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Por rieles veredales de Girardota solo suben camperos de antaño

Son los únicos que pueden conectar la zona rural, pese a llevar más de 40 años dando lidia.

  • Más allá de su papel como conductores, los transportadores tienen claro que deben cumplir otras funciones para solucionar las necesidades de sus pasajeros. FOTOS Carlos Velásquez
    Más allá de su papel como conductores, los transportadores tienen claro que deben cumplir otras funciones para solucionar las necesidades de sus pasajeros. FOTOS Carlos Velásquez
  • Por rieles veredales de Girardota solo suben camperos de antaño
15 de marzo de 2022
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Todos los días al frente de la plaza de mercado de Girardota se forma una fila de coloridos camperos antiguos. No están esperando la salida de ningún desfile ni pertenecen a una exposición: son la flota de transporte veredal Expreso Girardota.

En la fila aún falta uno, el Nissan rojo de placa KCH 369, que se accidentó el pasado 4 de marzo en El Trapiche cuando se dirigía rumbo a la vereda Mercedes Ábrego.

A las 5:00 p.m. de ese viernes, al vehículo se le desprendió una de las ruedas traseras haciendo que el chofer perdiera el control y terminara estrellado contra la cuneta de la vía, incidente que dejó 11 heridos. Fue tal el impacto, que se desprendieron las puertas traseras y el techo de la carrocería. Este hecho desató la discusión sobre la idoneidad de estos vehículos antiguos para prestar el servicio.

La mayoría de los 72 camperos, esenciales para el transporte veredal, son de marcas como Carpati, Jeep, Nissan y Toyota, y datan de la década del 70. Los más “nuevecitos” son de los 80, como admiten los mismos conductores.

Eso sí, que al lector no lo engañen las apariencias pues debajo de las medio centenarias carrocerías hay poderosas y modernas máquinas reformadas que cuentan con piezas de camión y cajas de cambios duplicadoras gracias a la astucia de “magos” de la mecánica y de las necesidades que trae conducir por los empinados rieles y trochas que llevan a las veredas girardotanas.

“Los carros pueden parecer viejos, pero lo más viejo que tienen son los papeles. Hay carros con motores más ecológicos que el de los particulares nuevos”, dijo Jhon Henao, uno de los conductores. En la misma línea opinó Horacio Sánchez, con 32 años de experiencia manejando en las veredas y poseedor de un récord de solo tres accidentes leves.

“A nosotros nos toca usar estos carros porque una camioneta nueva no es capaz de cargar lo que uno lleva en un campero de estos. Porque un solo pasajero puede llevar varios bultos de abono y a eso encímele los de mercado. O sea por ahí unos 300 kilos. Y si son varios pasajeros en la misma situación, calcule”, explicó.

Sobre las críticas que hacen por la antigüedad y la seguridad de los vehículos, Henao reaccionó indicando que los accidentes son mínimos.

Su tesis la respalda la Secretaría de Tránsito local, la cual hace controles a dichos automotores y la que indicó que entre 2020 y 2021 los camperos solo protagonizaron 18 choques solo daños.

“La gente que nos juzga es la misma de la parte urbana de Girardota que no conoce lo que pasa en la ruralidad. Uno lleva a veces a campesinos enfermos que nos piden que los arrimemos hasta la casa, y uno dice ‘Juemadre, que Dios me saque de aquí porque ni sé cómo entré’”, contó.

Reunidos entre sus vehículos, un corro de conductores indicó que pese a que su misión es solo manejar los camperos, su servicio es tan esencial para las veredas que al final les toca hacer de coteros, razoneros, mandaderos y hasta enfermeros en la vía.

Además, orgullosos de su labor dentro de la empresa, indican que para ejercer su oficio deben estar comprometidos y no tener ningún comparendo activo, dejando sin piso las habladurías de que son transportadores ilegales.

El drama de conducir

Pero los conductores no se quedan callados, también reclaman por el mal estado de las carreteras que surcan las 25 veredas y que incluso llevan a municipios como Donmatías y Guarne. Por eso nos invitaron a recorrer la vía que va a la vereda Encenillos, uno de los tramos más afectados. A las 12:40 p.m., y puntuales como tren suizo, el campero de Expreso Girardota comenzó su recorrido. Sin llegar a ser ensordecedora, la música de La Voz de Colombia se impone al ruido que emite el potente motor del campero 4x4 Land Cruiser de Darío Madrid, conductor veredal por 20 años.

En este, uno de los ocho viajes que al día se hacen a la vereda, el campero va lleno con 10 pasajeros que caen víctimas del sueño producido por el calor, el ronroneo del motor y la recta de la vía urbana. A escasos dos kilómetros del casco tomamos la vía hacia la vereda San Diego, la cual se estrecha abruptamente. Los baches sacuden de vez en cuando el campero verde y espantan el sueño. Le hago la pregunta a Darío sobre esto, a lo que me responde mientras esboza una sonrisa: “Si por las promesas de los políticos dieran plata, no estaría aquí”.

Las empinadas lomas de San Diego exigen al máximo el motor del campero, pero según Darío dicho esfuerzo no es por la inclinación de la vía, que no tendría que envidiarle nada al mítico tramo del tour de Francia del Alpe d’ Huez, sino a que esta se rehizo con rieles intermitentes pues, según dicen, la plata a invertir se acabó antes de terminar la obra. Seguimos el camino.

De pronto, Darío detiene el campero a la altura de la quebrada La Batea, que se halla sin canalizar pese a los pedidos de la comunidad, para mostrarme el peligro que ese hilo de agua representa cuando el invierno arrecia.

Madrid dice que cuando eso pasa, la fuerza del agua amenaza con llevarse a quien la intente cruzar, por lo que los camperos son la única esperanza de mantener conectadas las veredas. El calor sube, el motor se esfuerza en remontar haciendo que se sacuda la carrocería. “El conductor hace la misma fuerza que el carro en estas lomas”, dice.

Por fin llegamos a la última parada, una bella vista y un poco de brisa nos reciben. Antes de bajarme del vehículo don Darío insiste en que pasemos por La Vuelta, que allá los huecos pueden ser tan grandes que incluso hasta los camperos se ven a gatas para atravesarlos. Y por eso quiere que el mundo sepa, sobre todo los que critican su labor, todo lo que les toca vivir a los conductores de las rutas veredales

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