En los últimos dos años, Nelson Hurtado Simanca, alias “Marihuano”, estuvo tres veces en la mira de un tirador de alta precisión. La primera vez, bajaba unos escalones de tabla, cuando la bala se incrustó en el tronco de un árbol, a escasos centímetros; la segunda, caminaba descamisado por un campamento y el proyectil le rozó la piel; y la tercera... esa fue la última.
Así narraron lo ocurrido varios uniformados que participan en la campaña militar y policial Agamenón II, y bajo reserva de identidad le contaron a EL COLOMBIANO detalles del procedimiento que terminó con la baja del segundo comandante de la organización criminal clan del Golfo.
El principal valor que destacaron fue el de la paciencia, para poder ganarse la confianza de gente cercana al exparamilitar de 48 años. En esa tarea tuvieron el apoyo de desertores del grupo narcotraficante, que dieron pistas sobre quiénes eran los más allegados a Hurtado.
Así conocieron sobre el gusto del cabecilla por las mujeres prepago, y el chiste que siempre hacía en las fiestas, cuando le prendían velas tipo volcán y él hacía reír a los demás fingiendo que trataba de apagarlas con su soplido. Se enteraron también que tenía una guardia personal de 10 hombres y un anillo perimetral de seguridad de otros 40.
Con esta información, hace seis meses los investigadores supieron de una finca escondida en la maraña del sector Buenavista, en el norte de Riosucio, Chocó, que “Marihuano” visitaba varias veces al año. Con apoyo de un dron y tecnología de geoposicionamiento, el sitio fue marcado.
La constancia de los agentes para “torcer” a uno de los secuaces más próximos dio frutos hace dos semanas, cuando el infiltrado les reveló que “Marihuano” estaría en la finca. Desde el centro de mando de Agamenón, en la base antinarcóticos de Necoclí, los oficiales diseñaron la Operación Esaú y le asignaron la misión a 12 policías del Comando de Operaciones Especiales y de los Comandos Jungla.
Los uniformados conformaron una patrulla de reconocimiento y durante 12 días caminaron la espesa selva, escondiéndose de día y avanzando en la noche, para no ser divisados por el anillo perimetral del objetivo.
A las 12:20 p.m. del 7 de febrero pasado rodearon el escondite. Y cuando confirmaron visualmente la presencia de “Marihuano”, atacaron. “Los escoltas de él respondieron y armó una refriega de disparos”, contó uno de los agentes.
En medio de la confusión, el tirador de alta precisión vio la oportunidad, haló el gatillo y esta vez acertó. En el tiroteo murieron también una mujer y un hombre que lo acompañaban, cuyas identidades no han sido reveladas, pues al cierre de esta edición todavía seguían procesando la escena.
El círculo de seguridad de “Marihuano” reaccionó tardíamente y trató de recuperar su cuerpo, pero desde Agamenón desplegaron tropas de la Brigada 17 para restablecer el control de la zona. Anoche seguían tronando disparos esporádicos, tan inútiles ya como soplar una vela tipo volcán.