Jian Carlo Gallego dice que la programación es el lenguaje capaz de describir al mundo. Habla con destreza de herramientas como Scratch, Pyton o Java y añade que “todos tenemos un celular en el bolsillo, en el futuro quien no sepa programar será analfabeta”.
El joven es estudiante del grado once de la Institución Educativa José Antonio Galán de Manrique, en la comuna 3 de Medellín. Justo ayer en esta sede arrancó un piloto del Ministerio de Tecnologías de la Información, en asocio con el British Council, para afianzar las habilidades digitales en los colegios públicos.
Se trata de la estrategia “Programación para niños y niñas”, que según Sylvia Constaín, ministra de las TIC, impactará a 15.600 estudiantes del país este año con el fin de que “los niños y jóvenes estén preparados para la Cuarta Revolución Industrial y las tecnologías emergentes”.
Desde figuras hasta robots
Como parte de la fase de entrenamiento del programa, 2.280 estudiantes de Antioquia (de 28 instituciones educativas ubicadas en Itagüí, Arboletes, Bello y Medellín) recibieron 1.242 procesadores micro:bit.
Alejandro Espinal, mentor del British Council, define estos pequeños artefactos (similares a una tarjeta) como computadoras de bolsillo con la capacidad de captar señales y ejecutar funciones.
Mejor dicho, el micro:bit permite desde comandos simples como mostrar un nombre o una figura en luces, hasta construir dispensadores automáticos para mascotas, instrumentos musicales con frutas, o automatizar mecanismos complejos como un robot.
Edwin Andrés Cubillos, profesor de tecnología de la I.E José Antonio Galán, explica que los estudiantes programan estos códigos desde el ordenador, descargan el archivo y lo insertan en la micro:bit como si fuera una memoria USB. Hace varios años que trabajan el desarrollo de software en las clases y ahora podrán incorporar el nuevo sistema.
Añade Cubillos que se trata de una metodología más manual, con la que ahondarán en conceptos como corrientes, voltajes y electrónica.
Permitirá, por ejemplo, ejercicios como que los estudiantes construyan la maqueta de una carretera y puedan simular con el micro:bit —y luces LED—la frecuencia de los semáforos.
El balance en Medellín
Luis Guillermo Patiño, secretario de Educación de Medellín, enfatiza en que aproximadamente 3.000 estudiantes se están formando en la ciudad en medias técnicas relacionadas con las TIC. Además, dice el funcionario, en 40 instituciones educativas ya están trabajando con código para niños “para que desde los primeros años aprendan a programar”.
Patiño agrega que recién llegó a Medellín una comitiva de docentes que en Atlanta (Estados Unidos) recibieron preparación en estas herramientas y que tendrán como labor instruir a otros profesores desde el Centro de Innovación del Maestro (Mova).
Según MinTIC, el convenio de este programa, en su primera fase, tiene un valor de $2.835 millones. Ya fueron capacitados 38 docentes en Antioquia y entre septiembre y octubre serán formados 500 docentes más en el país.
Espinal recuerda que en Medellín, el año pasado, se hizo un “programa cero”, una semilla de lo que hoy es el piloto nacional. Se llamaba “Girl Power” porque trabajaron con niñas en nueve colegios oficiales.
De este ejercicio quedaron experiencias como la de las estudiantes Ana María Ibarra y Sahry Alexandra Gómez de la Institución Educativa Yermo y Parres de Belén, que simularon con el micro:bit un sistema de detección para predecir movimientos sísmicos. El sensor, conectado al procesador y al captar vibraciones, emite un sonido de alerta.
Gallego cuenta que con sus compañeros crearon una aplicación móvil llamada “MADECAPP”, a manera de juego, para enseñarle a los niños más pequeños las normas del manual de convivencia escolar.
El profesor Cubillos agrega que sus estudiantes ya son unos “tesos” en este tipo de apps. Inventaron una, por ejemplo, para descongestionar la fila en el restaurante escolar, con un escáner que lee el código en el carnet y agiliza las entregas.
Espinal concluye diciendo que la tarjeta micro:bit es, ante todo, un detonante de esa curiosidad de los niños y jóvenes. Jian Carlo, que quiere ser ingeniero de sistemas tras graduarse, está de acuerdo: “Es un conocimiento que, si un sabe aprovechar, le sirve para el resto de la vida” .
$2.835
millones es el valor del plan “Programación para niños y niñas” en su primera fase.