Como todo el mundo lo esperaba, el Senado de la república aprobó el proyecto de aumento de las dietas de los parlamentarios a veinte mil pesos mensuales. Para justificarlo, su autor presentó un argumento sorprendente: afirmó que la elección como senador costaba más de ciento cincuenta mil pesos y que el Estado tenía que retribuirle esos gastos a los congresistas.