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Como una primera acción específica para proteger la fauna silvestre y frenar, en lo posible, el tráfico de especies, la Gobernación de Antioquia anunció que estudia los valores para adquirir una casa campesina dentro de los Farallones de La Pintada (Suroeste), un espacio de 201 hectáreas propiedad del Departamento donde se construye un ecoparque turístico desde principios de este mes.
Así lo aseguró el gobernador, Luis Pérez Gutiérrez, al detallar que aunque el nuevo parque tendrá senderos y ciclorrutas, se buscará no afectar el ecosistema. Allí se les brindará atención a animales que sufran accidentes y que estén enfermos. Será un refugio para fauna incautada y que luego será liberada. A la familia, que la habitará, se le pagará por proteger la fauna.
En la zona, la corporación ambiental Corantioquia ha identificado 33 especies de mamíferos, 14 de anfibios y 28 de reptiles. Por ello los animales que podrían ser llevados a la casa campesina varían entre tigrillos, osos hormigueros, zorrillos, iguanas, micos nocturnos y aulladores, entre otros.
Con el mismo propósito de protección declaró como área protegida 34.000 hectáreas de bosque en el páramo de Sonsón y se alista la declaración de 250.000 hectáreas en la región de Urabá.
“Cuando se protege el bosque se protege la fauna, pues los animales son los primeros protectores del ecosistema”, dijo Pérez.
Declarar áreas protegidas es crear condiciones para que se conserve la diversidad de fauna y flora y el recurso hídrico, por lo cual las autoridades ambientales a cargo no permiten la expansión agrícola ni ganadera. Además, existe la modalidad de pago por servicios ambientales a los habitantes del territorio, como el programa Banco2.
La directora de Corantioquia, Ana Ligia Mora, en el marco de la misma estrategia, emprendió una campaña para promover que no se permita el tráfico de fauna silvestre en las sedes zonales del Suroeste y el Bajo Cauca.
“Lo que hay que entender es que este tema es un compromiso de los ciudadanos en general; sin el apoyo de quienes habitan los territorios, para la institucionalidad es muy complicado ejercer el control”, sostiene Mora.
A través de visitas a los territorios, encuentros con los alcaldes y capacitación de su personal en las regiones, la corporación espera que se firmen compromisos con el tema.
Desde el año 2016, afirmó Eugenio Prieto Soto, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva), su entidad ha recuperado 22.242 individuos. De todos, solo se han podido reubicar 10.675. Corantioquia, en el mismo lapso, ha liberado 4.190.
Los demás, dada su mala condición por haber estado en cautiverio, no pudieron regresar a sus hábitats naturales y fueron a parar a las colecciones vivas de diferentes zoológicos del país tras ser atendidos en el CAV (Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de Barbosa).
“El 80 % de la fauna silvestre que recuperamos es entregada voluntariamente por las personas que luego de tenerla en sus casas descubren que no tienen las condiciones para conservarla, pues las especies silvestres tienen hábitos de alimentación y de comportamiento diferentes a las domésticas”, reveló Prieto.
Si un niño se antoja de tener una especie silvestre, ya sea una tortuga o una guacamaya, la familia debe educarlo e inducirlo a adoptar gato o perro, mascotas con las que los humanos sí pueden compartir, observó el director.
En Colombia, según el Sistema de Información Ambiental, se cuentan 234 especies de aves, 76 de mamíferos, 27 de reptiles y 9 de anfibios, que son las preferidas de los traficantes de fauna. En total son 54.871 especies registradas.
El tráfico subsiste a pesar de que el país adhirió a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, Cites, que obliga a sus autoridades a realizar controles efectivos a este delito.
Aunque ocupa el segundo lugar en riqueza de biodiversidad en el mundo (según un estudio del Grupo de Investigación en Biodiversidad y Conservación del Instituto de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional), existen 1.200 especies amenazadas y las que más lo deben vivir son tortugas, iguanas, periquitos bronceados, loras, cotorras, ardillas, monos titíes, micos maiceros y ranas venenosas, además de los tigres y los jaguares, que son cazados por deporte o porque amenazan el ganado en haciendas que han invadido bosque nativo.
En Antioquia, anotó Corantioquia, hay 37 especies de aves, 19 de mamíferos, 10 de anfibios y 6 de reptiles en riesgo.
Juan Guillermo Páramo, activista por los animales y ex director de AnimaNaturalis en Colombia, señala que en el país el tráfico de animales silvestres sigue grave, especialmente en la Costa Atlántica, “donde en todas las carreteras salen a vender monos, boas, iguanas, osos perezosos y múltiples especies y no pasa nada”.
Les exige a las autoridades castigos severos, pues si bien se presentan decomisos, a los implicados les ponen multas, que generalmente no pagan, “y al otro día los dejan libres y salen a hacer lo mismo, traficar con las especies”