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Pueblos de la troncal a la costa no quieren el olvido

Una nueva vía en construcción recibirá el tráfico de la tradicional carretera y marcará el futuro de poblaciones aledañas. Hora de repensar vocaciones.

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03 de febrero de 2019
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Qué martirio es pasar por el Alto de Ventanas. La neblina espesa, los camiones que con pasmosa dificultad dan las curvas cerradas. Las constantes caídas de tierra y piedras sobre el precario asfalto y los desniveles, algunos que no superan los vehículos más pequeños. Cuando hay infortunio, un accidente.

Viajar por la troncal a la costa Caribe es una hazaña, un riesgo que desde la década de los 70 asumen conductores de Bogotá, el Eje Cafetero y Medellín. Su mal estado es la constante por años. Quejas y reclamos van y vienen.

Para algunos la vía es una pesadilla, otros la conciben como su vida, y les quita el sueño el abandono que se vislumbra ante una nueva alternativa de cuarta generación que se construye para llegar a la costa.

Se trata de la Conexión Nordeste, actualmente en obra, y que se unirá con las autopistas del Nus. Se tomará por Porce, Cisneros, Yalí, Remedios y Zaragoza. Dicen sus constructores, ahorrará hasta tres horas de camino.

Las pendientes y curvas se reducirán y el temido alto, con la poca visibilidad para los conductores, no se padecerá.

Ya se siente el olvido

Para Jonás Henao, alcalde de Valdivia, en el Norte de Antioquia, y uno de los municipios que atraviesa la troncal al Caribe, el abandono hoy en esa vía es evidente. Comenta que el tránsito es complejo, por los huecos y derrumbes, entre el Alto de Ventanas y el corregimiento de Puerto Valdivia.

“Me preocupa lo que pueda pasar en mi municipio y otros de la región con la vía tradicional cuando entre en operación la nueva carretera. Lo hablamos entre los cinco alcaldes perjudicados: Angostura, Campamento, Yarumal, Briceño y Valdivia”, señala.

Henao considera que la soledad rondará, también, por Santa Rosa, Entrerríos y Donmatías, en el Norte, y Tarazá, en Bajo Cauca. “Las afectaciones económicas serán grandes”, recalca.

Por la troncal a la costa Caribe circulan diariamente, según datos de la Asociación de Transportadores de Carga, ATC, 3.600 vehículos, de los cuales 1.200 son de carga.

Felipe Muñoz, vocero de ese gremio, anota que la nueva vía estará lista en unos cuatro años por lo que pide que no se escatime en mantenimiento para la carretera actual, que son 232 km (de Hatillo, en Barbosa, a Caucasia), con tres peajes a cargo de Invías”.

“Esta vía tiene que seguir existiendo y en buen estado, porque así la carga en cuatro años se vaya a desviar por la nueva las comunidades en la zona no desaparecerán. Requerirá camiones para abastecer las poblaciones. Por eso en los estudios para la concesión se debe contemplar el mantenimiento. Es un activo de la Nación y no se puede dejar perder. Hoy, por ejemplo, cada vez el paso por Cáceres está más estrecho, donde el río Cauca se llevó, desde 2017, parte de la calzada”, subraya.

Planear el futuro

La reducción del tráfico por la vía será inevitable y, según el secretario de Planeación de Valdivia, Didier Fernando López, menos de la mitad de los carros que circulan actualmente pasarán por allí cuando esté en funcionamiento las Autopistas del Nordeste.

El funcionario señala que del tráfico por la troncal viven propietarios y empleados de restaurantes, tiendas, talleres y montallantas.

Advierte que “desde ya se deben ir cambiando las dinámicas en la población, y eso también les compete a otras administraciones”. Propone volver a la agricultura, especialmente, “impulsar los cultivos de cacao”.

“La vía actual será necesaria. Interconectará municipios y será una alternativa, cuando suceda algo en la del Nordeste”, explica, López.

A un lado de la carretera, entre Valdivia y Puerto Valdivia, está el restaurante y hotel donde trabaja Olga Ortiz, hace cinco años. Para la mujer lo que viene cuando los carros empiecen a pasar por la nueva carretera será desempleo.

“El que la vía no sea transitada desvalorizará todo. Los negocios empeorarán y no habrá empleo. En este restaurante son cinco empleadas, por ejemplo, y no se sabe qué pasará con ellas”, enfatiza.

En la troncal los puntos deteriorados predominan, especialmente entre Yarumal y Puerto Valdivia. En algunos de estos sitios se ven obreros realizando labores de parcheo. De hecho, Ortiz comenta que una de sus hijas trabaja para la empresa contratada por Invías con el fin de realizar esa labor.

A pensar más allá del río

La vida de Benjamín Mesa, líder comunitario de Valdivia, ha transcurrido en el río Cauca. Creció a orillas del Puerto y desde muy chico aprendió a pescar y a barquear, como todos sus vecinos. Acepta que las cosas han cambiado, quizá, porque, “el río no produce la riqueza de antes”, pero sobre todo, como consecuencia del éxodo de campesinos.

“La gente salió del pueblo, más de 600 familias evacuadas por riesgo de Hidroituango. La mayoría ha migrado a Yarumal y a Tarazá, porque aquí las condiciones ya no son buenas. Es como un lugar fantasma y el comercio se ha ido acabando”, afirma.

Es un cambio que hay que asumir y del que se tiene que aprender. Así lo ve Jader Antonio Gómez, comandante de Bomberos de Valdivia, y quien añade que en una época pasada los cultivos ilícitos generaron un fenómeno migratorio en la población, disparando el negocio inmobiliario.

“En Puerto Valdivia el 70 % de la población vive del río, de la agricultura, el cacao, la minería artesanal”, confiesa.

Gómez acota que ya se ha ido acabando la arena de revoque, que muchos sacan del Cauca y es sustento de familias. “La gente saca lo poco que queda del río, que cambió y hoy es más claro, porque la represa (Hidroituango) es un filtro. Escarban los últimos restos de la arena”, dice.

Gómez, los demás líderes y autoridades locales son conscientes de que es hora de buscar otras vocaciones, sembrar yuca, plátano y cacao. No pierden la esperanza que el turismo también los toque y que Colombia descubra las maravillas de navegar el río Cauca por poblaciones ribereñas como Puerto Raudal, a donde se llega en un pequeño ferri llamado la Barca Cautiva. Una experiencia diferente.

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