enfrentado al reto de cuidar a su hija, de 21 años, y a su hijo, de 28, ambos con depresión: la primera como consecuencia de otras enfermedades y, la de él, por consumo de marihuana.

“Eso implicó que abandonaran sus estudios, incluso que mi hija intentara quitarse la vida. Comenzó un tratamiento y ha mejorado. Para el hijo ha sido más difícil. Está en tratamiento y yo soy quien le suministra de manera cumplida los medicamentos”, contó Norela.

Ante esto, Cristian Vargas, psiquiatra de la Universidad de Antioquia, resaltó que el costo no es sólo económico, sino también emocional y social, por lo que es necesario mejorar las oportunidades de atención y tratamiento. Es un asunto de salud pública.

“A él le da pena hablar de eso, no se puede comentar cuando está presente”, aseguró Nora, al referirse a la enfermedad de su hijo.

Hace falta educación abierta para dejar atrás la idea de que ir al psicólogo o el psiquiatra es sólo para los locos, dijo López.

Cobertura en atención

En el Valle de Aburrá existen dos entidades públicas destinadas a la atención de temas de salud mental. La unidad hospitalaria de San Cristóbal con 18 camas de hospitalización; y el Hospital Mental de Antioquia, Homo, que atiende un aproximado de 25.000 personas cada año, de las cuales 14.500 se asientan en Medellín.

Paulo Gutiérrez, subgerente de Prestación de Servicios del Homo, indicó que el trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia y la depresión, son los motivos de consulta más frecuentes en ese centro de atención y que, Nordeste, Oriente y Suroeste antioqueño, son las subregiones que más concentran las personas con algún problema de salud mental.

“Se da que los pacientes y sus familias no cuentan con recursos para asistir a los controles en Medellín o en municipios centrales de cada región, lo que hace que la persona se descompense, agravando su enfermedad y afectando a su círculo social”, añadió Gutiérrez.

Ante esto, agregó, se ha fortalecido la presencia de los médicos psiquiatras y la medicación en los hospitales municipales, así como el modelo de telepsiquiatría, que hoy se maneja en 10 municipios.

Esta forma de realizar la consulta consiste en que el encuentro del paciente y especialista (psicológo o psiquiatra) se dé a través de internet usando, por ejemplo, videollamadas, lo que permite, según Gutiérrez, que los controles y seguimientos no necesiten siempre un encuentro presencial.

Por otra parte, la unidad de San Cristóbal, se creó para solucionar las falencias de recursos humanos y medicamentos idóneos para atender a los pacientes de salud mental en los servicios de urgencias de centros médicos en Medellín. Sin embargo, su capacidad instalada se ve superada por la demanda de atención que registra la ciudad.

Una situación que reconoce Beatriz Guerrero, quien reiteró que “con el estudio que se adelantará, se identificará qué es lo que más se necesita en cada zona de Medellín”.

Por su parte, Vargas insistió que dichas falencias afectan no sólo al sistema sino también la recuperación del paciente. “Allí el personal debe atender una demanda gigante de otros asuntos que también son urgentes y el paciente de psiquiatría tiene unas particularidades: no puede hacer un juicio de la realidad, es el que se vuela, se descompensa y hasta puede agredir a otros pacientes o al personal médico”, dijo.

Vargas explicó que un paciente en crisis puede ser inmovilizado máximo 5 o 6 horas, mientras el medicamento hace efecto o llega un médico psiquiatra, pues no siempre hay uno disponible. Pero, desde su experiencia, aseguró que “nos encontramos que pasan semanas en los servicios de urgencias en esa situación, lo que les genera lesiones físicas. Como si estuviéramos en época de manicomios”.

Para el paciente esperar tanto por una atención, que sea remitido a otro centro de salud sin ser valorado o con diagnósticos poco acertados, representa un daño irreversible en su cuerpo.

“Cuando llega en ese estado es como un ‘paseo de sufrimiento’. Uno entiende que los hospitales no tienen un enfoque de atención en psiquiatría, pero al menos deberían contar con una sala dedicada a esto, así como tienen un espacio de ortopedia”, puntualizó

¿Tema de salud pública?

Para Liliana López, los registros actuales, ya deberían ser una señal para hablar de la salud pública de la región, pues esto tiene consecuencias para el paciente, para su familia y el contexto en que se mueve.

“En la medida en que los indicadores de la población afectada sean más altos, es cuando se hace necesario diseñar e implementar planes de promoción y prevención al respecto. Es importante que la gente reconozca síntomas, esté alerta y, en especial, abandone la idea de que asistir al médico psiquiatra, es de locos”, concluyó.

*Nombre cambiado a petición de la fuente.

25
mil pacientes recibe el Hospital Mental de Antioquia aproximadamente cada año.
1
unidad hospitalaria pública de salud mental tiene Medellín, en San Cristóbal.
Infográfico

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