Hasta las partes más altas de la zona nororiental de Medellín llegó hace 15 años un señor de esos a los que comúnmente los ciudadanos llaman “gringo”, visto en ese entonces como otro extranjero que arribaba a investigar la pobreza del sector y tal vez a hacer otro diagnóstico de las razones que llevaron a tanta marginalidad.
Pero no fue tal. Con los días los habitantes de esa zonas, a donde van a parar los desplazados y en los últimos años los venezolanos que huyen de su país, entendieron que la misión del “gringo” era otra: ser una mano tendida en medio de tantas miserias, carencias y temores. “Él vino a ayudarnos, a quitarnos hambres y necesidades y a apoyarnos con educación”, dice Jeison Mosquera, que llegó al asentamiento o barrio de invasión en 2011, desplazado de otro sector de Medellín y quien y es uno de los habitantes más beneficiados con la obra del extranjero. De su mano, Jeison aprendió inglés y luego consiguió trabajo en una línea bilingüe, una especie de Call Center, donde empezó a ser independiente, “a no depender de la caridad de otros sino de mí mismo”, dice.
El ángel de las montañas
El protagonista de toda esta historia es Marc Kaseman, entrenador deportivo nacido en Estados Unidos y residenciado en Medellín desde 2004, una ciudad que, sin él imaginarlo, le cambió la vida.
“Empecé a subir a estos barrios, me sorprendió que no tenían agua potable, que vivían en mucha pobreza y eran personas muy humildes, y decidí quedarme a trabajar por ellas”, dice Marc, que ahora se hace llamar en colombiano Marcos y que es la cabeza de una fundación llamada Ángeles de Medellín, que lleva 15 años ofreciendo programas educativos y capacitación a estas comunidades y otras de Antioquia, incluidos municipios como Anzá y Santa Rosa de Osos, donde también ha llegado con sus campañas de ayuda a los más necesitados.
Su foco de atención son los niños, las madres solteras o cabezas de hogar y los adultos mayores, que se benefician con alimentación, acompañamiento social y celebraciones especiales como Halloween, días de la madre y el padre y la que nos convoca hoy: Navidad.
Cada diciembre, Marcos recorre barrios informales de la zona de Santo Domingo, como El Pinar, Altos de Oriente y Regalo de Dios, donde organiza fiestas de Navidad para los niños y sus padres, en las que se dan regalos y alimentos y se disfruta de integración barrial.
Así lo cuenta Yoleski Salas, madre de una bebé de brazos quien ve a Mark como un segundo padre: “su obra es muy bonita porque no solo da regalos, sino que los niños juegan, nos divertimos y todos los miércoles nos da una cena a más de 200 personas de por acá”, dice Yoleski, habitante del sector Regalo de Dios.
Marcos ya consiguió más de 104 donantes para su causa en países del mundo, como Tailandia, Tunicia y Bielorrusia. Para apoyarlo se puede contactar en el grupo de Facebook Ángeles de Medellín.
Pero como este buen samaritano, a quien algunos llaman ‘el papá de la montaña’, en Medellín están en marcha otras campañas solidarias para alegrarles la Navidad a los niños más pobres, en sectores como Moravia, la comuna 13 y el barrio La Cruz, organizadas por líderes zonales con apoyo de voluntarios y aportes de todo el que quiera compartir un poco con los que más necesitan, en un año que ha sido difícil por la pandemia y sus secuelas, como desempleo y carencia de recursos .