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Cada vez que un incendio se desata en los bosques de Caldono, en el nororiente de Cauca, Aida Vargas Jumbe tiene que explicarles a sus cuatro hijos por qué se debe meter entre las llamas. Es que alguien tiene que salvar a la Madre Tierra y a los hermanos conejos, armadillos y culebras, que no saben cómo defenderse de ese infierno.
Luego sale de su casa, en el resguardo San Lorenzo de la comunidad Nasa, en la vereda Carrizal, para recoger el equipo en la estación de bomberos voluntarios del pueblo.
Antes de partir en busca de la conflagración, hay un pequeño pero importante momento, en el que el saber ancestral aparece para darle la fuerza necesaria.
“Hacemos una armonización. Un compañero, que tiene la sabiduría antigua, machaca plantas de orejuela y espadilla en un balde, y después nos baña con el zumo la cabeza, y también se le echa al carro. Ese ritual es para quitarnos el temor del fuego”, dice Aida, de 38 años, de los cuales ha dedicado cuatro al abnegado oficio bomberil.
Ella es una de las 230 mujeres indígenas que trabajan como bomberas forestales en 12 departamentos de Colombia. Forma parte del Programa de Bomberos Indígenas de la Dirección Nacional de Bomberos (DNBC).
Su labor fue exaltada esta semana por esa entidad, cuando se conmemoró el 5 de septiembre el Día Internacional de la Mujer Indígena.
“Ellas son pioneras en la defensa de sus territorios y hoy, con su participación en los cuerpos de bomberos, están marcando la diferencia y dejando en alto nuestra misión”, comentó el capitán en jefe Charles Benavides, director de la DNBC.
Las indígenas están socorriendo a las comunidades en Antioquia, Caldas, Magdalena, Vichada, Arauca, Amazonas, Nariño, Meta, Risaralda, Cesar, Caquetá, La Guajira y Cauca.
Allí hay representantes de muchos pueblos aborígenes, en ellos el wayú, emberá, arhuaco, piapoco y nasa, el de Aida Vargas.
De la humillación al éxito
Aida es la segunda de diez hermanos y le narró a EL COLOMBIANO que vive en una casa con 32 personas, entre primos, sobrinos e hijos, “¡amontonados, pero felices!”.
A los 15 años de edad ya era hora de ayudar al sostenimiento de la casa y viajó a Cali para buscar trabajo como empleada doméstica.
Aunque muchos wuagas shimé (personas blancas, en lengua nasa) la recibieron bien, en general fue una época de humillaciones. Por unos centavos lavaba pisos, baños y calzones con zurraspas.
“No sabía cocinar el mondongo que a los patrones les gustaba, y me decían ‘india come papa’. Las señoras a veces me llamaban ‘estúpida’, pero como yo sabía poquito español, les preguntaba qué era eso. Lloraba mucho”, recuerda.
Decidió regresar a la vereda Carrizal, a caminar de nuevo descalza por la tierra, y revivió ese amor por la naturaleza que de antaño le inculcaron los abuelos.
Para lo único que le sirvió su aventura en la ciudad fue para perfeccionar su español, por eso cuando en 2018 pasó junto a la estación de bomberos de Caldono pudo leer un aviso de convocatoria de personal. “Era bastante tímida y pensé que no iba a poder con las capacitaciones, pero con el tiempo les cogí cariño. Aprendí sobre los incendios forestales y a manejar las mangueras”, relata la socorrista.
Una de las primeras llamaradas que atendió puso a prueba su tenacidad, en un sitio llamado La Esmeralda.
“Pensábamos que podíamos dominarlo, pero la capa vegetal era muy gruesa y la candela avanzó por debajo. Quedamos rodeados cuatro días, cansados y aguantando hambre”. En esos momentos, sin recursos y a una hora de distancia de la civilización, Aida y sus compañeros echaron mano de los saberes ancestrales.
“Sobrevivimos mascando panela y hoja de coca tostada, como nos había enseñado la bisabuela”, detalló.
Otra situación que la reta al máximo son los accidentes de tránsito, dado que entre sus funciones también están los primeros auxilios.
“Antes me asustaba la sangre, no la podía oler, y ahora veo a los heridos con fracturas abiertas y tengo el valor para apoyarlos”.
Muchos de esos heridos son wuagas shimé, como los que en el pasado la humillaron, pero ahora que porta el uniforme de los bomberos solo tiene afán de socorrerlos.
Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.