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Las mujeres del Smad

Veinte mujeres, de diferentes partes del país, hacen parte de uno de los bloques de choque de la policía local.

  • Las integrantes del Smad reciben capacitación en derechos humanos, derecho internacional, clases de defensa personal y entrenamiento físico. FOTO henry agudelo
    Las integrantes del Smad reciben capacitación en derechos humanos, derecho internacional, clases de defensa personal y entrenamiento físico. FOTO henry agudelo
26 de julio de 2015
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Los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, protestaban en las instalaciones del claustro universitario.

Los manifestantes lanzaban, piedras, “papabombas”, vidrios, botellas y cualquier objeto que encontraban a su paso, mientras gritaban arengas dirigidas principalmente al personal del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Smad.

Luego de varios enfrentamientos, que a veces se volvían batallas campales, los alumnos se fueron alejando poco a poco y la concentración fue dispersándose lentamente. Solo quedaron unos pocos estudiantes que observaron desprevenidos cómo los miembros del equipo de seguridad de la ciudad, empezaron a quitarse los cascos protectores. Con la mirada incrédula y algunos jóvenes con la boca abierta exclamaron: ¡Son mujeres!

El Smad grupo históricamente masculino tiene mujeres en sus filas desde hace cerca de cuatro años en Bogotá y desde unos días 20 de ellas están en Medellín para proteger y controlar multitudes, si salen del orden.

La anécdota anterior es una de las más comentadas entre las chicas que recuerdan con gracia el momento y la mirada de sorpresa de los manifestantes, evocó Gloria Amariles, intendente de la Policía Nacional. “Los hechos sucedieron en los inicios del Smad en Bogotá, durante el primer semestre de 2011”.

Son 19 patrulleras las que están en Medellín y de la mano de una intendente conforman la primera sección femenina del escuadrón móvil antidisturbios en la capital de la montaña.

Paola Hurtado también tiene en su memoria unos disturbios en Bogotá. Los recuerdos son menos anecdóticos y más tristes. “Estuve en la Universidad Distrital. Salí con mucho miedo de la base, pero en el momento de la verdad, me acordé de las indicaciones recibidas en el entrenamiento y se me olvidó el miedo.”

Cerca al claustro universitario Paola fue consciente de que formaba parte de un grupo de choque y como tal fue percibido por el estudiantado “nos atacaban como si fuéramos hombres, nos miraban con rabia”.

El recuerdo se volvió más doloroso al mencionar que una compañera perdió la audición porque le cayó una papabomba. “Nos agreden física y verbalmente. Nosotros usamos armas no letales, pero nos atacan y atentan contra nuestras vidas”.

Tradición familiar

Algunas de las jóvenes que ahora forman parte del Smad han crecido rodeadas de miembros de la fuerza públicas: primos, parientes cercanos y lejanos han pertenecido a la institución y las chicas siguen con orgullo el legado y el respeto por el uniforme.

Paola Hurtado nació en Apartadó y ha contado con el apoyo completo de su familia, especialmente de su madre que llama “muchas veces al día” para saber cómo se encuentra su hija, especialmente después de haber escuchado en las noticias sobre disturbios y enfrentamientos de ciudadanos con la fuerza pública.

Entre tanto, Paola Bolívar otra integrante del grupo, tiene tíos y primos en la Policía Nacional y el Ejército de Colombia.

Apoyo desde la relación

María Camila Sotelo viene desde Ibagué, Tolima. Se graduó el 12 de diciembre y desde enero se incorporó a la especialidad.

El deseo de servir a la patria lo comparte con su compañero, quien también es miembro de la policía.

En una relación de un año, los oficiales se ayudan mutuamente. “Es un apoyo moral y sentimental”, comentó entre risas María Camila.

Es una relación que evolucionó con el tiempo. Se conocen desde niños en su natal Ibagué. Una relación de vecindad se convirtió más adelante en una amistad que se transformó en algo más con el pasar del tiempo.

Pero no todos los amigos, novios y compañeros apoyan la decisión de las mujeres de formar parte de la policía y ser un miembro del equipo femenino del Smad.

Un exnovio de una de las patrulleras tuvo una reacción adversa al escuchar de su pareja la decisión de formar parte de la fuerza pública. La chica no recibió el apoyo ya que su novio tenía el convencimiento que el grupo era para hombres. Sin embargo, la opinión del compañero no incidió y, ella continuó con su proyecto de vida respaldada por sus padres, familiares y amigos cercanos.

Peso a cuestas

María Camila explicó con toda propiedad, que protectores, casco y escudo, entre otros, pesan 11 kilos, equipo que debe cargar cuando se encuentra en un operativo. El peso cercano a una arroba, requiere de adaptación en un principio para el desplazamiento y para correr con agilidad cuando la circunstancia lo requiere.

Una de las indicaciones que no puede pasarse por alto, tiene que ver con el hecho de tener la vista de frente a la manifestación o marcha.

Esto con el fin de estar atentos ante los objetos contundentes que los manifestantes lanzan al personal del Smad en los disturbios. “No podemos distraernos ni un segundo. Debemos estar pendientes de nuestra seguridad y protección de nuestro compañero, porque en el Smad somos un grupo, dijo María Camila, mientras sus manos se mueven como complementando la explicación.

Feminidad

Las uñas de Paola Bolívar están pintadas de varios colores. El rosa, blanco y verde combinan y contrastan en cada uno de sus dedos. Las uñas de los anulares tienen mariposas de vistosos tonos, en un diseño que revela la alegría y juventud en cada uno de sus conceptos.

Su maquillaje y presentación personal son muestras de que la feminidad permanece tras ese uniforme. Un overol oscuro construido con tela resistente especialmente diseñado para evitar que el cuerpo se queme rápidamente en un enfrentamiento. “Con nuestro arreglo mostramos una buena presentación personal”, dijo mientras las palabras salen tímidas de sus labios pintados de color rosado, y una sonrisa nerviosa trunca las palabras que no salen más de su boca y dan paso a sus ojos que continúan con el lenguaje no verbal.

En los momentos de descanso que comparten juntas unas ayudan a las otras en el arreglo personal y una de ellas se dedica a diseñar con precisión y gran colorido unas uñas que no pasan desapercibidas ante la mirada masculina.

El maquillaje y arreglo personal, más que vanidad es una manera de mostrar la cara “amable “ del Smad.

“A veces nos juzgan por el trabajo que desempeñamos. Con este uniforme en algunos casos nos dicen niños”, dijo con sonrisa Paola Hurtado.

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