¿Pueden creerlo? Hace unos días salió publicado un informe en este diario titulado: “Cada tres semanas se abre un centro comercial nuevo en Colombia”, de Ferney Arias y según cifras de Fenalco. Esto quiere decir que de seguir así, al final del 2015 habrá alrededor de 15 centros nuevos en el país y en otros 10 años tal vez veremos 150 que hoy no existen. No tengo nada en contra de los centros comerciales. Es más, es extensa la lista de momentos que he vivido en ellos desde que tengo memoria. Los disfruto, agradezco sus servicios y los busco cada tanto. Al mismo tiempo creo que la vida no ocurre exclusivamente en ellos.
Hay decenas de calles, esquinas y sitios públicos que deben ser recorridos y vividos junto a personas diversas. Porque la vida de una ciudad no se reduce a poder comprar en almacenes, disfrutar de promociones, pasear entre decoración de otras culturas o tradiciones o ver el mismo tipo de gente. De acuerdo con el citado informe, las ventas del comercio en Colombia sumaron 186 billones en el 2013, según cifras del Dane. De ese total, el 28 por ciento se generó en centros comerciales y de acuerdo con Guillermo Botero, presidente de Fenalco, ese porcentaje puede aumentar, ya que actualmente existen por lo menos 130 proyectos de centros comerciales en el país porque “la gente está ansiosa de nuevas marcas en calzado, vestuario y tener más oportunidades”. En una convención reciente de esos lugares surgió esta frase: “Los centros comerciales no tienen visitantes sino habitantes”, esto indica que mucha gente pasa gran parte de su vida en ellos.
No cabe duda que a todos nos alegra que el comercio mejore, que nuestra economía prospere y que haya más empleos pero ¿queremos que al final seamos un conglomerado de centros comerciales con país y no al revés? Al paso que vamos, Colombia será un grupo de almacenes con algunos apartamentos, ríos y montañas en el medio. Al respecto, recuerdo una presentación del semiólogo, comunicador y profesor de la UPB Federico Medina, titulada “Los centros comerciales: una burbuja”. En este trabajo él planteó que estos lugares surgen cuando el protagonismo económico, político y cultural del centro de la ciudad desaparece y se pierde el sentimiento de vida en comunidad”. Sus creadores lo promocionan como un espacio confiable, privado y semipúblico frente al caos de otros lugares urbanos, un sitio en el que me voy a sentir seguro porque hay gente parecida a mí. Muchos de ellos no buscan preservar el ambiente, la historia o las tradiciones locales.
Si los centros comerciales tienen habitantes y no visitantes, ¿nuestras ciudades y pueblos se transformarán en una suma de edificios comerciales por los que andan personas cuya mayor aspiración en la vida es comprar? ¿Por qué el sector privado y comercial terminan siendo quienes hacen las mayores propuestas de construcción y espacio urbano? ¿Dónde quedan los museos, parques o sitios de barrio como las tiendas y que tanto nos gustaban? ¿Queremos que nuestros niños pasen gran parte de su vida entre almacenes y avisos?.