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“Su Señoría, primero que todo, quisiera pedirle perdón a usted, al gobierno y al pueblo de Estados Unidos. Estoy completamente consciente de mis errores y, créame, lamento mucho haberlos cometido”.
Con esas palabras Carlos Arturo Arredondo Ortiz, alias “Mateo”, uno de los jefes de la organización criminal “la Oficina”, quiso excusar su conducta en la Corte del Distrito Sur de La Florida, donde fue condenado a 11 años y tres meses de cárcel.
La diligencia judicial se llevó a cabo en la ciudad de Miami, el 13 de abril de 2018, pero hasta ahora se había mantenido en reserva. EL COLOMBIANO tuvo acceso a la transcripción de la audiencia (caso N°17-20720-CR), en la cual fueron expuestos varios detalles de las andanzas ilegales de Arredondo.
Este hombre, de 52 años y oriundo de Itagüí, se vinculó al narcotráfico en su juventud, en los años 80, de acuerdo con el expediente. Fue amenazado de muerte y viajó a EE.UU., donde resultó involucrado en el tráfico de 450 kilos de cocaína; en 1992 una corte de Nueva York lo condenó a dos años y cinco meses de cárcel, tras aplicarle una rebaja de pena por su cooperación en el proceso.
Tras su regreso a Colombia, en la década del 90, Arredondo comenzó a trabajar para el capo narcoparamilitar Diego Murillo Bejarano (“don Berna”) y su hermano Rodolfo Murillo Bejarano (“Semilla”), quienes al frente de “los Pepes” acababan de derrotar a Pablo Escobar Gaviria y gobernaban el bajo mundo del Valle de Aburrá.
Arredondo fue secretario personal y jefe de seguridad de ambos, conociendo así los secretos de las estructuras criminales en las que participaron, como las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y “la Oficina”, una confederación ilegal que coordinaba a las bandas del área metropolitana. Sin embargo, nunca se desmovilizó, sino que se mantuvo a la sombra tras el asesinato de “Semilla” (2001) y la extradición de “don Berna” (2008).
Por su experiencia y amplitud de contactos, fue designado como miembro de la cúpula “la Oficina”, en particular de los tentáculos de esa estructura en los municipios de Itagüí, Envigado y Sabaneta; en el reino del hampa empezaron a llamarlo también “el Señor de la M” y la Policía y la Fiscalía colombianas lo señalaron de liderar la banda de “Trianón”, que opera en esas localidades.
La Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) le puso la mira en 2014, cuando la Casa Blanca inició una ofensiva judicial contra “la Oficina”. Fue así como el Departamento del Tesoro le aplicó sanciones administrativas y financieras a Arredondo, al incluirlo el 18 de noviembre de ese año en la Lista Clinton y congelar sus transacciones comerciales y bancarias.
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El sometimiento
Sabiendo que los estadounidenses lo investigaban, “Mateo” y sus asesores jurídicos se reunieron con agentes de la DEA en Bogotá en 2015, con el propósito de lograr un acuerdo judicial beneficioso, a cambio de cooperación en los casos que llevaba la agencia contra otros narcotraficantes.
Los acercamientos se prolongaron dos años, hasta que en octubre de 2017 se pactó el sometimiento y el cabecilla viajó a Panamá, donde lo recogieron los agentes para trasladarlo a Miami. Estuvo un par de semanas como huésped en un hotel y luego lo recluyeron en el Centro de Detención Federal de esa ciudad, para que comenzara a responder por la acusación.
El crimen por el cual lo procesaron fue conspiración para distribuir cocaína sabiendo que sería importada de manera ilegal a Estados Unidos, que contempla una pena mínima de 10 años y una máxima de cadena perpetua, que para el caso de los colombianos implica 60 años, de acuerdo con el tratado vigente entre ambas naciones.
El hecho en concreto ocurrió entre 2010 y 2012. La narcotraficante Yaneth del Carmen Vergara Hernández (“la Tía”) buscó a “la Oficina” para que le ayudara a establecer los contactos necesarios para exportar droga, a través de una ruta que partía de Urabá y pasaba por Guatemala y México, para luego ser distribuida en territorio estadounidense. Dicha ruta era controlada por el cartel de “los Urabeños” o “Clan del Golfo”.
“La Oficina” delegó a alias “Mateo” para que hiciera la gestión, y este coordinó reuniones entre “la Tía” y uno de los cabecillas de “los Urabeños”, llamado Henry de Jesús López Londoño (“Mi Sangre”), quienes pactaron el envío de la mercancía.
El 18 de enero de 2018 Arredondo firmó un acuerdo de culpabilidad, en el que aceptó su responsabilidad en esa conspiración. Después, como parte de su cooperación para obtener beneficios jurídicos, participó como testigo de la Fiscalía estadounidense en la causa penal contra “Mi Sangre”, quien finalmente fue condenado a 31 años a la sombra.
La sentencia
El expediente de Arredondo llegó al despacho del juez Federico A. Moreno, en la Corte del Distrito Sur de La Florida. Durante la audiencia de condena, el juzgador tuvo en cuenta el antecedente penal de “Mateo” en ese país y cuestionó que varias décadas después siguiera inmiscuido en lo mismo.
“Debo criticar al acusado por involucrarse de nuevo en el tema de la cocaína, pensando tal vez ‘lo hago, consigo dinero, y si me atrapan, vuelvo a cooperar, les digo qué tan peligroso es Medellín y de pronto me dan otros 29 meses de cárcel’”, señaló.
El juez reflexionó sobre la situación de la capital antioqueña. Mencionó que estuvo en la ciudad en los años 80, pero que ha leído artículos periodísticos que hablan de una transformación positiva. “Es un lugar hermoso, la gente se está yendo a jubilar a Medellín. A veces vivimos en el pasado y vemos películas sobre el pasado, y pensamos que es la misma vieja ciudad violenta, pero ya no lo es”, dijo Moreno.
La sentencia contempla 11 años y tres meses de cárcel y una multa de 100 dólares (316.475 pesos). Después será deportado y durante otros cinco años tendrá libertad vigilada.
La defensa no apeló, pues como parte de su estrategia busca que más adelante se aplique la Regla 35, que en el sistema penal estadounidense permite otorgarle una rebaja de la pena a un condenado a cambio de cooperación judicial. Esto implica que “Mateo” podría obtener una reducción de hasta la tercera parte del castigo, si continúa sus delaciones contra la mafia.
Tras escuchar el veredicto, Arredondo expresó: “soy una persona que proviene de una humilde familia católica, de escasos recursos económicos. Solo estudié hasta quinto de Primaria, porque tuve que dejar la escuela para ayudarle a mi padre a mantener el hogar”.
Hablándole al juez, añadió: “le pido a Dios y a usted que sean misericordiosos, para poder regresar a mi casa en un futuro no muy distante, adonde está mi papá, que está muy enfermo de cáncer y recibiendo quimioterapia, después de que mi madre muriera hace seis años. Gracias, que Dios lo bendiga”.
En Colombia, según fuentes judiciales, no hay expedientes ni órdenes de captura vigentes contra “Mateo”, a pesar de haber participado en la organización criminal más peligrosa del Valle de Aburrá.
Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.