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Narcos antioqueños delinquen en 19 departamentos

La expansión de las redes ilegales genera inseguridad para habitantes de nuestra región. Analistas proponen estrategias.

  • Según las autoridades, los grupos ilegales de Antioquia incrementaron su actividad en el Pacífico, desde Unguía (Chocó) hasta Tumaco (Nariño). FOTO cortesía armada
    Según las autoridades, los grupos ilegales de Antioquia incrementaron su actividad en el Pacífico, desde Unguía (Chocó) hasta Tumaco (Nariño). FOTO cortesía armada
21 de mayo de 2020
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El asesinato de antioqueños en el sur de Cauca, que había pasado inadvertido en el último año por las pugnas entre guerrillas y el exterminio de líderes sociales en ese departamento, destapó una de las conexiones de narcotráfico más ocultas entre la delincuencia paisa y otros confines de Colombia.

Fuentes de la Fiscalía en Popayán le contaron a EL COLOMBIANO que en los municipios de Argelia y El Tambo, “recientemente hemos tenido varios homicidios de personas venidas de Antioquia. La gente nos manifiesta que hay muchos vehículos de alta gama haciendo presencia en la zona, con placas de esa región”.

Entre los hechos investigados está el crimen del pasado 11 de mayo, cuando disidentes de las Farc acribillaron en la vereda Betania, de El Tambo, a Wilfran Soto, proveniente de Medellín.

La racha comenzó el 19 de junio de 2019, con un ataque armado en el corregimiento El Plateado, de Argelia, que dejó dos muertos y dos heridos. Las víctimas eran oriundas de Tarazá y Turbo.

La teoría de las autoridades es que los narcos paisas están invirtiendo dinero en los cultivos y laboratorios de aquellas dos localidades, comprando la base de coca y el clorhidrato de cocaína para la exportación. Según la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen (Onudc), el eje Argelia-El Tambo es una de las zonas con mayor densidad de siembra de coca del país, con más de 10 hectáreas por kilómetro cuadrado.

Los ingresos para el cultivador, derivados de la venta de hoja o su transformación ($859.200 mensuales para hoja, $399.300 para pasta y $394.000 para base de coca) son bajos comparados con los que reciben los narcos; “sin embargo, el volumen de dinero asociado a la actividad que circula en la región es suficiente para concentrar el poder económico en los traficantes”, dice el Informe de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Onudc (2019).

Uno de los antioqueños que más sabría de este asunto, según la DEA y la Dirección Antinarcóticos (Dirán), es el empresario Luis Arnobio del Río Jiménez (“el Tío”), dueño de discotecas y compañías importadoras de Medellín, hoy detenido.

En la Corte del Distrito Medio de La Florida (EE.UU.) hay un expediente que lo señala de ser el supuesto líder de una organización exportadora de cocaína. Desde la capital antioqueña, se presume que coordinaba el despacho de droga cultivada en Nariño y Cauca.

Según las autoridades, los laboratorios estaban en los corregimientos de El Mango y El Plateado, en Argelia; y en Huisitó y San Juan de Mechengue, de El Tambo. Sus empleados transportaban las mercancía en mulas hasta las lanchas dispuestas en los ríos Guapi, Timbiquí y San Juan de Micay.

Por los afluentes salían al Pacífico, donde comenzaba el trayecto a Centroamérica y EE.UU., en asocio con el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación, según el general Jorge Ramírez, jefe de la Dirección Antinarcóticos.

“El Tío” y siete colaboradores fueron arrestados en noviembre de 2019. Ahora él está en una celda bogotana, esperando la extradición.

Con base en información judicial y de Inteligencia, este diario estableció que las estructuras delincuenciales de Antioquia tienen influencia directa en 19 de los 32 departamentos del país, para asuntos de narcotráfico, lavado de activos, contrabando, minería ilegal, extorsión, sicariato y tráfico de armas (ver el mapa).

Tentáculos en el sur del país

Los traficantes de Antioquia también han anclado desde 2015 en el norte del Cauca, especialmente en Corinto, Miranda y Toribío. Allí negocian la marihuana cripa con los cultivadores locales y las disidencias farianas.

La organización del Aburrá más involucrada en esto es “la Oficina”, y en particular tres de sus bandas confederadas: “los Chatas”, “Trianón” y “la Terraza”, que regentan las rutas de tráfico terrestre desde las zonas de cultivo hasta los puntos de acopio en el Aburrá.

En octubre de 2018, el indígena caucano y exintegrante del frente sexto de las Farc, Pedro Zuleta Noscué (“el Inválido”), fue sancionado por el Departamento del Tesoro de EE.UU., que lo incluyó en la Lista Clinton y congeló sus activos financieros.

En ese momento, Sigal Mandelkeler, subsecretario de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Tesoro, dijo que “el Inválido” debía ser extraditado por venderle droga a “la Oficina”. Está libre y su caso sigue en estudio en la JEP, por tratarse de un desmovilizado.

Investigadores de la Fiscalía y la Dirán consultados, explicaron que los traficantes paisas tienen redes en Putumayo, para la compra de base de coca; y en Nariño, el departamento con más cultivos ilícitos de Colombia (41.903 hectáreas de coca, según Onudc, que representan el 25% del total nacional). Allí no solo consiguen cocaína de exportación, sino también heroína.

Así quedó claro en marzo de 2019, cuando fue descubierta una banda que negociaba con este estupefaciente. La amapola era cultivada en el municipio nariñense de La Cruz, y convertida en heroína en laboratorios artesanales de Ipiales. La transportaban en motos y carros con caletas, hasta su punto de acopio en una casa del barrio Santa Teresita, en Medellín, para su posterior venta a domicilio. Según Antinarcóticos, los líderes del grupo eran, presuntamente, los hermanos Fausto y Óscar Linier Morales Pérez, dos fanáticos del motocross, detenidos el año pasado y a la espera del fallo de un juez, por tráfico de estupefacientes.

Los Llanos y la frontera

En Meta y Casanare está enraizada la organización narcoparamilitar Clan del Golfo, que envió enlaces y tropas desde Urabá hace cinco años. Aunque realizan actividades de microtráfico y extorsión, esta región les ha servido para instalar laboratorios de cocaína en áreas con escasa vigilancia.

Uno de los expertos en este asunto es alias “Panza”, un químico empírico, famoso en el bajo mundo por producir droga de alta calidad. Trabajó para los antiguos paramilitares del Erpac y después fue contratado por el Clan del Golfo, que le delegó la expansión de la red de laboratorios a Norte de Santander.

Allí trabajó bajo las órdenes del cabecilla Luis Padierna (“Inglaterra”), hasta que este murió en un operativo en noviembre de 2017. “Panza”, temiendo que lo culparan por delatar la ubicación del pez gordo, regresó a los Llanos y consiguió empleo con “Gentil Duarte”, uno de los principales jefes de las disidencias. El pasado 23 de marzo la Dirán le destruyó un laboratorio con capacidad para producir una tonelada mensual de cocaína en Puerto Lleras, Meta.

En Norte de Santander, el Clan le disputa el territorio al Eln, “los Pelusos” y las disidencias. Allí obtiene rentas ilícitas producto del contrabando, la extorsión, el tráfico de armas y la exportación de cocaína por la ruta de Venezuela hacia el Caribe y Europa.

Según Onudc, ese departamento es el segundo con más cultivos, después de Nariño: 33.598 hta (20% del total).

Exportación y plazas

“Históricamente, los narcos de Antioquia han explotado las zonas portuarias y playas de La Guajira, Cartagena, Magdalena y Atlántico, donde la presencia de guerrillas y grupos residuales es mínima”, explicó un oficial antinarcóticos con reserva de identidad, “pero en los últimos tiempos hay una incursión más fuerte en la Costa Pacífica”.

Tumaco (Nariño), Buenaventura (Valle), Unguía y Acandí (Chocó) son los lugares más usados para el envío de droga hacia EE.UU. y el creciente mercado de China. No todo el estupefaciente va para el exterior. Los grupos del Aburrá dominan plazas de vicio en Bogotá, Cundinamarca, Tunja, Tolima y Eje Cafetero.

En esta dinámica, una de las bandas más involucradas es “el Mesa”, originaria de Bello, que hace 15 años inició una incursión en la capital y los departamentos vecinos. En esas latitudes controla la venta de droga al menudeo. Su líder, Rodrigo Rodríguez “el Montañero”, está encarcelado desde octubre del año pasado.

Efectos y propuestas

La expansión de las mafias antioqueñas trae consecuencias para los paisas en materia de seguridad. “A medida que estas organizaciones afianzan sus ingresos ilícitos y franquicias en otros territorios, se fortalecen en sus lugares de arraigo, teniendo más poder para generar terror y corromper a las autoridades”, explicó Juan David Escobar, director del Centro de Pensamiento Estratégico de Eafit.

Añadió que otro peligro es que traigan a Antioquia las disputas armadas con grupos enemigos de otros sectores. Así ocurrió en el pasado con el cartel de Cali y más recientemente con “los Rastrojos”.

El analista político Carlos Builes opinó que, si bien el narcotráfico fue un fenómeno fuerte en Antioquia en décadas pasadas, “ese negocio ya superó las fronteras y obedece a una cadena de carácter nacional e internacional, eso sirve para desmitificar la idea de que somos los traficantes”.

Para frenar esa dinámica interdepartamental de las bandas, se requiere un cambio de estrategia judicial. “Capturar cabecillas es importante, como se ha hecho hasta ahora, pero cuando las bandas trabajan en red se requiere atacar todos sus nodos a la vez, para evitar que se reproduzcan en otro lado. El antídoto es perseguir el dinero ilegal, eso es lo único que hace colapsar a estas redes”, indicó Escobar.

Builes propuso la creación de un sistema tecnológico de seguridad departamental, que permita a la autoridades tener una fuente de información y análisis de los fenómenos delictivos, “para trabajar más rápido y de forma más articulada con otros departamentos que sean afectados por la llegada de estas bandas”.

Esto debe ser complementado por una política regional que ayude a contener el fenómeno en Antioquia, acotó el analista, por medio de una estrategia dirigida a las familias que viven de los negocios ilícitos, para que puedan entrar en las economías legales.

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