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Llamarse Sarahy, que significa princesa, a veces vale poco, o nada, si se nace en un barrio popular de Medellín, donde de puertas para afuera de las casas afloran son guerra y miserias, aunque hacia adentro haya mares de amor y cascadas de ternura entre las familias.
Seguramente, cuando Luz Marina Ayala y Mario Antonio Zapata dieron a luz a su última hija, hace 29 años, pensaron en ella como una princesa y buscaron inspiración para ponerle un nombre que simbolizara sus sentimientos.
Ellos ya tenían a Angie Lorena, de cuatro años, que era la reina, y a dos hombrecitos. Les faltaba una princesa para completar las dos parejas, como se usaba en esos tiempos cuando los padres sentían que sus hogares eran perfectos si el número de hijos hombres y mujeres...
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