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Mala conducta es otro “virus”

Expertos en comportamiento recomiendan algunas medidas a las autoridades, para mitigar la indisciplina social en plena pandemia.

  • Cientos de personas llegaron engañadas a La Alpujarra el pasado 24 de marzo, por una cadena falsa de Whatsapp que les prometía mercados y ayudas financieras. FOTO juan sebastián carvajal
    Cientos de personas llegaron engañadas a La Alpujarra el pasado 24 de marzo, por una cadena falsa de Whatsapp que les prometía mercados y ayudas financieras. FOTO juan sebastián carvajal
23 de abril de 2020
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Cara: solidaridad en masa, la Donatón, apoyo al personal médico, respeto al aislamiento, innovación científica. Sello: los saqueos, falsas noticias, corrupción, fraude con las ayudas, burlarse de la ley.

Estos son los dos lados de la moneda en cuanto al comportamiento de los antioqueños durante la cuarentena. Hemos visto conmovedores actos de humanidad entre vecinos, pero también conductas de deplorable bajeza. ¿Por qué pasa esto?

“Estamos viendo que en una misma comunidad afloran lo mejor y lo peor, y eso es propio de estas coyunturas, que nos muestran hasta dónde llegan los principios éticos de una sociedad”, expresó Gregorio Henríquez, escritor y antropólogo especializado en dinámicas urbanas.

El 24 de marzo, inescrupulosos difundieron una información falsa en los inquilinatos del centro de la ciudad, invitando a los más pobres a reclamar $60.000 y mercados en La Alpujarra. La broma expuso a centenares de personas al contagio de la covid-19.

El 15 de abril, una paramédica fue golpeada en un retén de varios residentes que reclamaban comida en Robledo.

Ese mismo día, en el municipio de Andes, tres empleados de la salud fueron obligados a irse de un edificio, por la discriminación de los vecinos. En otras localidades de Urabá, Bajo Cauca y Occidente, la Fuerza Pública ha tenido que frenar las parrandas en casas, irresponsables bajo el estado de pandemia.

La Alcaldía de Medellín denunció tres saqueos a carros repartidores de alimentos, en Niquitao, San Cristóbal y la frontera de los barrios Olaya Herrera y Vallejuelos. En otros casos, avivatos quisieron acaparar los mercados.

“Hay que decirles a los que ya recibieron, que no van a recibir más, al menos no por ahora. Hemos visto en lugares donde hay protestas, que cuando les hacemos la prueba en el sistema para ver si ya recibieron, el 90 % recibió. Hay gente quitándoles el mercado a otros que sí lo necesitan”, dijo el alcalde Daniel Quintero (ver recuadro).

En el Valle de Aburrá, la Policía impuso 18.541 comparendos por violaciones a la cuarentena (al 13 de abril), es decir, 842 diarios en promedio.

Antivalores

“Estas conductas tienen que ver con personalidades antisociales, de gente a la que le gusta provocar desorden, siempre han sido así y aprovechan esta coyuntura para enfocarla en este tipo de necesidades. Nos damos cuenta de todas las personalidades disfuncionales que habitan en Colombia y no han tenido tratamiento, porque las abordamos en términos de castigo, sin invertir en una rehabilitación real”, opinó la especialista en Psicología Jurídica, Eliana Mejía.

Para ella, la comunidad está experimentando miedo y angustia, por el futuro incierto y un bombardeo de información que no siempre es sincera o entendible.

En cuanto a los saqueos y golpizas, dijo que en situaciones de crisis la gente tiende a actuar como una masa, en la que se pierde la consciencia individual, “y la persona roba o se vuelve violenta, aunque ese no sea su comportamiento normalmente”.

Aunado a esto, en la contracultura paisa, aquella opuesta a la narrativa de la pujanza, existe el antivalor de exaltar “al que es muy vivo”, recordó Henríquez. “Esa viveza la vemos en el que recibió un mercado que no necesitaba y se quedó callado, o en los políticos y empresarios que aprovechan para expedir contratos con sobrecostos y especular con los precios de las mercancías”, señaló.

Otro antivalor que afloró es el egoísmo. “Ahí están los que salen a rumbear porque no les importan los demás, y el que está enfermo, pero no lo comenta y se relaciona con otros”, afirmó el antropólogo.

Recomendaciones

Según Mejía, esta pandemia expuso un factor sobre cómo piensa nuestra sociedad, y es que “la mayoría vivimos el día a día con una visión inmediata de las cosas, sin referentes de planeación, por lo que tendemos a ser impulsivos”.

Esto se acrecienta cuando las autoridades emiten decretos día por día, a cuenta gotas, “y es verdad que muchas decisiones se toman sobre la marcha, pero eso no contribuye a mermar la angustia”, acotó.

Una propuesta a corto plazo para los gobiernos va enfocada a mejorar sus canales de información y transmitir los planes de acción con el tiempo debido. “Una manera de combatir el miedo es con buena información. El temor que genera esa desinformación es lo que puede explicar el rechazo a los médicos, porque no todos los vecinos tienen muy claro cómo se transmite el virus”, señaló la psicóloga.

A largo plazo, es importante implementar en el sistema educativo herramientas para motivar el espíritu de planeación; y en el de salud pública, políticas de rehabilitación de conductas antisociales que vayan más allá del castigo.

Henríquez sugirió que también es necesario que el Estado ejerza su autoridad, pasando de la simple pedagogía a la multa, “porque hay ciudadanos a los que, a pesar de toda la información que les llega, creen que eso no es con ellos y salen a la calle, convirtiéndose en vectores de contagio para los demás. Si ahí no se aplica un correctivo, otros también lo harán”.

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